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10 de marzo, 2015

“No sería quien soy sin las exploradoras”

Patricia Gavilán actualmente es coordinadora del Programa de Reciclado de Fundación Garrahan y también es exploradora de María Auxiliadora de Buenos Aires.

¿Cómo fue tu experiencia en Exploradoras?
Fui exploradora desde los seis años hasta los veintiuno que me casé. Una chica que vivía al lado de mi casa iba al colegio María Auxiliadora de la calle Soler, en el barrio de Palermo. Y un sábado nos invitó. Fue una experiencia de vida imposible del borrar. El otro día les contaba a mis hijas del balneario de Reta, donde íbamos siempre de campamento. Tendría trece o catorce años cuando era jefa y estábamos a cargo de un grupo de nenas. Íbamos con la hermana Antonia y alguna hermana más. No iban padres. Teníamos esa responsabilidad y la tomábamos muy en serio. Planificábamos casi como los maestros; cada sábado se tocaba un tema distinto. Te da una formación en un montón de ámbitos de la vida: la solidaridad, el poder trabajar en equipo. No sería hoy quién soy, Patricia, si no hubiera pasado por las exploradoras.

¿Te acordás alguna anécdota en especial?
El balneario Reta es un lugar con muchas “aguas vivas”; te tocaban con los filamentos y ardía muchísimo. Nunca supe qué nos ponía, pero la hermana Antonia nos curaba: quizás no nos ponía nada, pero a nosotros nos curaba. Otra cosa que tengo presente es que durante un campamento en Saldungaray, la hermana Antonia fue la que me avisó que mi abuelita había muerto. Todas mis compañeras querían divertirme. Tendría diez años. Me acuerdo que me reía y la fui a ver a Antonia y le pregunté si mi abuela no se iba a enojar porque yo me estaba riendo. Y ella me dijo “se va a poner feliz de que vos estés feliz”.

¿Cuál es tu rol en la Fundación Garrahan?
Coordino el programa de reciclado y todo lo que es organización de congresos y jornadas. El programa de reciclado cumplió quince años y nació de una persona que se le ocurrió que le pidamos papeles a distintas empresas e instituciones con las que ya teníamos contacto. La propuesta era buena: nosotros no teníamos que poner plata y nos aseguraban un ingreso, pequeño en ese momento. Después de seis meses nos pagaban de acuerdo a los kilos que ingresaban. ¡Pensar que ya nosotros con las exploradoras juntábamos papeles para pagar el campamento! Los guardábamos en un cuartito en la escuela y después con eso comprábamos alimentos.
Hoy con el dinero del programa de reciclado se sostiene el cincuenta por ciento de los gastos de esta Casa. Tiene padrinos, que donan dinero, pero no todos los cuartos están apadrinados. Tampoco alcanzaría: son cuarenta y seis cuartos con baño privado donde viene el niño con su mamá o un acompañante mujer y se le dan las cuatro comidas y todo lo que necesitan. Gente que, si viene, es porque no tiene recursos económicos. Vienen del interior del país, de más de cien kilómetros de distancia de Buenos Aires. Acá teóricamente viene el paciente que tiene un caso muy complejo, que no quiere decir que no se atiendan casos menos complicados si hay disponibilidad.

“El programa de reciclado ayuda a los chicos del hospital, cuida el planeta y, a la vez, genera puestos de trabajo. Cierra por todos lados”



¿En qué consiste el programa de reciclado?
El programa comenzó en 1999 buscando juntar papeles. En 2006 sumamos las tapitas y en el 2008 las llaves de bronce. Son los tres programas que tienen que ver con la comunidad. Porque a veces mucha gente dice “el Estado debería sostener, el Estado debería hacer...”. Y en realidad uno cuando es ciudadano con todas las letras no puede solamente decir “yo voto y ahora que se hagan cargo”. Tenés que participar. El ciudadano activo es justamente aquél que forma parte de este tipo de cosas.
Además el 25 % de las enfermedades se produce por exposición a riesgos ambientales que se podrían prevenir. Estamos hablando de la basura, la minería, los agroquímicos. De ese 25 %, el cuarenta corresponde a chicos menores de cinco años. Uno de los riesgos que podría prevenirse es la basura y tiene total relación con nuestro programa. Nosotros ya pudimos recuperar ochenta mil toneladas de papel. Equivale a salvar de la tala a más de un millón trescientos mil árboles. Recuperamos más de cuatro mil cuatrocientas toneladas de tapitas. Si las ponemos una al lado de la otra, podríamos darle la vuelta al mundo.
Jamás nos imaginamos que iba a tomar esta dimensión. Empezamos tercerizando todo. Después pusimos nuestro propio depósito. Luego clasificamos los papeles, porque de esa forma obteníamos más recursos. Después pusimos nosotros mismos el flete. Hoy genera cincuenta y cinco puestos de trabajo. Es decir, colabora con la Fundación Garrahan, ayuda a los chicos del hospital, cuida el planeta y, a la vez, genera puestos de trabajo. Cierra por todos lados. Millones de personas —millones, de verdad— empezaron a entender de qué se trataba el reciclado a través de este programa.

Hace poco hubo un evento masivo de “juntada de tapitas”. ¿Cómo surgen esas iniciativas?
En el año 2012, hicimos un record mundial de juntada de tapitas. En el 2013, Colombia nos bate el récord. Preguntamos a Guinness, como la solidaridad no compite sino que se une, si podíamos hacer un récord en conjunto con Colombia. Nos pidieron que juntemos 158 toneladas. El día 28 de noviembre de 2014 nos juntamos, el mismo día y en el mismo horario, en cinco ciudades de Argentina y en tres de Colombia. Recaudamos 477 mil kilos, tres veces lo que nos pedimos. Tres obeliscos de tapitas entre los dos países.
Son cosas que se van creando. Por ejemplo, el ecokit, que es un balde, una palangana y una palita. Está hecho 100% con las tapitas, por lo cual el elemento vuelve a la cadena de consumo. Fabricamos un papel de cocina reciclado. Nos dan un pequeño monto por cada rollo, y además nos compran la materia prima. Cuando hicimos el record Guinness, juntamos un poquito más de dos millones de pesos. Todo ese dinero lo estamos aplicando en un edificio de siete mil doscientos metros cuadrados, que es el centro de atención integral del paciente oncológico. El 30% de todos los chicos del país con cáncer se atienden en el hospital Garrahan, en una población que va en crecimiento vegetativo. Hoy el 80% de los chicos con cáncer se curan. Este centro será el hospital de día de los chicos, y va a hacer que haya una mejor calidad de atención para los chicos, y una mejor calidad de trabajo para los profesionales.

“El 25 % de las enfermedades se produce por exposición a riesgos ambientales que se podrían prevenir. Uno de esos riesgos es la basura y tiene total relación con nuestro programa”



¿Cómo se puede colaborar?
Nosotros tenemos, por un lado, en Capital y Gran Buenos Aires, nuestra logística propia. Si sos una empresa, te entregamos los cestos para que juntes el papel y los frasquitos para que juntes las tapitas, las llaves. Y programamos los retiros. Con una escuela funciona prácticamente igual. Y para el particular, tenemos miles de puntos de recolección, en todo el país, para que puedas llevar una bolsita, que no podemos pasar a buscar casa por casa.
En el interior del país tenemos algunos referentes voluntarios que son, en muchos casos, papás de niños que se han atendido o que se atienden en el hospital. El primero fue Ramón, de Formosa. Hoy su hija, la cual tuvo muchísimas operaciones acá en el hospital, está estudiando Medicina, nos manda cuatro o cinco camiones por año llenos de tapitas. Así hay más o menos veinte referentes en distintas ciudades del país.
Hay una página web para ponerse en contacto www.vaporlospibes.org.ar

 

Por Santiago Valdemoros y Ezequiel Herrero