La Palabra me dice
Si bien es un texto muy conocido, no debería dejar de impactarnos la creatividad de los que acompañan al enfermo: el amor se hace urgencia y ésta provoca al ingenio.
Podemos imaginar las reacciones ante el desmontaje que se estaba realizando. Y Jesús, aprovechando la volteada, agujerea el “techo” de la imagen de Dios que tiene su auditorio y entra más hondo, hasta perdonar los pecados.
Molestia en los piadosos, esperanza en los que intuyen que algo grande está pasando, y Jesús, Dios metido en la carne del hombre, rearma la vida del paralítico y lo invita a levantarse y a caminar y a ir a ser un signo viviente de la obra de Dios entre los suyos. ¿Cuánta tela, no?
Una casa, asamblea, Iglesia, desmontada para que entren los que necesitan, si no pueden por la puerta, “por asalto”; un Dios desmontado que está ahí y salva y sana; una vida humana, una carne doliente, rediseñada por la compasión amorosa de un Arquitecto de la salvación. |