La Palabra me dice
La actitud de Jesús no solo provoca dudas y extrañeza, sino también una abierta oposición. Con sus palabras y acciones exige un cambio de vida y de mentalidad, un cambio desde la raíz que muchos no están dispuestos a realizar. “…sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas”: la ley permitía algunas concesiones a favor de los pobres, como ésta de arrancar las espigas de los sembrados ajenos o comer de las uvas de las viñas de los otros en situaciones especiales (Dt 23, 25-26). Los discípulos sabemos que nos son juzgados por esta acción sino por violar el sábado; lo asombroso es que la ley daba estos permisos sobre los bienes ajenos pero juzga duramente sobre el mandato sabático. ¿Será la ley o los que la aplican los intransigentes? ¡Cuánta hipocresía! “Si hubieran comprendido… misericordia y no sacrificios, no condenarían…”: que difícil se nos hace mirar la realidad del otro, su necesidad real (sintieron hambre), lo primero que hacemos es aplicar la norma (cultual en este caso: “no está permitido en sábado”) y nos olvidamos de la persona. Misericordia y no sacrificios, vida no ritualismo, si comprendemos esto seremos menos jueces y más hermanos.
Con corazón salesiano
En el encuentro de Don Bosco con Bartolomé Garelli podemos ver cómo es tratado Bartolomé por el sacristán al no saber ayudar misa, el juicio despectivo que hizo sobre el joven. Y por otro lado la actitud comprensiva de Don Bosco que supo descubrir su realidad personal. Don Bosco prefirió ganarse un amigo antes que tener solo un buen monaguillo…
A la Palabra, le digo
Señor, librame de mis falsos escandalizamientos, que sólo fomentan mi superficialidad y una vida vacía de los verdaderos sentidos que deben animar mi corazón.
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