15 de enero, 2015
La urgencia educativa al rescate de los jóvenes
“Me horroricé al contemplar una cantidad de muchachos, de doce a dieciocho años, sanos y robustos y con una gran inteligencia. Sin embargo, estaban allí sin hacer nada, atormentados por los insectos, hambrientos y con el corazón vacío.
Me di cuenta también de que algunos volvían a las cárceles porque estaban abandonados a sí mismos y era el único sitio donde cobijarse. ‘¿Quién sabe? —decía yo para mí— si estos muchachos tuvieran fuera un amigo que se preocupase de ellos y les enseñase, a lo mejor no irían tantos a la cárcel”.
Estas palabras las escribió Don Bosco sobre los recuerdos de sus primeros años de sacerdote en 1841 y 1842, cuando visitaba la cárcel de Turín y se encontraba con los jóvenes que están allí detenidos. Así Don Bosco se convenció de que
Dios lo llamó y lo envió para el bien de los jóvenes, para ser instrumento que los ayude a percibir y ser conscientes de que son hijos de Dios, y que Él los ama. También, para ofrecerles acciones y propuestas que les permitieran desarrollar lo mucho y bueno que cada joven encierra en sí mismo, en una lógica distinta a la de encerrarlos cuando las cosas no andan bien.
Es así que su principal preocupación fueron las personas, las “almas” en el lenguaje de su época, sobre todo los muchachos abandonados de Turín y del mundo entero.
Una realidad desafiante
El día a día nos presenta distintos escenarios que nos proponen una atención especial y una decisión continua, no siempre sencilla, en lo que refiere al bien de los jóvenes y de toda la sociedad, sosteniendo esta convicción de la centralidad de las personas y la defensa de la vida.
La injusticia y la violencia nos duelen, y sin embargo algunas veces, de manera inconsciente, terminamos planteando como soluciones o formas de abordarla acciones que generarán más violencia.
La lógica de Don Bosco fue diferente. Sin desconocer las dificultades y errores, y heredero de una corriente de pensamiento eclesial muy fuerte en esta línea, creía en la
educabilidad de todas las personas. ¿Cómo reaccionamos con los jóvenes que hoy “no tienen un amigo que se preocupe de ellos y les enseñe”?
“Don Bosco siente cómo las voces de la juventud descarriada, pobre y abandonada, suscitan en él la urgencia educativa de promover la inserción de esos jóvenes en el mundo y en la Iglesia mediante métodos de dulzura y caridad; pero con una tensión que tiene su origen en el deseo de la salvación eterna del joven”, recordaba el entonces Rector Mayor, Don Pascual Chávez, en el Aguinaldo 2014 para la Familia Salesiana.
Don Bosco, amigo…
Frente a algunas tendencias y modelos de estos tiempos, la propuesta de Don Bosco está más vigente que nunca: hoy nos encontramos con muchos chicos y chicas que están al costado del camino y que necesitan de un amigo o amiga que les ayude a salir adelante, que les haga sentir que, a pesar de las dificultades y errores, su vida tiene valor; que les haga ver que son importantes, que les brinde herramientas para construir su proyecto de vida…
Don Bosco sintetiza esta convicción en un lema: “Da mihi animas, cetera tolle”, que significa “dame almas —personas— y llévate lo demás”. En el centro deben estar las personas, lo demás es secundario.
Lograr centrarse en las personas requiere también un esfuerzo de ascesis, que nos haga más libres y dueños de nosotros mismos, para lograr dejar en un segundo plano lo que constituye “lo demás”, y agudizando también el discernimiento para poder concentrarse en lo esencial.
Reubicar el propio centro
En sintonía con esta dimensión de la espiritualidad de Don Bosco, la comunidad salesiana de Trelew, en Chubut, se trasladó en 2004 a la periferia de la ciudad, para estar inmersa en las barriadas más pobres. Allí, lo que estaba “lejos” geográficamente paso a estar en el “centro” de la vida y acción educativa y pastoral.
Se dio inicio, así, al Centro de Formación “Don Bosco”, que ofrece cursos de carpintería de madera y aluminio, panadería, electricidad, herrería e informática,
para que los jóvenes que quedaron excluidos del sistema de educación formal puedan formarse y volver a insertarse con posibilidades reales de aprendizaje y progreso, donde sus necesidades sean atendidas y sus motivaciones tenidas en cuenta y potenciadas.
Asimismo, los jóvenes que viven en la zona de la meseta desértica del Chubut, en las localidades de Laguna Fría, Paso del Sapo, Taquetrén, El Mirador, Gan Gan y Mallín de los Cual, entre otras, pueden aprender oficios para luego desempeñarse en sus lugares de origen.
Esta capacitación en oficios se enmarca en una formación más amplia y profunda que comienza con acercarse a las situaciones vitales de los jóvenes, mostrarles una oportunidad de progreso y ofrecerles las herramientas para superar las situaciones de riesgo que viven cotidianamente. Junto con el aprendizaje del oficio, revalorizan el trabajo como posibilidad de transformación, adquieren hábitos de responsabilidad y
constatan que “ellos pueden”, más allá de los traspiés vividos. Y esto es posible gracias a que, en el centro de toda la propuesta educativa, está la persona de los jóvenes, con todas sus dimensiones.
Para el sostenimiento de este Centro es preciso reunir 124.896 pesos, de modo de afrontar los gastos de funcionamiento, insumos, profesores, transporte para buscar a los chicos que no viven en Trelew, etcétera. Es una suma importante, pero que podremos alcanzar con el apoyo de todos los integrantes de la gran Familia Salesiana.
Poner en el centro a las personas, y sobre todo al bien de las personas, incluso aquellas que pareciera que no van a reacomodarse, requiere fortaleza y claridad. Y, sobre todo, un corazón generoso que a pesar de las dificultades reafirme desde la fe que es posible seguir construyendo una sociedad que incluya a todos, y así seguir haciendo visible el amor de Dios.
Por el Equipo de Comunicación de la Procura Misionera