Evangelio del Dia

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Miércoles 12 de Noviembre de 2025

Lc. 17, 11-19

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!».

Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.

Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?». Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado».


La Palabra me dice


Jesús hace uso de sus "poderes" para socorrer del infortunio en que se encontraban estos diez leprosos, apartados y excluidos de la sociedad, de la convivencia social y una vez más Jesús derraba su benevolencia sobre los más necesitados. No hay gesto, solo un mandato: presentarse ante el sacerdote como prescribe la ley (Lev. 13) El objetivo del relato es, en definitiva, el contraste entre agradecimiento e ingratitud y, al mismo tiempo, entre judíos y samaritanos; pero, sobre todo, entre el hecho de la curación y su interpretación en fe.

La declaración de Jesús, formulada en sus tres preguntas, subraya ese contraste al calificar hiperbólicamente al samaritano como "este extranjero", es decir, extraño a la casa de Israel. Por otra parte, la contraposición da relieve al conocimiento, a la iluminación del samaritano, que llega a comprender, mientras que el resto, "los otros nueve", no alcanzan esa comprensión. La apertura a la trascendencia es lo que capacita al hombre para "volver" (convertirse), dar gloria a Dios y agradecer al propio Jesús la demostración de su misericordia.

En el versículo conclusivo, ese "ver" del samaritano se relaciona directamente con la "fe" y con la "salvación". Su grito inicial: "ten compasión", se transforma en un acercamiento, en una vuelta que es conversión a Dios y a su intermediario salvífico: Jesús.

Aunque los diez leprosos comparten la experiencia de una curación milagrosa, nueve de ellos no llegan a experimentar la "salvación". Lo importante, lo decisivo, no es el hecho de quedar curado, sino el "ver", el darse cuenta de que la curación es un hecho que supone una "salvación".



Con corazón salesiano


Qué lindo pensar en Don Bosco como ese leproso curado que vuelve a dar gracias. Pensar en su expresión confiada de que toda su obra ha sido hecha por María, ya al final de su vida, teniendo como telón de fondo todas las lepras-dificultades de su infancia y juventud.

Y es muy oportuna esta lectura en este día en que celebramos la fiesta litúrgica de Artémides Zatti, salesiano coadjutor, quien en Viedma se hizo santo, en el carisma de Don Bosco, atendiendo a los más pobres que necesitaban ser cuidados en su salud.


A la Palabra, le digo


Hoy que tenemos presente de modo particular a Don Zatti, pedimos por su intercesión por el cuidado de la vida, a través de la oración a él dedicada:


Señor Jesús.

Tú llamaste a Don Zatti, salesiano coadjutor,

para servir a los pobres y necesitados.

Tú le diste la fuerza para entregarse

con alegría y sin descanso a sus hermanos enfermos.

Tú lo hiciste un hombre bueno,

que supo vivir fielmente tu Evangelio

en el trabajo cotidiano y en el sacrificio escondido.

Ahora que lo vemos brillar en el cielo de tus santos

danos también a nosotros el testimonio de tu Luz.

Te pedimos por su intercesión la gracia de...

Amén.