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23 de noviembre, 2018

Los dejamos solos


Invisible, de Pablo Giorgelli

Argentina. 87 min. Disponible en Netflix

Sugerida para mayores de 16 años

Ely tiene 17 años y vive en un barrio de “monoblocks” de Buenos Aires. Va al colegio por la mañana y trabaja unas horas por la tarde en una veterinaria. Cuando se entera que está embarazada, su mundo interior “estalla”, aunque por fuera se empeñe en mantener su rutina como si nada ocurriera. Ely tiene miedo, está angustiada.Sabe que cualquier decisión que tome no tiene vuelta atrás.

A partir de ese planteo inicial el film nos invita, con muy pocas palabras y muchos silencios, a adentrarnos con crudeza en la vida, en los sentimientos y hasta en la intimidad de una adolescente. Nos permite ser testigos de su vulnerabilidad y su soledad. Nos cuestiona acerca del papel de los adultos y algunas instituciones: la familia, la escuela, el sistema de salud…

No se trata de una película sobre la maternidad adolescente ni sobre la posibilidad del aborto. Es verdad que son realidades que están presentes. Sin embargo, según palabras del  director, PabloGiorgelli, “el tema de la película es el desamparo de los adolescentes”, la orfandad social a la que se ven expuestos, con pocos recursos para sostenerse y pocos motivos para sonreír.

¿Por qué “invisible”? Más allá de las referencias “spinettianas”, puede ser por varios motivos:

  • Invisible es, por ahora, el embarazo, tanto en el cuerpo de la protagonista como para la mayoría de los adultos con los que se vincula. La vida que se gesta en su interior también es invisible.

  • Invisible es Ely para su mamá deprimida y encerrada en sus problemas; para la escuela con sus propios monólogos y saberes irrelevantes; para el sistema de salud que ni siquiera intenta ver a la persona detrás del diagnóstico; para susrelaciones eventuales donde no median las palabras; para sus empleadores que están más atentos a lo que le pasa a un perro de la calle que a una chica con la que tratan diariamente.

  • Invisibles son los adultos para Ely: un padre sólo invocado por la obstetra; los profesores y la médica que se escuchan y no ven; cada uno de ellos ensimismados en sus negocios y preocupaciones; el Estado ausente y sólo insinuado en la televisión que se oye de fondo.


Compartir la película entre educadores nos permite revisar nuestras prácticas pastorales sobre de las formas de escuchar y acompañar las adolescencias. Nos invita a generar “patios” que posibiliten expresar sus preocupaciones, lo que les pasa y lo que les angustia. La película no “baja línea”, no juzga, no adopta una posición moralizante, sino que predispone al espectador salesiano a una mirada solidaria que debe respetar pacientemente los silencios, los tiempos, los estados de ánimo, las decisiones y las confusiones de la protagonista.

Ver esta obracon los jóvenes habilita la palabra para expresar los propios miedos e interrogantes y las resistencias a la invisibilidad. Al mismo tiempo la notable interpretación de Mora Arenillas, la protagonista,genera empatía y facilita la reflexión acerca del papel de la amistad y de la necesidad de “andar juntos”, de escucharse y acompañarse.

Por Andrés Wolff

BOLETIN SALESIANO - NOVIEMBRE 2018