La Palabra me dice
Este Adviento nos llama a asumir nuestra responsabilidad de ser instrumentos válidos de liberación. Dios no quiere excluidos, ni estigmatizados, ni marginados. No quiere grupos socialmente vulnerables. Dios quiere hombres y mujeres libres en dignidad y solidaridad. En el anuncio de: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres", tenemos las imágenes proféticas de la sociedad que estamos llamados a construir, no con artes mágicas sino con proyectos de compromiso ciudadano y responsabilidad adulta. Dios nos convoca a ser artesanos de nuestro propio destino y del destino de toda la humanidad. Salgamos a contar a todas las personas que viven en situación de vulnerabilidad, en especial a los jóvenes pobres y abandonados, que la buena noticia ha llegado y es para todos ellos motivo de esperanza y alegría. Intentemos pensar quienes son hoy en nuestra comunidad los ciegos, sordos, impedidos, muertos... ¿Qué le vamos a anunciar a esos grupos socialmente frágiles en este tiempo de adviento? ¿Qué signos de liberación presenta nuestra comunidad para todos ellos? La lógica de la liberación implica una conversión del corazón. Juan es el mayor y el último de los profetas del Antiguo Testamento, no ha nacido de mujer uno más grande que él. Sin embargo, "el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él". Dios prefiere a los pequeños, a los sencillos. Para penetrar y comprender esta lógica de Dios es necesario quitarnos tantos esquemas mentales que hemos ido adquiriendo, aún como creyentes fervorosos. Cristo en el evangelio de este tercer domingo de Adviento reserva especialmente una bienaventuranza al "que no se escandaliza de él" y de su estilo de vida y de opción.
Con corazón salesiano
El testimonio de nuestro padre Don Bosco es un ejemplo de profetismo liberador. Él nació pobre campesino, de una madre analfabeta, tuvo que trabajar arduamente desde chico, como la mayoría de sus coetáneos. Pero asumió desde su pequeñez el sueño-proyecto del evangelio de Jesús: construir una nueva vida con los más necesitados: los jóvenes pobres, abandonados y en peligro. Los curó, los puso en sus manos herramientas para autoliberarse y los ayudó a incorporarse al tejido social y eclesial, siendo "honrados ciudadanos y buenos cristianos".
A la Palabra, le digo
Tu palabra, Señor, nos sacude y estimula. Queremos en este Adviento ser una comunidad salesiana que testimonie con su compromiso educativo y evangelizador tu praxis liberadora. Danos la capacidad de convertirnos y la valentía para aplicar generosamente nuestras energías en iniciativas por los más pobres. |