22 de enero, 2016
¿Rivales o enemigos?
Las paces
No habrá pilchas que reemplacen camisetas,
cuando bajen las banderas de los clubes.
Si en tu rostro se reflejan otras jetas,
el cemento se hace carne en multitudes.
Que fue mi padre, fue mi hermano, fue un amigo,
o tal vez el resultado de un partido.
De este dulce de agridulces que se encarga,
del futuro de otro lunes sin destino.
Pero vos que sos mi amigo de la infancia.
Nos criamos en potreros y baldíos.
De Patricios a Boedo la ignorancia
puso bombas en el medio del camino.
¡Cuántas veces he sufrido tus cargadas!
¡Cuántas veces fui verdugo a tu lamento!
Para luego festejar a carcajadas
un abrazo de amistad que es monumento.
Que haya cuervos, que también haya quemeros.
Diablos rojos que se van a la academia.
Que haya templos, bomboneras, gallineros,
y que acabe de una vez esta pandemia.
Arroyitos en el parque Independencia.
Agua fresca del tatengue al sabalero.
Un refugio cuando acecha la tormenta,
sea un bosque para pinchas y triperos.
Que haya puertos que reciban a piratas
y talleres por la gloria del humano.
Que el aguante ya no sea más por plata,
y que limpias se alcen siempre nuestras manos.
Que así sea para todos los equipos.
Que así sea para todas las hinchadas.
Lloren risas, rían llantos, peguen gritos,
que el sudor no sea sangre derramada.
Que en mis ojos brille siempre la inocencia,
disfrutemos todos juntos el partido.
Que el folclore no sea un himno a la violencia,
que el rival no se convierta en enemigo.
Si hubo justos que abrazaron una causa.
Si hubo Ringos que abrazaron a Bambinos.
Que la euforia se haga calma en una cancha.
Enemigo es el que invade no el vecino,
pero vos que sos mi amigo de la infancia…
Artista: Las Pastillas del Abuelo
Álbum: El barrio en sus puños (2014)
Como en todos los ámbitos de la vida, cuando el fanatismo cruza cierto límite deja de ser un simple fanatismo. Cuando la devoción por un escudo o los colores de una camiseta lastiman a otro de colores diferentes, ¿de qué devoción estamos hablando? Nos cansamos de escuchar la frase “el fútbol es el reflejo de nuestra sociedad”. ¿Somos realmente esa violencia exacerbada? ¿Somos esa intolerancia inverosímil? ¿Es el que obra mal o es la sociedad que lo permite? Son muchas las preguntas que emergen de una sociedad convulsionada.
¿Y si volvemos al potrero? A aquél donde convergían camisetas de diferentes colores y todo terminaba en un abrazo. Que nuestros ídolos no tengan miedo de abrazarse en público y posar frente a una cámara, que el ejemplo salga desde el campo de juego y la rivalidad solo dure noventa minutos y después… y después sigamos siendo amigos. Que las cargadas nos hagan reír, no llorar. Que la camiseta sólo se manche de barro.
En esta canción,
Las Pastillas del Abuelo nos invita a reflexionar sobre ello:
“Disfrutemos todos juntos el partido, que el folclore no sea un himno a la violencia…”. En nuestro país, el fútbol es pasión de multitudes, jamás vista en ningún otro rincón del mundo. Somos un público pasional, así nos definen no sólo en el deporte sino también en la música y otros ámbitos.
¡Fanáticos si, violentos no! Qué vivan el fútbol y sus hinchadas. Que colguemos los trapos y hagamos latir cada estadio con nuestros cánticos, que cada clásico sea una fiesta y lo podamos vivir en familia y entre amigos; que podamos charlar de fútbol y de política ¿Quién dijo que de eso no se habla? Que el fútbol no se tiña de violencia, que no nos cierren las canchas, que el partido se gane en el campo de juego...
¡que el rival no se convierta en enemigo!
Por Analía Anchel • aanchel@donbosco.org.ar