05 de mayo, 2017
Frente al desastre, la solidaridad
Las inundaciones en Comodoro Rivadavia despertaron la solidaridad de todo un pueblo
La ciudad de Comodoro Rivadavia, Chubut,
está viviendo la peor catástrofe de su historia. Casi 400 milímetros de agua cayeron en dos días e hicieron que las calles se transformaran en ríos de agua y barro. Miles de familias fueron afectadas, principalmente aquellas que viven a la ladera del cerro Chenque y los barrios más bajos. Calles y rutas sufrieron roturas que impedían el paso de vehículos. En algunas zonas el barro llegó a una altura de un metro y medio. Con la ayuda de los vecinos se pudo sacar, de a poco, de veredas y casas. Pero con otros 120 milímetros de lluvia todo volvió a empeorar.Los desplazados superaron los diez mil, y más de dos mil vecinos han perdido su vivienda.
La desolación de las familias por haberlo perdido todo era impresionante.
Pero de allí nació la solidaridad; vecinos ayudando a palear, enviando donaciones o simplemente yendo a los centros de evacuados a jugar con los más chicos.
Ante esta situación,
la obra de Don Bosco de Comodoro Rivadavia se puso a disposición desde el primer momento. El centro juvenil
Patio Abierto de la casa Domingo Savio abrió sus puertas para dar atención a los chicos más afectados, brindándoles recreaciones, apoyo escolar y las cuatro comidas diarias. Directivos y docentes también participaron de manera activa.Los jóvenes del
batallón Nº86, de
Caleta Olivia, se sumaron a chicos del
batallón Nº29 y a los alumnos y exalumnos de Comodoro para dar respuesta a dos familias que se encontraban en una situación crítica.
Patio Abierto organizó también una campaña de donaciones, que contó con el aporte de las obras salesianas de
Río Gallegos y
Río Grande. Los jóvenes del batallón Nº29 se turnaron para dormir en el gimnasio,y así no dejar sin asistencia a los más necesitados. Tres camiones llegaron desde
Bahía Blanca cargados de ropa y víveres. Muchos padres se acercaron para dar una mano, aún aquellos afectados por las inclemencias del tiempo.Chicos y chicas del
batallón Nº71 desde su sede en la parroquia San Cayetano, recibieron la ayuda proveniente de la obra salesiana de
Puerto Deseado.
“Fue increíble ver la disponibilidad de los voluntarios: tocábamos la campana de la capilla y ellos veían a cualquier hora”, dijo una de las colaboradoras.
Desgraciadamente, también se encontró la otra cara de la moneda: robos en casas deshabitadas, comercios que remarcaban los productos a precios exorbitantes. Pero esto no empañó la gran solidaridad que surgió de los habitantes de esta ciudad, poniendo a disposición desde el principio tiempo, vehículos, maquinaria, comida, ropa, alojamiento.
La lluvia cesó, pero ahora viene el trabajo más grande: llegar a las viviendas que estaban inaccesibles, la prevención de enfermedades y una planificada reconstrucción de la ciudad.
Las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Tucumán también sufrieron los últimos meses el embate de las inundaciones. Aunque afortunadamente las obras salesianas no tuvieron daños, sí han organizado campañas y envío de donaciones a las zonas más afectadas.
Por
Fernando Contarino, sdb • fcontarino@donbosco.org.ar
Boletín Salesiano, mayo 2017