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05 de junio, 2017

Esperanza que no puede esperar más

En el corazón de la provincia de Córdoba se encuentran los centros socioeducativos que forman parte del complejo Esperanza. Según la definición, se trata de centros de protección y asistencia que “buscan estimular actitudes de auto cuidado y fomentar habilidades sociales que faciliten la integración social” de los jóvenes menores de edad en conflicto con la ley penal.

Sin embargo, la diferencia entre el ideal y la realidad del complejo es abismal. El deterioro de las condiciones edilicias, las constantes denuncias por maltratos hacia los chicos, la falta de calificación del personal destinado a su cuidado y el evidente hacinamiento en el que viven son sólo algunas de la interminable lista de vejaciones de los derechos fundamentales de los menores allí alojados.Se trata de un espacio atravesado por la lógica carcelaria, en las antípodas de lo propuesto por la ley que piensa la reinserción social de los jóvenes

La penosa situación del complejo se agravó desde marzo del corriente año: una protesta laboral privó a los chicos durante varias semanas de las actividades. ¿La “solución”?La llegada a los centros del servicio penitenciario, cuando su presencia allí no está permitida por la ley. Luego de dos meses de conflicto, pareciera que esta tensión se va apaciguando, aunque el resto de las deficiencias estructurales del complejo no parecen encontrar vías de solución.

Ante esta realidad y desde nuestra mirada salesiana no podemos dejar de preguntarnos: ¿Cómo pretendemos, tras meses o años de dolorosa vida en estecomplejo, que los chicos puedan reinsertarse en nuestra sociedad? En estas condiciones resulta imposible que vuelvan a integrarse a la vida social con perspectivas de vivir en justicia y paz.

Mauro Moreno Role, sdb

Boletín Salesiano, junio 2017