Evangelio del Dia

Buscar por fechas

Viernes 18 de Julio de 2025

Mt. 12, 1-8

En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.

Al ver esto, los fariseos le dijeron: «Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado».

Pero él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado».

La Palabra me dice


La actitud de Jesús no solo provoca dudas y extrañeza, sino también una abierta oposición.

Con sus palabras y acciones exige un cambio de vida y de mentalidad, un cambio desde la raíz que muchos no están dispuestos a realizar.

“…sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas”: la ley permitía algunas concesiones a favor de los pobres, como ésta de arrancar las espigas de los sembrados ajenos o comer de las uvas de las viñas de los otros en situaciones especiales (Dt 23, 25-26). Los discípulos sabemos que nos son juzgados por esta acción sino por violar el sábado; lo asombroso es que la ley daba estos permisos sobre los bienes ajenos pero juzga duramente sobre el mandato sabático. ¿Será la ley o los que la aplican los intransigentes? ¡Cuánta hipocresía! 

“Si hubieran comprendido… misericordia y no sacrificios, no condenarían…”: que difícil se nos hace mirar la realidad del otro, su necesidad real (sintieron hambre), lo primero que hacemos es aplicar la norma (cultual en este caso: “no está permitido en sábado”) y nos olvidamos de la persona. Misericordia y no sacrificios, vida no ritualismo, si comprendemos esto seremos menos jueces y más hermanos.


Con corazón salesiano


En el encuentro de Don Bosco con Bartolomé Garelli podemos ver cómo es tratado Bartolomé por el sacristán al no saber ayudar misa, el juicio despectivo que hizo sobre el joven. Y por otro lado la actitud comprensiva de Don Bosco que supo descubrir su realidad personal.

Don Bosco prefirió ganarse un amigo antes que tener solo un buen monaguillo…


A la Palabra, le digo


Señor, librame de mis falsos escandalizamientos, que sólo fomentan mi superficialidad y una vida vacía de los verdaderos sentidos que deben animar mi corazón.