La Palabra me dice
Tanto el Magnificat, como el canto de Zacarías nos invitan en esta Navidad a que también nosotros demos gracias a Dios. Seguramente serán muchos los motivos que tengamos para exponer ante él confiadamente nuestras necesidades. Pero serán también muchas las razones para agradecerle en esta víspera del nacimiento de su Hijo en carne humana: agradecerle por el mismo Jesucristo, por sus palabras en el Evangelio, por su predilección por los pobres, los humildes y los sencillos, por habernos liberado de leyes religiosas opresoras y habernos enseñado los caminos que más agradan a Dios: el del amor a los hermanos y el del perdón. Por habernos convocado en la Iglesia para ser hermanos y darle al mundo un testimonio de fraternidad. Por entregarnos su Palabra, en las Sagradas Escrituras y en las palabras de nuestros hermanos los pobres que nos enseñan y nos ayudan a entenderlas. Y muchos más motivos de acción de gracias a Dios. Para cantarlas como María y como Zacarías en estos días de Navidad que ya mañana comienzan y para los cuales nos estábamos preparando hasta hoy. Zacarías saluda en su cántico al "sol que nace de lo alto", al mismo Jesucristo, de quien Juan Bautista, el hijo de Zacarías, será precursor. Dicho sol brillará sobre "los que viven en tinieblas y en sombras de muerte", es decir sobre todos aquellos que hasta ahora se han visto privados, a causa de sus pecados, de la amistad con Dios; y sumidos en un mundo de violencia e injusticia, de mentira y opresión, enfermedad y muerte, que son los frutos del pecado. Pero este sol anunciado por Zacarías disipará todas las sombras, "a su luz caminarán las naciones", como decía Isaías. "Guiará nuestros pasos por el camino de la paz". Este sol es Jesús cuyo nacimiento estaremos celebrando dentro de pocas horas. En lo profundo de la noche, amanecerá la luz para el justo y la alegría para los rectos de corazón.
Con corazón salesiano
En el encuentro de Don Bosco con Bartolomé Garelli, vemos cómo nace un nuevo sol, que quiere encontrar la salvación de muchos chicos, "El Oratorio", un lugar donde todos podían transformarse en buenos cristianos y honrados ciudadanos.
A la Palabra, le digo
Señor, ayúdanos a descubrir que el sol que nos nace de lo alto está más cerca de nosotros de lo que creemos, ayúdanos a ver en los otros las posibilidades que nos da Jesús para transmitir su mensaje y sobre todo a ser agradecidos. Amén.
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