La Palabra me dice
La Palabra nos habla de la invitación a sumarnos a un trabajo: el cuidado de la viña, que en el lenguaje de Jesús suele representar al pueblo de Israel y que nosotros identificamos como todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Aquellos que anhelan una realidad mejor. Los creyentes estamos invitados por Dios a trabajar activamente en la construcción de un mundo mejor en una tarea que se concreta y renueva todos los días. Cada día debo decir nuevamente que sí.
No basta con confesar una fe, con reconocerme parte de una comunidad, debo en primer lugar comprometer mi trabajo, mi esfuerzo cotidiano. Algunos creyentes se quedan en la declaración de buena voluntad, pero no construyen una realidad nueva, no sirven, no aman, no perdonan, no ponen en primer lugar al último. Entonces en la práctica han dicho no.
Otros creyentes a simple vista parecen no haber aceptado la invitación a trabajar por un mundo mejor. Pero cuando llega el momento son capaces de servir, de amar, de perdonar, de poner a los últimos en primer lugar.
La fe no es una declaración de pertenencia al grupo de Jesús, no es un título, no implica una práctica ritual. Creer es algo más profundo, es una opción que impregna toda la vida y que se manifiesta en nuestras actitudes cotidianas, que son alimentadas por una comunidad, un momento de oración, un ritual que me permite celebrar lo vivido. |