La Palabra me dice
"Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos...". Muchas veces encuentro personas con mucha fe, con una vida llena de generosidad y entrega y que sin embargo llevan una cruz dolorosa o parecen menos afortunados... Me dejo conmover por el misterio de esa fe que se enamora de Dios, de su amistad y no claudica... "Le tocó en suerte entrar al Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera en oración, mientras se ofrecía el incienso": Contemplo en silencio a Zacarías en el Santuario pero sostenido y acompañado por la oración de sus hermanos... Escucho las palabras del ángel: "No temas, Zacarías, tu oración ha sido escuchada...": Ahora las escucho en mi corazón, el Señor me dice: "No temas... tu oración es escuchada" "¿Cómo puedo yo estar seguro de esto?": Como Zacarías ¿tengo una mirada demasiado racional y previsible de las cosas?... ¿O trato de tener el corazón abierto para dejarme sorprender por Dios?... ¿También a mí me cuesta tener fe en las intervenciones salvadoras del Señor que me anuncian la alegría en mi vida?... "Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras que se cumplirán a su debido tiempo": Muchas veces enmudecemos ante las cosas demasiado grandes... Nos cuesta creer... "Zacarías regresó a su casa": Ese no poder hablar, no poder expresar lo que nos pasa, lo que sentimos, es una invitación a volver a "nuestra casa", a lo más profundo de nosotros. Para volver a mirar las cosas con la mirada sabia de Dios que, a su debido tiempo, siempre realiza acciones salvadoras a nuestro favor. "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme...": Miro mi vida, miro a mi alrededor y trato de contemplar qué cosas buenas realizó el Señor en mi vida para librarme, para llenarme de su gracia, de su vida, de su amistad, de su alegría... ¿Cuántas veces el Señor me salvó de una caída?... ¿Cuántas veces el Señor me levantó de mis caídas?... ¿Cuántas veces el Señor me ha anunciado la alegría?... ¿Cuántas veces el Señor me ha sorprendido superando todas mis expectativas?... Dejo que resuenen en mí las palabras del ángel: "No temas, tu súplica ha sido escuchada. Será para ti motivo de gozo y alegría..." "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí...".
Con corazón salesiano
"Tenemos en curso una serie de proyectos que parecen fábulas o locuras ante el mundo, pero apenas iniciados, Dios los bendice de modo que todo va viento en popa. Motivo para rezar, agradecer, esperar y vigilar". Así le escribía Don Bosco a Don Juan Cagliero el 27 de abril de 1876, a menos de 6 meses del envío de los primeros misioneros a Argentina, también como testimonio de su confianza en Dios, y, a la vez, su acción educadora concreta, ante una Obra que ya se va desplegando a todos los confines de la tierra.
A la Palabra, le digo
Señor, te agradezco el testimonio de las personas que saben aceptar las cosas con alegría y siguen confiados en tu providencia salvadora porque saben que vos sos el que tiene la última Palabra y que tu Palabra es siempre vida, gracia, plenitud humana. Como Isabel y Zacarías, danos confiar en que Vos sos un Dios de vida, que siempre nos sorprende, que siempre sale a nuestro encuentro para responder a nuestras carencias, a nuestros dolores. Te damos gracias, porque con sabiduría fuiste preparando la venida de Jesús, contando con personas concretas, con personas débiles, con personas sencillas, con personas del pueblo. Te damos gracias porque con el anuncio a Zacarías ya se hace inminente la llegada del Emmanuel. Te damos gracias porque tu Presencia salvadora siempre acompaña nuestra historia y cada una de nuestras historias.
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