Evangelio del Dia

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Martes 02 de Septiembre de 2025

Lc. 4, 31-37

Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios».

Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!».

Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

La Palabra me dice


“Bajó a Cafarnaúm”. Después del bautismo, Jesús toma sus decisiones. HA LLEGADO LA HORA. Abandona su casa y su taller de Nazaret, y, sobre todo, deja a su MADRE, al cuidado de alguno de sus parientes cercanos. Y se establece en la casa de Pedro en Cafarnaúm.

Y el sábado, según la costumbre que siempre aprendió y vivió puntualmente con José y María, se dirigió a la sinagoga a cumplir sus deberes religiosos en comunidad de oración. Y comenzó su tarea. ¡Lo esperaba allí nada menos que un endemoniado, y a los gritos!

Y Jesús con aplomo ya muestra su poder haciéndolo callar, con serenidad.

Temor y admiración en la gente. Con autoridad y poder lo hace callar.

Su fama comienza a extenderse, las preguntas y los cuchicheos. De dónde le vendrá todo esto…


Con corazón salesiano


Don Bosco fue un acérrimo luchador contra el demonio. En las oraciones, en sus “sueños”, con la confesión, que recomendaba frecuentar semanalmente y que él aseguraba su presencia diaria entre los jóvenes para facilitarles el acceso al sacramento del perdón. Tenía, además, el don de leer las conciencias y veía muchas veces en la frente de sus chicos, escritos sus pecados, o visualizados de alguna manera para que pudiera actuar de inmediato. En la descripción que en sus sermones hacía de sus sueños, describía la presencia del demonio a espaldas de los muchachos, muchas veces apretando su cuello, para impedirles la confesión.


A la Palabra, le digo


Que todos los educadores salesianos nos convirtamos en expertos confesores y educadores de la recta conciencia, que ayudemos a formar una recta conciencia moral, con madurez y delicadez de corazón, que ayuden a formar personalidades libres, maduras, delicadas en un mundo como el nuestro, permisivo… que muchas veces desvaloriza el sacramento de la reconciliación.