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16 de marzo, 2018

“Los santos son compañeros de camino”

Peregrinos de tierra adentro, nuevo libro para conocer la santidad argentina


“Hasta hace no muchos años, hablar de santos de Argentina parecía una cosa muy utópica. Y ahora la lista es bien extensa”, comienza diciendo en la entrevista el salesiano Néstor Zubeldía. Sacerdote y autor de varios títulos, este año presenta junto a Ediciones Don Bosco Argentina una nueva publicación: Peregrinos de tierra adentro, un libro para conocer la historia de diez santos, beatos y candidatos a la santidad de nuestro país.

¿Cuál fue el criterio para la elección de estos personajes?

Los lectores que tienen algunos años encima saben que antes había santos de Italia, de España, incluso de otros países de América Latina, pero parecía que en Argentina carecíamos de santos. Y no porque no hubiera candidatos, sino porque ni siquiera estaban iniciadas las causas.
La causa de Mama Antula, por ejemplo, había sido iniciada en 1902, pero se estancó.Después empezó a aparecer,allá por 1988, la figura deLaura Vicuña, que había nacido en Chile. O deDon Zatti, que tampoco había nacido en Argentina. Luego vino el primer santo argentino, San Héctor Valdivielso, un mártir lasallano que había nacido en Buenos Airespero que de chiquito sus padres lo llevaron a España, de donde no volvió.
Seguíamos sin tener santos argentinos hasta que en 2007 llegó la beatificación de CeferinoNamuncurá, y finalmente en 2016 la canonización del curaBrochero. Y de esa lista que en alguno momento fue muy breve y de repente se hizo más extensa, fui eligiendo aquellos santos, beatos o candidatos a la santidad que más me impresionaron, y otros queaprecié desde siempre.

¿Qué fuiste descubriendo de estas figuras con la redacción del libro?

La persona que más me sorprendió es la beata Ludovicade Angelis, a quien conocía por haber vivido varios años en La Plata. Como sacerdote visité varios chicos enfermos en el hospital que lleva su nombre y conocí personas que trataron con ella. Me pareció un personaje encantador. Una mujer italiana, con estudios primarios inconclusos, que tuvo que cuidar a sus hermanos mientras sus padres trabajaban en el campo. Vino a la Argentina como misionera, empezó a trabajar en el hospital como cocinera y terminó siendo el corazón de la institución. Y en una ciudad que tiene facultad de Medicina, el hospital de niños de La Plata lleva el nombre de una mujer apenas instruida, perocon un corazón“más grande que el hospital”, como dice el título del capítulo dedicado a ella.
Y de los que conocía, siempre me es apasionante leer o escribir sobre el obispoAngelelli. El paso del tiempo va agrandando más su figura. Casaldáliga lo llamaba el “mártir prohibido”, porque después de su muerte no se podía hablar de él.
Después hay otros que quedaron pendientes: los mártires palotinos, el obispo Novak. En el intento de que los personajes del libro sean variados, algunos quedan afuera.

¿Cuál es la importancia de que el lector descubra estos santos argentinos?

Para la fe más popular, los santos son como compañeros de camino, que nos hacen sentir menos solos en el camino de la vida. Tener un santo es como tener “palenque donde rascarse”, donde ir a pedir ayuda sabiendo que no van a mirar para otro lado. Eso es lo que en general el pueblo siente de los santos, incluso de aquellos no canonizados o con una pertenencia a la Iglesia “discutible”, como el Gauchito Gil o la Difunta Correa. Son cercanos y del pueblo, generalmente gente sufrida.
En cambio, para los jóvenes los santos suenan más como ejemplo. En un mundo donde la vida se complica, frente al testimonio de gente que con su sola vida o con su palabra ilumina, uno puede decir: “Me parece que va por acá”.

En la presentación del libro se rescata tanto la vida de oración como el compromiso social de los santos. ¿A veces los presentamos a medias?

Quizás a algunos los mostramos muy “espiritualizados”, y a otros simplemente como agentes de transformación social. Yo trato de presentar ambas cosas, tal vez porque eso es justamente lo que más me atrae. Por eso trato de mostrar algo de la situación de la época, que ayude a valorar qué quería decir que el cura Brocherose preocupara por los ejercicios espirituales pero también por las escuelas, los caminos y los diques. Y por qué para el obispo Angelelli era importante recordar que el agua, el pan y la tierra son para todos;él se daba cuenta dónde terminaban los riojanos, trabajando en la Patagonia con en el petróleo o en las villas de Buenos Aires.

¿De dónde surge el título del libro y el nombre de la colección, Testigos?

El nombre Testigos viene de hace muchos años, cuando en los noventa recopilé varios artículos que había escrito para una revista de jóvenes. Y también haciéndonos eco de una frase del papa Pablo VI:“El hombre de hoy escucha más a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros es porque son testigos”.
En cuanto al título del libro, salió la idea de “peregrinos” porque la mayoría de estos personajes lo han sido. Esta gente ha recorrido los caminos de Argentina. No son “vagabundos” que caminan sin saber a dónde, sino peregrinos que caminan mucho, pero con una meta clara.

A veces parece que la santidad, para ser válida, tiene que ser de unos pocos. Sin embargo, Don Bosco nos dice que todos podemos ser santos…

En eso insisten Don Bosco, el Concilio Vaticano II e incluso mucho antes San Francisco de Sales: una santidad que es propuesta para todos. A veces parece que al cura Brochero hay que sacarle el cigarro, y a Mama Antula“emprolijarla” un poco porque tenía mucha tierra en ese hábito. Pero ellos son los que son, más comunes de lo que creemos.

Por Ezequiel Herrero • redaccion@boletinsalesiano.com.ar
Boletín Salesiano, marzo 2018