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17 de octubre, 2018

Yo quiero estar

La confirmación: salir de nosotros mismos para dar testimonio de Jesús


Hay hechos que no sólo denotan conflictos ideológicos, sino que se hacen sin dar razones de fondo, tendientes a insultar al adversario; en muchos casos, a los católicos. Algunos de ellos ocurrieron recientemente en Argentina:
A raíz del debate nacional sobre la despenalización del aborto, un grupo combativo hizo una parodia delante de la catedral de Tucumán, representando a la Virgen María practicando un aborto; un espectáculo denigrante y de claro insulto religioso.
Durante una huelga de docentes universitarios, algunas estatuas de la Virgen que estaban expuestas en diferentes centros educativos fueron arrancadas y rotas.

Chicos en otro foco


A pesar de todo, hay jóvenes que deciden ir al fondo del problema y ser seguidores de Jesús. Ellos, además del bautismo, reciben también la Confirmación.
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Los dones recibidos son para darlos, para vivir siempre a la espera de hacer el bien a los otros.



Pero, ¿cómo ven la Confirmación esos jóvenes que quieren ir detrás de Jesús? ¿Por qué eligen colocarse en otro foco? Porque tienen otra mirada sobre la realidad. No es por puro idealismo. Saben que van por otro camino. Y tras el idilio de sentirse confirmados, empiezan a recibir los primeros contratiempos y ser conscientes de estar en minoría. Se sienten un poco “raros” de contar cosas que otros jóvenes no entienden. Entonces se dan cuenta que deben prepararse para dar el salto hacia delante. Se acabó el tiempo del “chamuyo” y de sólo tener buenos modales con cualquiera. No son un grupo de ovejas obedientes a lo que todo el mundo piensa y dice.

La confirmación es recibir para dar. Recibir, porque es un regalo de Dios que comunica su Espíritu para inundarnos de consuelo, paz y amor. Por el agua del bautismo volvimos a nacer para ser comunidad de Dios: por la confirmación, el Espíritu Santo nos saca de nosotros mismos para que demos testimonio de Jesús. No se trata de una técnica de autoayuda, sino que todo es un don gratuito de Dios.

Y es también un dar, porque empuja a los jóvenes hacia adelante, los saca de la incertidumbre y los mueve a un compromiso con los demás. Los dones recibidos del Espíritu Santo son para darlos, para vivir siempre a la espera de hacer el bien a los otros.

Los Evangelios no presentan una vida tranquila de Jesús, sino la historia de un conflicto. Un conflicto que terminó en su muerte por el poder. La confirmación también es conflictiva, porque en nosotros se hacen verdad las palabras de Jesús: “Ustedes serán mis testigos”; y por tal motivo “recibirán el Espíritu Santo”.

No se trata de una técnica de "autoayuda", sino que todo es un don gratuito de Dios.



“Marcados” para ser aliados


Agradecidos de haber recibido el sacramento de la Confirmación, el chico o la chica recuerdan la hermosa ceremonia que vivieron y sus tres ritos principales:

Primero, la imposición de las manos sobre su cabeza con una invocación al Espíritu Santo. Es el gesto del obispo que expresa la extraordinaria bondad de Dios que entrega su Don. A los que se les encomienda una misión se imponen las manos: (Los apóstoles) les impusieron las manos” (Hechos 6, 6). “Todos quedaron llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2, 4).

El segundo signo es la unción con el santo crisma sobre la frente, que consagra a la persona confirmada para que realice su misión de testimonio cristiano en el mundo.

El tercer gesto es el signo de la cruz en la frente, que expresa su pertenencia a Cristo. Este gesto se hace juntamente al dar el crisma. Y dice el obispo: “Yo te confirmo con el crisma de la salvación en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Estos tres ritos son realmente marcas impresas en nosotros y que nos hacen aliados de Dios. Así y en adelante, el individuo confirmado llevará a los demás los dones del Evangelio y del amor del Espíritu Santo.

La Iglesia cristiana, con tanta gente confirmada, no es como un equipo deportivo. Más bien se parece a una comunidad que mira fijamente a Jesús. La sonrisa divina que recibimos en el agua del bautismo ahora se hace fuerza y vigor en la Confirmación al recibir el Espíritu Santo. Es vivir su compañía, su alianza con Él: he aquí nuestro destino.

Estar listos para actuar


Si es horrible sentir un fracaso —por ejemplo, estudiar sin poder superar un examen difícil—, es todavía más doloroso no tener éxito en la vida laboral y no ganar nunca el dinero suficiente para realizar alguna meta deseada. A veces nos invade un sentimiento de vergüenza y nuestras emociones y sentimientos profundos se tambalean.

Si esto sucede en el campo de nuestros proyectos humanos y cotidianos, ¿no pasará algo parecido en la experiencia cristiana? ¿Por qué tantos chicos y chicas nunca levantan cabeza al vivir en un ambiente de indiferencia religiosa y cristiana? Allí es fácil sentir vergüenza.

La confirmación es sentirse acompañados por el Espíritu de Jesús y superar los obstáculos: los personales, que se debaten en nuestro interior; y las dificultades que como grupo a menudo experimentamos y que impiden testimoniar en público nuestra fe con valentía, sin vergüenza, en voz alta y con actuaciones concretas.

 

Por Victorino Zecchetto, sdb • casvecio@gmail.com

BOLETIN SALESIANO - OCTUBRE 2018