La Palabra me dice
"... los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas." Inevitable es la referencia a la tempestad calmada por Jesús con sus discípulos en la barca. Hoy también algunos filósofos hablan de un tiempo de "modernidad líquida" donde las instituciones, las certezas y hasta los afectos se presentan con esa forma. Todo se torna cambiante y nada ofrece garantías. Entonces quizás estos tiempos sean más que nunca de aferrarnos al Maestro, la única certeza invariable. De pedirle que no abandone nuestra barca, que nos mantenga serenos en el aparente naufragio. Pocas certezas, todo cambiante, esa es nuestra época actual. El Reino, el anuncio de la salvación han de ser nuestras únicas banderas innegociables. El resto, deberá esperar; si nos aferramos a determinadas estructuras, sobre todo a la hora de abordar el mundo juvenil, corremos el riesgo de quebrarnos, de facturarnos en tiempos de liquidez. La rigidez no servirá de nada en la turbulencia. El desafío será ser adultos sólidos pero flexibles para poder acompañar a los jóvenes en estas mareas de cambios y desafíos. "...tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación". Una vez más se nos invita a la esperanza. La promesa que alimenta nuestro caminar se presenta aquí, próxima y lejana a la vez. Será la fe la que nos permita confiar en esta promesa y el amor quien acompañará el caminar. También me llama la atención "este levantar la cabeza": no sólo nosotros, pobres discípulos, sino ayudar a todos los explotados, a los marginados, a los excluidos de este mundo y de este sistema opresivo a soñar otro mundo, a hacerlo posible, a construir fraternidad e igualdad. Soñar y actuar un mundo donde nadie sea pisoteado, donde nadie tenga que agachar la cabeza frente a otro hermano, sino donde todos podamos ser protagonistas y sujetos. Que nadie sea objeto de nadie, que ninguna persona vea vulnerados sus derechos. Que ningún poder, ni religioso, ni político, ni económico, ni físico domine y explote a otros.
Con corazón salesiano
Si algo nos ha enseñado Don Bosco de la vida de relación con los jóvenes, es a tener esperanza. Saber esperar cuando parece que no hay mejoras, confiar en la capacidad de los muchachos para elegir el bien aun cuando estamos en medio de la turbulencia de su mal comportamiento. Un educador del sistema preventivo, espera a sus chicos contra toda esperanza y los sostiene en medio de las tempestades.
A la Palabra, le digo
Podemos cantar "Esperamos contra toda esperanza".
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