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28 de agosto, 2017

“¿Y vos qué miras?”

Pistas para reflexionar sobre el bullying


“Profe, me está haciendo bullying”, “a mi hijo le hacen bullying en el colegio”, “trabajamos de manera sostenida para erradicar el bullying: cada vez más alumnos, familias y educadores  se muestran atentos a este fenómeno que cobró notoriedad en los últimos tiempos. Si bien el bullying no es un fenómeno nuevo o reciente, en la actualidad parece presentarse un crecimiento de esta problemática, en parte como resultado de la dificultad de muchos adultos —tanto en la escuela como en la familia— para constituirse como figuras de autoridad, sumado a la falta de comunicación y a la exposición que promueven las redes sociales.
El término proviene del inglés, y significa “toreo” o“embate”: bull es la palabra para designar al “toro”. Se trata de un modo particular de violencia que trasciende el hecho aislado y esporádico. Es un constante abuso de poder de alguien o de un grupo sobre una víctima puntual.
Además del bullying existen otras dinámicas de tensión escolar, que pueden ser tanto o más graves, y a las que también se debe prestar atención. Una correcta diferenciación de cada situación permitirá tener un diagnóstico más acertado y realizar una intervención más efectiva. Al mismo tiempo, es necesario tener en cuenta que este fenómeno social se produce en distintos ámbitos, y no sólo en la escuela.

 El bullying y las redes sociales

El espacio virtual se ha convertido para los niños y jóvenes en un lugar privilegiado de socialización. El cyberbullying es un tipo de acoso que ha adquirido gran relevancia, y se trata de una práctica que por sus características es muy difícil detectar, abordar y erradicar. Muchas de las redes sociales tienen la posibilidad de gestionarse desde el anonimato y la invisibilidad, con efectos inmediatos, ocasionando un efecto multiplicador y difícil de limitar.
Lo importante como adultos es intervenir: el silencio es el mejor cómplice de quien hostiga.

El escenario digital permite que el acoso continúe más allá del ámbito escolar, por lo que las agresiones pueden suceder en cualquier momento y lugar, ya que los canales de comunicación están siempre abiertos.De esta manera, muchos de los conflictos que se inician en la escuela se prolongan en el espacio virtual, con la altísima capacidad de repercusión que posibilita. Al mismo tiempo, muchos conflictos que luego suceden en la escuela tienen primero su inicio en las redes.
Esta modalidad de agresión posee algunas características particulares que muchas veces agravan la situación, como bien señala la licenciada María Zysman: “A partir de la ‘distancia’ el hostigadorse siente de alguna manera ‘salvado’ y se anima a compartir, sumarse y generar contenidos que en el ‘cara a cara’ no compartiría. Adquiere mucha más potencia la vergüenza y el miedo de no saber de dónde ni de quién vienen las agresiones y hace que quien lo sufre no tenga espacios donde estar‘a salvo’. En ningún lugar se siente seguro.”
Por otra parte, parecería que los vínculos en el espacio virtual se encuentran mucho más lejos de cualquier posibilidad de intermediación de los docentes y adultos en general.

 El lugar de la escuela

La escuela constituye un espacio único para que niños, adolescentes y jóvenes transiten por la experiencia de vivir junto a otros, para que ensayen vínculos democráticos y pluralistas basados en el respeto mutuo. Por ello, todos los que estamos comprometidos con la educación tenemos una enorme responsabilidad, ya que la construcción de los vínculos en la escuela no es asunto exclusivamente de los chicos, sino también de los docentes y de la institución en su conjunto.
Resulta fundamental que el docente pueda observar los vínculos dentro del grupo y tener presentes, en diferentes momentos y situaciones, a los alumnos que le preocupan. En la medida en que el educador considere que los vínculos entre los chicos son un tema de su incumbencia y esté al tanto de cómo se van conformando, podrá advertir más fácilmente situaciones de acoso, como así también cualquier otra cuestión que requiera su intervención.
Las sanciones deben ser reparatorias. Si humillamos, devolvemos aquello que queremos modificar.

Como bien expresan Ana Campelo y María Lerner,del Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas,“en muchas ocasiones son las diferencias las que hacen que el alumno trate mal a otro, que lo discrimine, que lo deje de lado. La mejor manera de abordar estas situaciones es que lo ‘otro’, lo desconocido, lo diferente, pase a ser menos desconocido, que las diferencias no sean percibidas como algo negativo, porque la vida se sostiene a partir de ellas. Favorecer el trabajo junto a otros es una de las maneras privilegiadas para trabajar con la diferencia. En tiempos actuales, en donde las respuestas individualistas priman por sobre las acciones de conjunto, resulta fundamental propiciar conformaciones grupales más solidarias. (…) Construir y fortalecer estos espacios de encuentro es responsabilidad de los adultos.”

Otras ideas para seguir pensando desde la escuela:

  • No promover “etiquetas” o clasificaciones entre los alumnos. Intervenir activamente cuando se dan estas situaciones para corregirlas.

  • Promover instancias de reflexión grupal sobre las cosas que preocupan a los alumnos.

  • Desestimar la competencia basada en características o competencias personales.

  • Generar propuestas que posibiliten el reconocimiento de todos los estudiantes en sus diferencias individuales.

  • Ensayar prácticas de reconocimiento verbal de los buenos gestos de los alumnos como modo de afianzar su autoestima.

  • Enseñar a aceptar el conflicto como parte constitutiva de las relaciones con otros, e incentivar a pensar propuestas superadoras del mismo.


Por Martín Trucco y Andrés Yulan *andresyulan@yahoo.com.ar
Boletín Salesiano, septiembre 2017

 * Martín Trucco y Andrés Yulan son psicólogos y trabajan en el equipo de orientación escolar de la obra salesiana San José de la ciudad de Rosario.