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12 de enero, 2015

“Si uno se junta y lo intenta, las cosas se pueden cambiar”

Son una banda de indiscutida relevancia y con una fuerte llegada a los adolescentes y jóvenes, que encuentran en ellos calidad musical y compromiso con la realidad. Muchas de sus canciones ya son un clásico a la hora de abordar algunas temáticas de compromiso social. Ezequiel Jusid es guitarrista y voz de Arbolito, y pone en boca suya el sentir del grupo: “Lo que más valoramos de estos diecisiete años juntos es todo lo que aprendimos. Ser cada vez mejores personas, y mejores amigos entre nosotros”.

Muchos chicos y jóvenes se reflejan en ustedes, y hasta tienen el sueño de llegar a un escenario algún día. ¿En qué se deben esforzar para lograrlo?
Primero, en no pensar en llegar a ningún lado. Llegar a “algún lugar” es algo que nosotros nunca nos propusimos. Simplemente, disfrutar cada momento, cada etapa de lo que es una banda. Más que nada disfrutarlo, y saber que lo más importante es eso, el camino que uno está haciendo. No ponerse metas muy locas. Lo vemos mucho, con el tema de las bandas, “llegar a tocar acá, llegar a tocar allá”. Eso se va dando solo. Sobre todo en la música, si uno quiere tocar bien, está bueno estudiar. Y las posibilidades están. Somos bastante privilegiados en este país, y en esta ciudad, de tener la posibilidad de estudiar gratis un montón de cosas, entre ellas estudiar música. Nosotros estudiamos en la Escuela de Música Popular de Avellaneda, que es una escuela impresionante, con docentes de primera... también está “Manuel de Falla”, está el Conservatorio Nacional. Estudiar es fundamental.

¿Hay posibilidades para que los jóvenes puedan expresarse desde la música?
Eso hay que ir buscándolo. Hace un tiempo, cuando nosotros empezamos con la banda, en los noventa, el lugar nuestro era la calle. El lugar donde había que tocar era la calle. La gente se estaba manifestando mucho, saliendo a decir lo que pensaba, a decir lo mal que se estaba. Nosotros tuvimos la oportunidad de tocar en asambleas, en escuelas, en plazas... Preferimos tocar ahí y no en los boliches, o en lugares estables.

¿Qué fue primero, música o compromiso?
Fueron de la mano. Porque la banda la armamos básicamente para tocar en la calle y compartir todo eso que estaba pasando, sin darnos cuenta que estábamos conociendo gente, compartiendo experiencias con un montón de personas que estaban pasando por cosas distintas a las nuestras, sensibilizarnos con problemáticas que no nos tocaban directamente, y ver que hay un montón de gente luchando por diferentes cosas. Ese es un poco el germen de Arbolito. Lo que más valoramos quizás de estos casi diecisiete años que andamos juntos, es todo lo que aprendimos. Ser cada vez mejores personas, mejores amigos entre nosotros. Somos un grupo muy grande de laburo. No somos sólo los músicos, sino mucha gente que está hace varios años, y la premisa es esa: pasarla bien, compartir y ver más allá de la música.

¿Sentís que el compromiso de ustedes repercute también en un compromiso efectivo por parte del público que los sigue?
Nosotros nos sentimos parte de una generación que entendió que había que comprometerse, que había que salir del placard en que estábamos en los noventa, y comprometerse primero con lo que uno quiere, con lo que uno hace. Y también con los demás. Toda esa generación es la que logró en estos años, veo yo, cambiar un poquito las cosas. Hace veinte años atrás había una desesperanza total. A los pibes no les importaba nada, ni la política ni el compromiso...
Los pibes más jóvenes de hoy están mucho más comprometidos, porque quedó un poco más explícito que se pueden cambiar las cosas. Por supuesto que también pueden cambiar las cosas y estar todo mal. Pero sabemos que se pueden cambiar, que si uno se junta y lo intenta las cosas se pueden cambiar. Eso se ve hoy en los pibes... nosotros siempre decimos que los pibes que están hoy militando, en partidos políticos, en agrupaciones, en iglesias, donde sea... la mayoría son pibes nacidos en democracia. Es algo que no nos pasó a nosotros, nosotros fuimos a la escuela en la dictadura. Hay un montón de cosas que hacen que sean más libres, y eso no se puede comparar.

Hay también en sus canciones un cambio, una progresión, de pasar de la denuncia más “cruda” a, quizás en el último disco (Acá estamos, 2012), usar otro registro...
Sí, tiene que ver con el paso del tiempo en cada uno de nosotros. Aparte, las canciones que ya hicimos las seguimos cantando siempre, en todos los recitales. Hacer de vuelta una canción sobre lo mismo es quizás repetirse. Por ahí este disco nos salió así, un poquito de mirar más para adentro... son cosas más intimas nuestras. Estamos un poco más viejos. Y también las canciones de denuncia más duras las hicimos a fines de los noventa. Realmente la estábamos pasando muy mal, teníamos más ganas de gritar. Entonces salieron así las canciones.
Hoy también hacemos canciones donde hay lucha. Hoy hay que seguir. Hoy a la tarde hay una caminata en contra de la instalación de la planta de Monsanto. Si no lo paramos, es algo tremendo.

¿Cuáles son los grandes desafíos de hoy para vos? ¿En cuáles animarías a un pibe de 16 ó 17 a comprometerse?
Lo más importante es comprometerse desde el lugar en que está cada uno. Si uno puede cambiar el lugar donde está, ya eso haría que todo cambie. Empezar a cambiar desde uno. Las problemáticas que vemos hoy más importantes tienen que ver con el medio ambiente... ya hoy hay gente que se muere de cáncer, niños que nacen con deformaciones donde se fumiga con agrotóxicos, la minería contaminante con el cianuro... La gente que nace en esos pueblos ya toma agua con cianuro, empieza a tener enfermedades que ni siquiera se conocen. Esa problemática es del mundo entero. Y acá en Latinoamérica está muy fuerte, porque económicamente parecería que lo que empieza a sustentar este momento político son estas cosas, y es muy fiero eso. Tener que plantar el setenta por ciento del país con soja, y fumigar con agrotóxicos... habría que buscar otro tipo de alternativa. Nosotros viajamos mucho, y en cada lugar nos encontramos con grupos de pibes que están luchando por eso.

Si a ese chico le tuvieras que recomendar una o dos canciones de Arbolito, ¿cuál le regalarías?
Sabemos que hay algunas que pasa el tiempo y nos enteramos que se trabajan en las escuelas, las maestras en primaria o los profes en secundaria, agarran y trabajan estos temas, como “La costumbre”, la “Saya del yuyo”, “Niño mapuche”. Quizás “Color de tierra”, del último disco... “Pachamama”. Igual, cada uno con una canción agarra para el lado que quiera. Es lo lindo que tiene una canción, para mí dice una cosa y para vos otra. A cada uno le despega los sentimientos que en ese momento pinta.

 

Por Santiago Valdemoros