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09 de octubre, 2018

Para mirar de cerca

“Después de dormir, lo que más hace un chico es estar frente a una pantalla”


Chicos, adolescentes y el uso de la tecnología: entrevista a la especialista Roxana Morduchowicz


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Tomás se despierta y rápidamente revisa cuántos “me gusta” tuvo última historia de Instagram que subió anoche, mientras estaba en su cuarto con el celular antes de dormir. Camino a la escuela con su mamá no hay mucha charla: él está medio dormido, y ella ocupada revisando el grupo de WhatsApp de las familias del grado, por si Tomás se olvida de llevar algo. Durante la mañana hay un par de horas libres: momento ideal para jugar una partida de Clash Royale, donde participan jugadores de todo el mundo.

De vuelta a casa, almuerza mientras mira la tele y después se pone a ver a sus youtubers favoritos, su abuela lo manda a hacer la tarea: tiene que buscar información sobre la llegada de los españoles a América. Entra en el primer link que le aparece en Google y empieza a copiar todo en su carpeta. Después vendrá la pelea de todas las tardes con su hermano adolescente por ver quién usa más tiempo la Play para jugar al Fortnite. Tomás lleva las de perder. Derrotado, se va a su cuarto a hablar por Snap con sus amigos de la escuela hasta la esperar la hora de la cena…

La relación de los niños y adolescentes con las pantallas e Internet es uno de los temas de investigación de Roxana Morduchowicz: argentina, doctora en Comunicación por la Universidad de París y consultora de la Unesco en temas de educación y tecnologías. Actualmente se encuentra presentando su último libro, Ruidos en la web. Cómo se informan los adolescentes en la era digital, editado por Penguin Random House: “Está muy instalado en las casas preguntarle al chico ‘¿cómo te fue en Matemática?’ o ‘¿qué tal el examen de Historia?’. Está bien,  pero nadie le pregunta: ‘¿qué hiciste hoy en Internet?’. Y es cada vez más importante estar al tanto del uso que hacen los chicos de las pantallas”.

 

¿Por qué los adultos creemos que los chicos pueden navegar solos durante horas en la web, pero no los dejamos ir a hacer las compras solos?


Existe en todo el mundo la idea de que es poco lo que padres o docentes pueden orientar a los chicos en temas de tecnología: “¿Qué puedo enseñarle si sabe de tecnología más que yo?”, dicen muchos.

Pero el saber con el que cuentan los adolescentes es “instrumental”. Saben cómo manejar la herramienta, qué hacer si se cuelga la computadora, cómo bajar la última aplicación… pero todavía están lejos del saber reflexivo y crítico respecto a las tecnologías que queremos que tengan, que es donde los adultos sí pueden orientar y ayudar.
 autora_baja“La última pantalla en ingresar a la vida de un chico debería ser el celular, a eso de los 12 o 13 años, que es cuando empieza a realizar actividades de manera más autónoma”, afirma Morduchowicz.

 

En algún punto, para los chicos esta realidad virtual es casi tan real como la material…


La vida cotidiana de los chicos está atravesada por las pantallas. Es la actividad más importante que desarrollan en el día después de dormir. Las tecnologías han transformado la manera en que los chicos se informan, aprenden, estudian, se entretienen, escuchan música, ven una serie o una película… y también la forma en que se relacionan con los demás. Toda su vida diaria está atravesada por las pantallas, y por eso es tan importante que los adultos estemos al tanto.

Hay una expresión que es la de “nativo digital”, creada en el año 2000 para caracterizar a una generación que nacía con las tecnologías, por oposición a los adultos que eran los “inmigrantes digitales”. Sin embargo, hoy se está cuestionando. “Nativo digital” es quien sabe hacer un uso seguro, reflexivo, crítico y creativo de las tecnologías. No se puede llamar “nativo digital” a una persona que sube información privada a la web, que participa de acciones de cyberbullying, que copia y pega el primer link que le aparece cuando tiene que entregar una tarea escolar, que no distingue la procedencia de la información. Por más que haya nacido después del 2000 y tenga 14 años, no se lo puede llamar así.

 

De todas maneras, hay familias que “festejan” que un chico de dos años use la pantalla del celular con fluidez…


Eso pasa porque los adultos, en general, confunden el uso “instrumental” con el uso reflexivo, seguro y creativo de las tecnologías. Obviamente, el contacto de los chicos con las tecnologías se produce a una edad cada vez más temprana, a los dos o tres años. Esto tiene que ver con que los dispositivos son táctiles, y para los niños es más fácil deslizar una mano por la pantalla que manipular botones. Pero no quiere decir que sea recomendable. Se sugiere que hasta los tres años los chicos no estén en contacto con ninguna pantalla, para priorizar las actividades motrices; el contacto con la vida real y no la vida virtual.

Y también se recomienda que la última pantalla en ingresar a la vida de un chico sea el celular, a eso de los doce o trece años, que es cuando termina la secundaria y generalmente realiza actividades de manera más autónoma o independiente. Pero a los seis o siete años, que es cuando ya se registra que muchos chicos tienen un teléfono, no tiene sentido, porque a esa edad ningún chico debería hacer una actividad de manera independiente a su familia.
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“Se sugiere que hasta los tres años los chicos no estén en contacto con ninguna pantalla”



Otro de los problemas que identificás es la relación de niños y adolescentes con las llamadas “noticias falsas”; un problema que sin duda afecta también a los adultos…


Los estudios internacionales dicen que cuando buscan información en la web —que es la segunda actividad más importante después de las redes sociales, ya sea para la tarea escolar o para las propias inquietudes—, los chicos utilizan el primer enlace que les aparece. No chequean ni comparan información, no identifican al autor ni la procedencia, confunden publicidad con información. Además se informan básicamente por redes sociales. Entonces lo que les llega es muy parcial, porque depende de los intereses propios o de sus contactos, y está muchas veces fuera de contexto.

El segundo riesgo tiene que ver con las “noticias falsas”, que están a cargo de gente que deliberadamente sube contenido para perjudicar o dañar a una persona, a un grupo social o a una organización. Chicos y adultos confían más en quien les envió la información que en su autor, y muchas veces se terminan compartiendo y “viralizando” datos falsos solo porque los pasó alguien de confianza.

Lo importante es enseñar a los chicos a distinguir las fuentes, a identificar la procedencia y la necesidad de relacionar las fuentes con la confiabilidad. Tener información es el primer ingrediente que necesitan, pero de fuentes autorizadas.
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“Chicos y adultos confían más en quién les envió la información que en su autor”



De todas maneras, en muchos establecimientos se generan fuertes conflictos por el uso del celular en las aulas, y también fuera de ellas…


Lo que hay que preguntarse no es tanto si “celular sí o celular no”, sino en función de qué proyecto educativo. No tiene mucho sentido preguntarse si un dispositivo es bueno o malo: son herramientas. Hay que preguntarse por el proyecto educativo de esa escuela o de ese docente para ese dispositivo. Si el celular o la computadora se utilizan para copiar y pegar el primer link que aparece, entonces no tiene sentido el celular, pero tampoco la computadora. Lo que cuenta es el proyecto que está detrás de esa decisión. •

 

Por Ezequiel Herrero y Santiago Valdemoros • redaccion@boletinsalesiano.com.ar

BOLETIN SALESIANO - OCTUBRE 2018