22 de agosto, 2019
Mi vida, tu vida, la de todos
En su último informe, Unicef advierte por el aumento de casos de suicidio de adolescentes en nuestro país.
Un informe publicado por
Unicef en mayo de este año señala que los suicidios constituyen la
segunda causa de muerte en Argentina para los jóvenes entre 10 y 19 años. La publicación realizada a partir de datos recolectados en nuestro país da cuenta de una situación que reclama la atención de toda la sociedad: desde principios de la década del noventa hasta la actualidad,
la mortalidad por suicidio en adolescentes se triplicó.
El informe da cuenta de la escasez de datos con los que se cuenta al respecto ya sea desde el Estado nacional como de las provincias. Por otra parte, señala que
la mortalidad es más alta entre los varones que entre las mujeres. Y también aumenta entre quienes tienen un menor nivel educativo. Finalmente, el trabajo de Unicef señala un dato para tener en cuenta:
el 81% de los suicidios consumados no presentaban intentos previos.
Conmoverse frente a esta realidad es la primera de las actitudes que se despiertan en quienes desean la vida plena para los adolescentes y jóvenes. Así como también se vuelve necesario tratar de atender a algunas de las variables que rodean esta situación, teniendo presente que cada caso tiene sus propias particularidades que hacen difícil la generalización.
“Hay que crear lazos solidarios de calidad”
Marcelo Rossi es médico, especialista en Psiquiatría y Psicología Médica por la Universidad Nacional de La Plata. Trabaja en el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires y se ha especializado en el trabajo con adolescentes.
¿Cómo hablar del suicidio?
El suicidio es algo que las personas “procesan” o reflexionan de manera muy íntima. Por eso, cuando sucede se suele decir: “¿Qué es lo que no vimos…?”. Además, la mayoría de las organizaciones suelen insistir en que el suicidio es prevenible. Muchos casos lo son, es cierto, pero siempre habrá una parte que no lo sea.
Se recomienda hablar del tema, pero no opinar desde el sentido común. Por ejemplo, no decir que el suicidio es un acto valiente o que el suicidio es un acto cobarde. Es importante que quien aborde el tema cuente con lo menos con una pequeña información. Hablar de esto hace que aflore el tema y se presenten recursos para procesarlo de manera diferente.
¿Hay algún indicio de por qué aumentó la tasa de suicidio adolescente en Argentina?
Hay que interpretar las conductas de las personas en contexto. Hubo grandes cambios sociales y políticos. Pero hay uno que para mí es muy importante:
se caen las oportunidades. Los jóvenes de sectores medios-bajos y bajos creen que no pueden hacer nada para cambiar la realidad. Y se plantean cada vez expectativas menos ambiciosas.
Eso no puede no tener consecuencias. Antes se pensaba que las clases más acomodadas tenían tasas más altas de suicidio, pero la Organización Mundial de la Salud reveló que el 75% de los casos se dan en países de bajos ingresos.
Es más vulnerable el joven que está más desprotegido.
Por otra parte, cuanto más queremos saber, más diversidad y más singularidad vamos a encontrar. Se quita la vida alguien que se siente solo, abandonado y desprotegido, pero también quien se siente asfixiado y controlado por otros y no encuentra un espacio de libertad.
Estadísticamente se encuentran las listas de factores de riesgo: situaciones familiares de violencia, intentos de autoagresión, consumo problemático de sustancias, la situación de calle… pero también la tensión durante los exámenes, el hostigamiento escolar, la discriminación por la elección sexual.
Uno puede llegar a pensar que todos sus alumnos están en situación de riesgo. Por eso las escalas de factores de riesgo son relativas,
lo que tendríamos que trabajar más bien es una lógica de escucha del otro. No es que no haya cosas ni buenas ni malas, sino que depende de los recursos que se tengan para afrontar las dificultades de la vida.
¿Qué pueden hacer educadores y familias frente a esta situación?
Émile Durkheim, sociólogo y filósofo francés, decía que
lo protector frente al suicidio son los lazos solidarios. La prevención apuntaría a crear lazos solidarios de calidad.
Sentir que formo parte de algo. Y en los jóvenes es una necesidad en esa etapa de la vida. El joven tiene que salir del grupo humano que le dio sentido y ahora tiene que buscar sentido afuera.
El problema es cuando ese sentido escasea o sobre todo cuando hay otro factor muy complicado, que es la contradicción. Por ejemplo, cuando los padres expresan algo con las palabras que se contradice con lo que hacen. El joven es muy sensible a estas cosas.
Para Rossi, otro factor a tener en cuenta es el discurso que tiene la sociedad hacia los jóvenes: “
Hoy se habla de los jóvenes ‘nini’, que no estudian ni trabajan”, agrega. En síntesis, el joven no es apreciado por la sociedad, y ésta se lo demuestra:
“Frente a este panorama: ¿la voluntad de morir es del joven o es de la sociedad?”, se pregunta Rossi.
“Pero el tema en sí no tiene límite. Porque detrás de la cuestión del suicidio está el tema de si la vida vale la pena ser vivida. Entonces hablar de suicidio es hablar de la vida y de cómo y por qué vive la gente. En definitiva, qué es lo que hace que la gente sea feliz”.
•
Valorar la prevención
El suicidio de jóvenes es un problema con innumerables aristas. La ausencia del Estado y el deterioro de sus instituciones son un factor importante, es cierto, pero también hay otras cuestiones dignas de ser atendidas, por ejemplo:
- Culturalmente —a escala global y sin distinción de franja social—, la baja tolerancia a la frustración que se ha apoderado de muchos de nosotros. Un sistema que endiosó al mercado e hizo religión al consumismo, instala en las personas un ansia desmedida de posesión, de éxito, de reconocimiento y satisfacción. Hemos perdido la capacidad de lidiar con la frustración. No estamos tan enteros para convivir con “lo que falta”.
- También el misterio, cuando no el enigma, que es cada persona. Es algo que no hemos de perder de vista. Solemos repetir: “Cada persona es un mundo” ¡Y eso es tan cierto! Muchas veces no terminamos de divisar la complejidad y los rincones más oscuros, cuando no dolorosos, de lo que cada uno piensa, siente, busca o padece. El ritmo de vida que venimos llevando, en muchos aspectos enfermizo, no puede no pasarnos factura. También al interior de cada uno y en el vínculo de unos con otros.
- Otro elemento también preocupante es el uso y abuso en el consumo de drogas. Sean las lícitas, a las que recurrimos a veces sin supervisión médica ni control alguno, o de las otras, las ilegales. Unas y otras condicionan la racionalidad y libertad de nuestras acciones.
Cada vez que me toca estar junto a la familia y los amigos de alguien que se suicidó, me surge abrazarlos fuerte y no hablar mucho. Hace falta que pase el tiempo, que se llore —mucho—, y que de a poco surja de un lado y otro la palabra que ayude a sanar algo de la herida.
Duele asistir a un dolor tan grande. Pero de a poco se recupera la fuerza y la intuición de Don Bosco,
que supo valorar y practicar la prevención. Cuando decimos que la obra salesiana es casa que recibe y patio donde pasarla bien, no es verso. Es prevención. Cuando miramos a los ojos, y llamamos al otro por su nombre y le damos nuestro tiempo, tampoco es verso. Es prevención. • (punto final)
Ángel Amaya, sdb
Algunas orientaciones para actuar
“Ante el suicidio surgen primero el dolor y luego las preguntas, los interrogantes, las búsquedas de sentido e incluso, en numerosas ocasiones, la búsqueda de culpables y de chivos expiatorios. Por eso es necesario comenzar afirmando que el suicidio es un enigma. En su análisis, se encuentran múltiples significaciones, lo cual da cuenta de lo indescifrable del acto, así como la ausencia de referencias concluyentes y explicaciones ante el hecho trágico.
Por ello, en primer lugar, hay que evitar que la intervención educativa se centre en la búsqueda de respuestas a los interrogantes que la propia situación genera; ciertas investigaciones corresponden a la Justicia y la escuela debe enfocarse en las políticas de cuidado sobre niños y jóvenes, y sobre la comunidad educativa”. (p. 13)
Políticas de cuidado en la escuela. Aportes para trabajar la problemática del suicidio e intentos de suicidio. Provincia de Buenos Aires, 2017
Algunas orientaciones para actuar frente a intentos de suicidio que surgen de este documento (p.89):
“Si un niño, niña, adolescente o joven recurre a un adulto significativo de la institución para manifestar una situación de estas características, probablemente lo haga con la seguridad de obtener la garantía de una respuesta comprometida: lo elige porque confía en ese actor institucional. Aquel adulto deberá hacer saber al sujeto afectado el gran valor de buscar ayuda”.
“Nunca se debe minimizar, negar o relativizar la veracidad del relato; no solo no respeta la Convención de los Derechos del Niño, sino que además generará en él o ella la convicción de que no vale la pena acudir a un adulto. De igual manera, su subjetividad será gravemente afectada si la persona adulta no puede sostener la privacidad de su relato y lo comparte indiscriminadamente y de manera innecesaria con otros actores”.
“Se debe intervenir prestando mucha atención a cada situación en particular y la intervención debe ser lo más inmediata posible, pues hay una persona que está poniendo en riesgo su vida. El intento de suicidio debe abordarse con un cuidado especial y con absoluta reserva en lo que respecta al sujeto y su entorno familiar. De aquí que toda acción que se lleve a cabo con un joven debe ser articulada con la familia y el servicio de salud en primer término e inmediatamente…”. •
Podés encontrar el informe de Unicef y las orientaciones de la provincia de Buenos Aires en los siguientes enlaces:
https://www.unicef.org/argentina/media/5466/file/suicidio%20adolescente.pdf
http://www.abc.gov.ar/psicologia/sites/default/files/modulo_de_suicidio.pdf
Por
Ezequiel Herrero y
Santiago Valdemoros
BOLETIN SALESIANO - AGOSTO 2019