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10 de octubre, 2017

¡Que no falte la alegría!

Canta

Voy a cantar una copla de amor,
voy a dejar de sufrir el dolor.
Yo ya no quiero llorar,
pena te juro y te vas.
Aquí en el fondo de mi alma,
brota la voz del encuentro ancestral.
Canta que tengo una pena,
dale a los vientos tu alma entera.

Creo en cada palabra que tiene música,
puedo volar con sólo imaginar.
Voy a encender la hoguera de tus ganas,
para que me acompañes a soñar.
Ya suenan los acordes de la alegría,
no hay más razón del ser que la verdad.
En la raíz el centro de la vida,
llueve, la tierra empieza a despertar.

Para creer estamos en el mundo.
Para ser uno en la diversidad.
Porque sin ti no hay nada.
Porque sin ti no hay nadie.
Voy de tu mano por la libertad.

Canta que la vida es pa' cantar,
con la pena y todo es linda y es un regalo de Dios.
Baila que la vida es pa' bailar,
dale mucho movimiento no te quedes sin andar.

Sueña, canta y baila sin parar,
que la vida es una fiesta cuando quieres disfrutar.
Vamos, que lo malo quede atrás,
el camino sigue andando
ya no espera la verdad.

Artista: Soledad Pastorutti
Álbum:Canta(2017, single)

Sabemos que Don Bosco repetía una y otra vez a los jóvenes del Oratorio que la santidad consiste en estar “siempre alegres”; una alegría sana y sincera, que se sostiene en una amistad profundacon Jesús.
La Sole nos invita con esta canción a cantarle a la alegría de la vida, recordando que muchas veces nos tocará vivir en tiempos, ámbitos o realidades de tristeza, pero que depende de nosotros dejar que la mano de Dios actue. La alegría es entonces una virtud, pero también una decisión.
La alegría es una virtud, y toda virtud tiene una cuota de don: es un regalo que Dios y la vida nos hacen y que muchas veces es fruto de las experiencias que vivimos. Por ejemplo, la alegría que sentimos al estar entre la gente que queremos y que nos quiere. Es todo un logro que un lugar contagie alegría. Por eso Don Bosco quería que toda obra salesiana fuera “casa” para los jóvenes,un lugar donde uno se siente cómodo y puede mostrarse tal cual es.
Pero toda virtud también es una decisión, una conquista: implica esfuerzo y una vez adquirida debe ser alimentada y cultivada. Nunca debemos olvidar que la alegría de un ambiente también es responsabilidad nuestra. Y si la alegría es clave para nuestra santidad, con más razón es importante que la cuidemos.
Muchas veces puede pasar que nos acostumbramos a las pequeñas cosas que son fundamentales para favorecer el clima alegre de los lugares que más nos gustan… y las dejemos de cuidar. Y cuando menos cuenta nos dimos, ya no están y cuesta recuperarlas: pequeños gestos como saludar o sonreír, la forma en que nostratamos, o actividades que realizamos que parecían insignificantes pero hacían a la cuestión.
Tampoco la alegría se dará por voluntarismos ni forzándola. Hay que dejarla nacer espontánea y sincera. Hay que pedírsela a Dios todos los días de nuestras vidas. Eso sí… ¡a Dios rezando, pero con el mazo dando!

Para seguir reflexionando en aulas, capillas y patios:

  1. ¿Qué actitudescotidianas alimentan la alegría?

  2. ¿Hay alguna que esté en riesgo de perderse? ¿Cómo hacer para valorarla y cuidarla?

  3. ¿Solemos agradecerle a Dios por la alegría que nos regala? ¿Y pedirle que la cuide?


Por Federico Poldifederico.poldi@gmail.com
Boletín Salesiano, octubre 2017