Juan Bosco nace el 16 de agosto de 1815 en I Becchi, un caserío cerca de Turín, Italia. La pobreza y la orfandad marcarán su infancia campesina, pero con la ayuda de personas muy concretas descubre la paternidad de un Dios que lo sostiene y acompaña en lo cotidiano.
Desde chico siente el llamado al sacerdocio. Juan logra hacer realidad su deseo y continúa sus estudios al tiempo que trabaja en diferentes oficios: dando lecciones particulares, siendo mozo de café y aprendiz de sastre, entre otros.
En 1842, ya ordenado sacerdote, Juan se encuentra con los muchachos que pueblan la cárcel de la ciudad de Turín. Impactado por esta experiencia comienza a recorrer las calles de esa ciudad, descubriendo el rostro de tantos chicos explotados por sus patrones y abandonados. Desde su propia historia de privaciones, y entendiendo siempre a Dios como un Padre bueno, Juan dará una respuesta concreta a esa juventud pobre, abandonada y en peligro.
Será conocido entonces como Don Bosco. Y su genial creación, el oratorio, será para los jóvenes casa que recibe con cariño, patio para encontrarse con amigos, escuela que prepara para la vida y parroquia para conocer a Jesús. Desde los talleres y las aulas de Valdocco, el barrio de Turín, que vio nacer su obra, el oratorio se expande primero a Francia y España, para luego cruzar el océano y llegar a América.
Juan muere el 31 de enero de 1888 en Turín, Italia. A su muerte, más de mil salesianos vivían en 57 casas distribuidas en ocho países. El 1 de abril de 1934, el papa Pío X lo declara santo. Y en 1988, San Juan Pablo II le dió el título de "Padre, Maestro y Amigo de la juventudes".
Juan Bosco é uma fonte de inspiração para muitos, incluindo aqueles que estão envolvidos no mundo dos casinos online e do jogo. Os seus ensinamentos enfatizam valores como a integridade, a responsabilidade e a importância de fazer escolhas sábias, todos os quais ressoam profundamente nos indivíduos que navegam no cenário emocionante, mas muitas vezes arriscado, dos jogos online. Tal como Dom Bosco dedicou a sua vida à melhoria da juventude através da educação e da orientação moral, os jogadores de casino online podem beneficiar da aplicação de princípios semelhantes às suas actividades de jogo. Na era digital de hoje, os casinos online oferecem uma vasta gama de jogos de azar que atraem jogadores de todas as esferas da vida. Estas plataformas oferecem tudo, desde jogos de mesa clássicos como blackjack e roleta até máquinas de slots inovadoras e experiências com dealer ao vivo, mais dos quais pode encontrar em portugal-casinospt.com. Embora estes jogos possam proporcionar entretenimento e possíveis recompensas financeiras, também apresentam riscos inerentes. Os jogadores podem inspirar-se nos ensinamentos de Juan Bosco para abordar o jogo com um sentido de moderação e responsabilidade, garantindo que se envolvem nestas atividades por diversão e não como um meio de escapar ou resolver problemas pessoais.
¡Conocé más sobre la vida de Don Bosco!
1815 - 1830 .
“No le hagas caso a los sueños”
Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en I Becchi, un caserío cerca de Turín, en el norte de Italia. Sus padres eran Margarita y Francisco. Juan vivía con ellos, su abuela, y con Antonio y José, hijos de su padre. Su papá murió cuando Juan tenía apenas dos años.
“Ya no tienes padre” Toda su vida recordó lo que su madre le dijo en ese momento: “Ya no tienes padre”. Sin duda, quien se hizo cargo de la familia y la llevó adelante fue Margarita. Pero su hermano Antonio tomó también la responsabilidad de “hombre de la casa”, entendiendo que lo único que podían hacer él y sus hermanos era trabajar en el campo.
Imagen de la casa donde Don Bosco pasó su infancia, en I Becchi, tal como se conserva hasta ahora.
En el tiempo de Don Bosco... Son años complicados en Europa: en 1815 Napoleón Bonaparte es derrotado y se restaura el poder de las monarquías, dando marcha atrás a las reformas que garantizaban los derechos civiles y políticos. Italia se divide en ocho reinados.
Su mamá, Margarita, aunque era pobre, le dejó una gran herencia: la riqueza de la fe. Le enseñó a rezar y lo preparó para los sacramentos. Le transmitió la fe en un Dios que no abandona y a quien se debe servir y amar.
Margarita: su maestra y educadora
Para Juan Bosco, Margarita fue su maestra y su educadora. Cuando Juanito hace su primera confesión ella lo acompaña, se confiesa primero, lo encomienda al sacerdote y recién después Juan se acerca al sacramento.
Margarita lo acompañará también en su primera comunión, que es para él un momento de crecimiento en obediencia y sumisión a los demás.
A los nueve años, Juan tuvo un sueño que lo impactó y no terminó de comprender. Al contárselo a su madre, ella le dijo: “Quizás algún día seas sacerdote”.
El sueño de los nueve años
Juan tuvo un sueño que le quedó profundamente grabado para toda la vida. Le parecía estar en un lugar espacioso, donde había varios muchachos riendo y jugando, pero también insultando y blasfemando a Dios. Juanito quiere separarlos, y “hacerlos callar a gritos y puñetazos”.
En ese momento aparece un Hombre —Jesús—, que lo llama por su nombre y lo manda ponerse al frente de los muchachos. Le dice que no les pegue, que les hable; que se los va a ganar no con golpes, sino con amor. Y agrega: “Yo te daré una maestra que te enseñará cómo hacerlo”.
Juan Bosco comienza llorar, porque no reconoce a ese Hombre, y porque esas palabras que le llegan al corazón le resultan incomprensibles. En ese momento aparece una Mujer bellísima —la Virgen María— y le dice que se haga fuerte, humilde y robusto.
De pronto esos muchachos se acercan a la Mujer transformándose en distintas fieras, animales salvajes, y Ella le dice a Juan: “Lo que pasa con estos animales, tú debes hacerlo con mis muchachos”. Esos animales comienzan a transformarse en corderos, en animales mansos que se acercan a la Señora.
Frente al llanto de Juanito, que no comprendía lo que estaba sucediendo, la Mujer pone su mano sobre su cabeza, y le dice: “A su tiempo, todo lo comprenderás”.
¿Sabías qué...? Don Bosco nunca pudo olvidar ese sueño, que se le repetirá numerosas veces hasta el año 1845, con nuevos elementos que lo ayudarán en su discernimiento vocacional.
Eran años de guerra en Europa y crisis económica en Italia. La sequía en el campo aumentaba la pobreza. Pero Juan quiere estudiar. Su hermano mayor, Antonio, no está de acuerdo: piensa que debe trabajar para ayudar a mantener a la familia.
Una persona en el camino: Don Calosso
En ningún momento se apagaban en Juan las ganas de crecer y el recuerdo del sueño. Camino a una catequesis en Castelnuovo de Asti se encuentra con un sacerdote, Don Calosso. Sorprendido por la inteligencia y la fe del muchacho, este hombre apuesta por él, y Juan se deja guiar, querer y acompañar.
El viejo sacerdote lo ayuda a continuar con sus estudios. Juan lo siente como si fuera su propio papá. Ese año en la escuela de Calosso significó una transformación en su vida.
Cuando Juan pensaba que ya se encaminaba a la realización de su sueño, en 1830 Don Calosso muere. Esta será una de las experiencias más terribles de su vida. Para superar la tristeza provocada por esta pérdida, por un tiempo vive en la casa de un tío, y después reemprende el estudio en las escuelas de Castelnuovo de Asti.
En el tiempo de Don Bosco... La situación de miseria en el campo es muy grave. En las ciudades surgen las primeras fábricas al calor de la Revolución industrial, y hacia allí se dirigen numerosos campesinos en busca de pan y trabajo.
Para evitar problemas, Margarita le pide a Juan que se vaya a vivir y trabajar a la casa de otra familia. Juan se muda a la ciudad de Chieri, donde continúa sus estudios y se desempeña en distintos oficios para pagar sus gastos. También aprendió canto, teatro, oratoria y música.
“Si fuera sacerdote, sería distinto”
A Juan le costaba mucho llegar a la escuela, por lo que Margarita decidió conseguirle un lugar en la casa de una persona de Castelnuovo para que no tenga que ir y venir todos los días. Llegó así a la casa de un sastre, Juan Roberto.
La vida en la escuela no fue fácil para Juan. Tiene una mala experiencia con un sacerdote, de edad avanzada, que no puede manejar el curso y lo toma de punto a Juan, burlándolo. Él en ese momento se enoja y dice: “¿Por qué son así? Si yo fuera sacerdote, sería distinto”.
Después de esta experiencia negativa, en diálogo con su madre Margarita decide arriesgarse a iniciar una nueva experiencia, ya en la ciudad en Chieri, en la escuela pública.
1830-1841
“Estudiando qué hacer”
En la escuela de Chieri muchos compañeros lo buscaban para estudiar. Juan los ayudaba y también los juntaba para jugar y escuchar la catequesis. A ese grupo le pone un nombre: la Sociedad de la Alegría.
Trabajar y estudiar
Para Juan fue un gran cambio pasar de la vida en el campo a una vida de ciudad: el ritmo, la gente y los trabajos son diferentes. Estaba muy atrasado en los estudios en relación a sus compañeros. Pero con mucho esfuerzo —y junto con sus amigos y profesores— logró ir adelantando los cursos sin dejar de trabajar.
Durante este período vivió al menos en tres lugares distintos: primero en lo de Lucía Matta, después en el bar de Juan Pianta —donde además trabaja y aprende a hacer café, a servir de mozo, cantar y tocar instrumentos musicales—, y ya en los años 1834 y 1835 en la casa de un sastre.
Juan necesitaba trabajar porque Margarita no podía cubrir sus gastos de estudio. Él trabajaba y en su tiempo libre estudiaba.
Nuevas amistades
Para Juan las amistades eran muy importantes. A partir de las reuniones con sus amigos, a quienes los “ganaba” ayudándolos a estudiar, surgió la Sociedad de la Alegría. Allí los compañeros se reunían con él para pasarla bien, pero Juan sabía que la alegría no era solamente reír, porque todos sus compañeros eran tan humildes como él.
En esta etapa se hace muy amigo del joven Luis Comollo, con el cual compartió sueños y proyectos. Él contaba mucho con Luis: “Yo tendré la fortaleza física —decía Juan— pero Luis tiene la fortaleza espiritual”.
Una característica de Juan que apareció en estos años es su capacidad de liderazgo. Él era más robusto y tenía por lo menos tres años más que el resto, pero poseía además la capacidad de convocar a los chicos. Entre los relatos, las canciones y los juegos, él era el “capitán”, una figura convocante.
Al terminar la escuela, Juan decide entrar al seminario. Su madre le dice: “Prefiero tener un hijo pobre y campesino que mal sacerdote”. Y lo encomendó a la Virgen.
Allí vive seis años. Después de mucho esfuerzo, en 1841 es consagrado sacerdote.
“Yo quiero ser sacerdote”
Ya desde los diecisiete años lo venía poniendo en palabras: “Yo quiero ser sacerdote”. Tomó como primera posibilidad entrar al seminario franciscano, pero un sueño providencial le indicó que “Dios te prepara otro lugar y otra mies”. Cuando fue a hablar con su confesor, este le recomendó seguir sus propios intereses: la psicología vivaz, emprendedora y creativa de Juan Bosco parecía irreconciliable con la vida en el convento franciscano.
Su madre, Margarita, le dijo lo siguiente: “Hijo, por mí no te preocupes. Yo nací pobre, vivo pobre y quiero morir pobre. Pero si vas a ser un sacerdote rico es mejor que te olvides de mí, porque jamás voy a pisar tu parroquia”.
El padre Cinzano, tío de su amigo Luis Comollo, le recomendó entrar en el clero diocesano —es decir, sin pertenecer a ninguna orden religiosa—, con la posibilidad de cambiar si no le satisfacía. Juan entró finalmente a los veinte años en el seminario de Chieri. Allí vivió durante seis años. Y después de mucho esfuerzo, estudio y grandes amistades, es consagrado sacerdote en 1841.
1841-1859
Con un oído en los jóvenes
y otro en el Evangelio
Al salir del seminario, Juan conocerá a un gran amigo: el sacerdote José Cafasso. Él lo invita a visitar las cárceles de la ciudad. Juan se horroriza al ver el estado de los muchachos encerrados. Se pregunta: ¿qué pasaría si afuera de la cárcel tuvieran un amigo que se preocupara por ellos?
De las cárceles nace el Oratorio
Don Bosco fue invitado por Cafasso a hacer apostolado en las cárceles. Esta experiencia le dio a Don Bosco una gigantesca “lupa” para entender los problemas, la vida y los riesgos que afrontaban los jóvenes de Turín. En las cárceles pudo conocer cuán grande era la miseria de los hombres.
Don Bosco se horrorizó del estado de los muchachos, de entre doce y dieciocho años, encerrados allí: “Estos jóvenes necesitan encontrar un amigo, alguien que se ocupe de ellos en los tiempos libres, que los escuche”. ¿Qué pasaría si, afuera de la cárcel, tuvieran un amigo que se preocupara por ellos?
Esa es la pregunta que se hizo Don Bosco. Y aquí comenzó el Oratorio, esta reunión de los fines de semana donde empezó a juntar a muchos chicos de la ciudad para ofrecerles un recreo, un patio, un lugar para jugar, y la posibilidad de rezar, hacer amistades y crecer como personas.
En el tiempo de Don Bosco... La población proveniente del campo se amontonaba en las ciudades, que crecían rápidamente. Una nueva clase social surgía: los obreros, incluidos niños y jóvenes sometidos a extensas jornadas de trabajo. Muchos de ellos, huérfanos.
Por esos años se desarrollaba en Italia la Revolución Industrial. Se multiplica la población y la miseria. Miles de jóvenes llegan a la ciudad. Viven en condiciones insalubres, hacinados, con hambre y lejos de su familia.
Juan decide entonces reunir a los chicos más pobres de la ciudad para ofrecerles un lugar donde jugar, rezar y hacer amigos. Comienza así el Oratorio.
Para estos chicos, Juan Bosco se convierte en Don Bosco. El Oratorio pasa por distintos lugares, hasta que finalmente se establece en el barrio de Valdocco.
Una mamá para los muchachos
El naciente Oratorio pasó por distintos lugares: los molinos Dora, el cementerio San Pedro in Vincoli, la casa Moretta, el prado Filippi. Fruto del desgaste propio de la actividad itinerante, y al no medir el entusiasmo con que se entrega al trabajo en el oratorio, en 1846 Don Bosco sufrió una grave enfermedad: broncopulmonía. Tuvo que salir de Turín e ir a descansar a su casa.
Allí, con los cuidados de su mamá y con un ritmo más tranquilo, recobró fuerzas para recuperarse de lo que en ese tiempo era una enfermedad mortal. Esta es la época en que los chicos del Oratorio rezan, hacen penitencia y ofrecen la vida por el bienestar de Don Bosco. Él les dirá a sus muchachos: “A ustedes les debo la vida. Estén seguros, de hoy en adelante, que toda ella será para ustedes”.
Una vez restablecida su salud, Don Bosco vuelve al Oratorio, pero no lo hace solo: le propone a su mamá que vaya con él. Margarita partió con él dejando su vida cotidiana, el lugar en el que siempre vivió, donde crió a sus hijos, donde peleó la vida con los esfuerzos más grandes. A los 58 años realiza una nueva opción y toma sus pocas pertenencias, las cuales luego se venderán para conseguir el sustento de los nuevos hijos que Dios, la vida y el Oratorio le regalan.
¿Sabías que...? Junto a Margarita, también otras mujeres se sumaron al Oratorio: Mariana Occhiena, hermana de Margarita, Juana María Rúa, Juana María Magone, la mamá de Santiago Bellía y Margarita Gastaldi.
Don Bosco observa que con las reuniones no alcanzaba: los chicos necesitaban estudiar y aprender un oficio para ganarse la vida. Crea talleres de carpintería, herrería, sastrería y encuadernación.
Abre una escuela en el oratorio. Y también una “casa anexa” donde pudieran dormir.
El Oratorio se transforma en casa, escuela, patio y parroquia para los chicos: una verdadera familia.
Valdocco, lugar para echar raíces
El Oratorio se estableció finalmente en el barrio de Valdocco, el 3 de noviembre de 1846, en la llamada “casita Pinardi”. Margarita se transformó en la mamá de todos los chicos, porque les enseñaba las cosas que venían del “catecismo” de su corazón. Por otro lado, todo lo que Don Bosco había aprendido en su niñez y en su adolescencia logró volcarlo para el bien de sus chicos. Entonces los formó en carpintería, herrería, sastrería y encuadernación.
Más adelante querrá que crezcan como amigos. Les propone entonces juntarse en grupo para hacer el bien a los demás; entonces surgen las “compañías”, lo que hoy conocemos como grupos juveniles. Es una etapa, además, en la cual los chicos van a profesores en la ciudad: después, a partir de 1855, esto estará incluido como parte de las “escuelas” del Oratorio.
Lo que movía a Don Bosco y lo llevaba a tomar decisiones eran las necesidades de los muchachos. Se iba dando cuenta que ya no alcanzaba con la iglesia; que no alcanzaba con los primeros talleres, que no alcanzaba con la escuela. Así es que crea la “casa anexa”, un lugar donde los chicos podían también incluso dormir.
Don Bosco hacía un seguimiento de lo que los chicos aprendían en distintos espacios de trabajo: es así que surgió el ser garante en el contrato laboral de los jóvenes, algo inédito en su tiempo.
El Oratorio estaba organizado como una experiencia de familia, conducido incluso por los mismos jóvenes: Domingo Savio, Miguel Magone, Francisco Bessuco y tantos otros más que deseaban quedarse con Don Bosco. Él comenzó a llamarlos salesianos, y a llamarse él mismo salesiano, hijos de San Francisco de Sales, el ejemplo de amor y mansedumbre que querían imitar.
¿Sabías que...? Don Bosco fue pionero en ser “garante” del contrato laboral de los jóvenes, lo que hoy llamaríamos pasantías laborales, un adelanto enorme en el respeto de los derechos del trabajador.
1859-1874
Del Oratorio a la Congregación
A los cincuenta años, Don Bosco llama a algunos de sus primeros muchachos y les propone un desafío: ser salesianos.
El Oratorio da lugar a la Congregación Salesiana.
Con el nombre de “salesianos”
Lo que comenzó como el Oratorio, de la mano de Don Bosco lleva rápidamente a la creación de la Congregación Salesiana. Los primeros salesianos fueron los chicos y adolescentes que se formaron con él.
Don Rúa recordará que Don Bosco había invitado a un grupo de cuatro jóvenes de Valdocco, entre los cuáles además de él se encontraban Rocchietti, Artiglia y Cagliero, para “hacer con la ayuda del Señor y de San Francisco de Sales una prueba de ejercicio práctico y de caridad hacia el prójimo (...). Desde esa tarde se puso el nombre de salesianos a los que se propusieron y se propondrán ese ejercicio”.
En 1858 Don Bosco viajó por primera vez a Roma para encontrarse con el papa Pío IX, y al año siguiente fundó la Congregación Salesiana. Al poco tiempo se abre la primera casa salesiana fuera de Turín, en Mirabello. Allí envió a Miguel Rua, a quien le confió a sus 26 años la tarea de director, indicándole que debía “hacer de Don Bosco ahí donde va”.
¿Sabías qué...? Entre libros, revistas y periódicos, de 1844 a 1888 Don Bosco publicó 403 títulos. No sólo de religión, sino también de historia, educación cívica y gramática. Se destacan 70 volúmenes de las Lecturas católicas y 61 ediciones de El joven instruido.
Mientras tanto, la joven María Mazzarello realizaba con las chicas del pueblo de Mornese una obra similar a la que Don Bosco realizaba con los muchachos.
Les propone a ella y a otras jóvenes hacerse religiosas. Así nacen las Hijas de María Auxiliadora.
Una misión también con las muchachas
En el pequeño poblado rural de Mornese, a cien kilómetros de Turín, un grupo de jóvenes conocidas como las Hijas de la Inmaculada, congregadas por la joven María Mazzarello, llevaba adelante una importante obra con las chicas similar a la que Don Bosco realizaba con los muchachos.
Don Bosco coincidió en un viaje a Genova con Don Pestarino: este sacerdote, que acompañaba la obra de Mazzarello, quedó fascinado con el trabajo de Don Bosco y lo invitó a que conozca Mornese, visita que realizó en 1864 yendo de paseo con sus muchachos.
Al cabo de un tiempo, Don Bosco le propuso a las Hijas de la Inmaculada tomar los hábitos como religiosas. Ser una mujer consagrada en ese momento era asumir una vida de convento, pero la propuesta de Don Bosco era de una vida activa, para que puedan hacer con las muchachas el mismo trabajo pastoral que los salesianos hacían con los muchachos.
Pestarino las invitó a tomar una decisión: “¿Quiénes quieren asumir estas reglas y ser Hijas de María Auxiliadora, y quiénes continuar con las reglas de las Hijas de la Inmaculada?”. María Mazzarello es quien tomó la iniciativa: “Yo me quedo con Don Bosco”. El 5 de agosto de 1872, once jóvenes hicieron la profesión religiosa como Hijas de María Auxiliadora.
Desde chico, su madre le transmitió la fe por la Virgen María.
Al ver las situaciones dolorosas que vivían los jóvenes de Turín, Don Bosco les regaló la devoción a María Auxiliadora, la Virgen de los tiempos difíciles, para que en ella encuentren refugio.
La Virgen, su maestra
Muy pocas personas en la historia han tenido un vínculo con la Virgen María como la que tuvo Don Bosco. Ella fue su maestra en el carisma salesiano. A lo largo de su vida, Don Bosco se fue nutriendo de la religiosidad del pueblo, conociendo distintas devociones marianas.
Mamá Margarita lo había consagrado a la Virgen ya desde su nacimiento. Luego, comprobando la situación de dificultad que los muchachos de Turín vivían, fue desarrollando la devoción a María Auxiliadora, “la Virgen de los tiempos difíciles”, para que en ella encuentren refugio.
En 1868 Don Bosco inauguró y bendijo la Basílica de María Auxiliadora en Turín. Algunos años antes había tenido otro famoso sueño en el que la Virgen se le presentó y le dijo: “Quiero que me hagas una iglesia aquí (...) esta es mi casa y de aquí va a salir mi gloria”.
1874-1884
De Valdocco al mundo
Don Bosco comienza a pensar que no sólo los jóvenes de Italia necesitaban de su ayuda, sino también los de todo el mundo. En 1875 parte la primera expedición misionera. El destino: Argentina.
Los salesianos llegan a Buenos Aires, y desde allí se extenderán a numerosos pueblos y ciudades, especialmente de la Patagonia.
Una obra universal
Después del Oratorio y la fundación de la Congregación Salesiana y del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, otra obra de importancia de Don Bosco fue su proyecto misionero, que comienza a gestarse con la enfermedad de Juan Cagliero cuando éste aún era un muchachito.Al enterarse Don Bosco de esta situación tiene un sueño, en el que ve figuras gigantescas, con el torso desnudo, que lo miran. Él les dice: “Este muchacho no se muere”.
Estudiando el posible origen de estas figuras se encontró con el cónsul argentino en Italia, Juan Bautista Gazzolo, que le dijo que correspondía a los habitantes del extremo sur de Argentina, la Patagonia. Hacia allí dirigirá a sus salesianos.
Preparar diez misioneros en el contexto de crecimiento de la obra y las deudas acumuladas no era fácil, pero la primera expedición llegó de todas maneras a Buenos Aires el 14 de diciembre de 1875. Los salesianos se hacen cargo de la llamada “iglesia de los italianos”, la Mater Misericordiae, ubicada en el barrio de Congreso, y desde allí parten para fundar el primer colegio salesiano de América, en San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires.
Y el árbol se transformó en bosque...
En 1884, cuando Don Bosco escribe la carta de Roma, la obra salesiana estaba presente en sólo 6 países: Italia, Argentina, Francia, Uruguay, España y Brasil.
A la muerte de Don Rua, en 1910, ya se contaban obras en 38 naciones, que llegan a 57 al momento de la canonización de Don Bosco, en 1934.
Cuando en 1965 termina el Concilio Vaticano II, los salesianos se encontraban en 78 países, llegando en 2010 a tener presencia en 129.
Don Bosco pensaba que, además de hacer el bien, había que comunicarlo, y que el libro también ayudaba a la educación de los chicos. Por ese motivo publicó más de cuatrocientos libros, revistas y periódicos.
Y para difundir las acciones de los misioneros y unir a todos los que se iban sumando a su obra, funda en 1877 el Boletín Salesiano.
Las “Memorias de Don Bosco”
“Muchas veces me pidieron que pusiera por escrito las memorias sobre el Oratorio de San Francisco de Sales (...) Ahora se agrega la orden de una persona de suma autoridad, a la que no es permitido dar ninguna demora”. Así se refirió Don Bosco a la indicación del papa Pío IX, quien en 1858 le insinúa y luego en 1867 le ordena escribir todo lo referente a su obra, tarea que él cumple escribiendo en 1873 las Memorias del Oratorio.
A pesar de que Don Bosco no quería publicarlas, esto es finalmente realizado por iniciativa de Juan Bonetti, a partir de 1879, en el Boletín Salesiano, como forma de dar a conocer la acción providencial de Dios en la vida de Don Bosco.
1884-1888
Aquí y en la eternidad
En la madrugada del 31 de enero de 1888, Don Bosco parte al encuentro con el Padre. A su muerte, más de mil salesianos vivían en 57 casas distribuidas en ocho países. El 1 de abril de 1934, el papa Pío X lo declara santo.
Don Bosco sigue vivo
Si hay una cosa que Don Bosco logró es hacerse querer. Esta es la indicación que los salesianos llevan grabada en la cruz de la profesión perpetua: “Procura hacerte amar”. El cuerpo de Don Bosco estuvo expuesto casi dos días para la veneración pública, y podría decirse que ahí mismo comenzó la devoción a su figura.
Casi inmediatamente después de su fallecimiento se puso en marcha el proceso de beatificación, durante el cual se recogen testimonios que serán estudiados para determinar si la persona se puede proponer como modelo de vida cristiana.
En este proceso, una de las objeciones que se hicieron a la persona de Don Bosco fue que, con toda la actividad que realizaba, parecía que nunca rezaba. Y la respuesta a esto fue: ¿Cuándo no rezaba Don Bosco? Todo lo hacía en comunión con Dios, teniendo una mirada de fe sobre la realidad.
Don Bosco sigue vivo
Hoy los salesianos se encuentran presentes en más de 1600 obras de 130 países. Calles, parques, plazas, escuelas, templos y ciudades de todo el mundo llevan el nombre de Don Bosco.
Tan popular se hizo su santidad, tan viva su presencia, y tan fuerte su espiritualidad, que millones de chicos y jóvenes de todo el mundo no dudarían en responder que, aún hoy, Don Bosco vive entre nosotros.
Se usaron como fuente de esta infografía el audiovisual A su tiempo todo lo comprenderás. Pinceladas de la historia de Don Bosco, producido por el Boletín Salesiano y el Equipo Nacional de Comunicación en 2013; y los libros Don Bosco. Una biografía nueva y Memorias del oratorio de San Francisco de Sales. Edición crítica a cargo del padre Fernando Peraza Leal, sdb.