Evangelio del Dia

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Viernes 05 de Diciembre de 2025

Mt.  9, 27-31

Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: «Ten piedad de nosotros, Hijo de David».

Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó: «¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?». Ellos le respondieron: «Sí, Señor».

Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Que suceda como ustedes han creído».

Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: «¡Cuidado! Que nadie lo sepa».

Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.

La Palabra me dice


"Lo siguieron... gritando". Alguna vez escuché que ponerse en camino ya es parte del encuentro, y el primer paso siempre es la fase primordial del mismo. Se encuentra algo/alguien porque uno se lanza a buscar, aunque no se entienda demasiado o no se sepa cómo vaya a desenvolverse todo, pero con una fe-confianza intuitiva que escucha promesas en el propio corazón ("algo maravilloso podría suceder... a lo mejor hoy..."). Me pregunto qué hubiera sido de esos ciegos si se hubieran quedado sentados y callados, autocompadeciéndose, creyéndose merecedores sólo de lástima y limosna. Me da la impresión que usaron todas sus fuerzas y posibilidades -sin calcular demasiado-, ¡incluso gritándole al Maestro!

"¿Creen que yo puedo...?". Y Jesús vuelve a tantear el corazón y los labios: ¿hablará mi boca de la abundancia de Fe y Bondad que él derrama en lo profundo de mi ser? ¿Lo reconoceré como autor de todo lo bello y verdadero que vivo y siento? ¿O simplemente gastaré tiempo, saliva y sonidos en superficialidades y críticas, en chabacanerías y quejas?

"Que suceda como han creído". Siempre fue impactante para mí el pasaje de Mc 11,24: "Cuando pidan algo en oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán". Entonces me surgían preguntas: ¿qué pedir, cómo pedir?, ¿es lícito pedir para mí o eso es egoísmo?, ¿sabré qué pedir para los demás, qué necesitarán verdaderamente, cuál será la voluntad de Dios sobre ellos, sobre mí...? Y la respuesta me vino también de Su Palabra: "Si ustedes saben dar cosas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!" (Lc 11,13).

"Difundieron su fama por toda aquella región". En este día celebramos a San Francisco Javier, patrono de las misiones, de IAM, y de innumerables comunidades evangelizadoras y misioneras. Recuerdo una frase suya: "Si son lo que deben ser, pondrán fuego sobre la tierra" ¡Cuánto ardor en este santo apóstol! Profundamente enamorado de Cristo y totalmente entregado a sus ovejas, llevó la persona y mensaje de Jesús a los confines de Oriente. Imploremos su intercesión para pedir por tantos misioneros que se juegan la vida a diario, e intentemos imitarlo un poquito para que el fuego del amor de Dios llegue a más jóvenes.


Con corazón salesiano


Hay una gran virtud en la excelente película de Don Bosco más reciente (2004), y es que muestra cuánto gritó y lloró a Dios nuestro papá, cuánta confianza y fe poseía para volcar en Él todos sus sentimientos, broncas, cansancios, enfermedades, sueños... Esa cálida, profunda y sincera relación con el Señor lo hacía sentir que iban a medias en todo, y parece verse que se exigían mutuamente, con hechos, palabras y hasta gritos. Esta fue la herencia más hermosa que Juan Bosco le dejó a su primer sucesor, Miguel Rua, y a todos los que queremos seguir sus huellas.

Un amor profundo, fuerte, transparente y concreto, 100% Don Bosco, que es el que reflejó Felipe Rinaldi, hasta el punto que decían de él que "de Don Bosco, sólo le falta la voz", como indicando que, habiendo tomado como modelo de vida a Don Bosco, se había conformado de esa manera tan fuerte con él, y de esta forma se hizo santo. Es para preguntarse si, nuestro querer estar con Don Bosco, también me va haciendo santo.


A la Palabra, le digo


Señor, creo en Vos; mejor dicho: quiero creer, quiero hablarte, quiero escucharte, quiero dejarme llenar por tu Palabra y tu Amor. Te pido que aumentes mi fe, que limpies mi oído y mi vista para escucharte, reconocerte, seguirte y servirte en todo, en todos... Que no apague mis fuerzas y mi entusiasmo para correr a Vos, para gritarte si es que te noto lejos o difuso. Y si querés que pase por cegueras (como Saulo), que pueda aceptar y comprender aquello que me vas regalando para purificar mi corazón, para estar más humilde y disponible.