08 de marzo, 2015
Vivir amenazado
Este verano sonó muy fuerte entre las noticias la muerte del fiscal Alberto Nisman. Se sigue investigando y continúan las pericias. Del suicidio al asesinato, lo que no se niega es que en el desempeño de su profesión cotidianamente recibía amenazas. ¿Cómo será vivir bajo amenaza, sentirse “asaltado” por el miedo?
Como lo explica Anselm Grün,
“el miedo es una fuerza vital que puede estar dentro de nosotros o alrededor. Los miedos pueden ser positivos y actuar como eficaz sistema de alarma. Pero también existe el miedo frente al miedo, que nos paraliza e impide vivir la vida en plenitud”.
Don Bosco tuvo que enfrentar diversas situaciones donde sintió miedo. Amenazado por su compromiso en la conversión del hebreo Jonás, tiene que alejarse algún tiempo de su familia. Perseguido como sacerdote en un contexto político adverso a la Iglesia tiene que esconderse con sus jóvenes, soportar mentiras sobre su persona y su obra.
También hoy, tenemos miedos —personales y comunitarios— y nos sentimos amenazados. Nos asaltan situaciones complejas que nos desbordan y nos pueden paralizar. Nos angustia la incertidumbre de lo que no vemos, o de lo que vemos y nos quema el corazón. El miedo se cuela en la vida de nuestras casas y a veces nos impide hacer opciones. No siempre sabemos cómo anunciar denunciando situaciones de injusticia que nos duelen profundamente. Jesús nos alienta: “
Bienaventurados los perseguidos por mi causa”.
Las realidades que acompañamos son diversas. ¿Cómo es para nuestros chicos vivir bajo amenaza? Bandita contra bandita, familia contra familia, amenazas que son “avisos” donde muchas veces quedan lastimados o pierden la vida. Pibes que comparten la cama con un hermano que tiene un arma bajo la almohada porque sabe que en cualquier momento lo pueden “bajar” por un ajuste de cuentas, pibes que quieren salir de una familia que los somete y no tienen dónde ir. Ellos también quieren hacer opciones y desean que los miedos no los paralicen. Nosotros estamos invitados a renovar las fuerzas y a caminar con ellos.
En el pensamiento de don Pedro Casaldáliga, lo contrario al miedo no es la valentía, es la fe. Sea la fe la que sostenga nuestras opciones y los pequeños intentos de cuidar la vida amenazada. Especialmente la de los más pobres, abandonados y en peligro.
Por Susana Billordo, hma