11 de julio, 2018
El arquitecto de Dios
La obra del salesiano Enrique Vespignani
Entrevista al investigador Juan Antonio Lázara
Quien conoce más de una obra salesiana seguramente se haya sorprendido por el gran parecido que existe entre muchas de ellas, estén en Salta, en la Patagonia o en el centro de la ciudad de Buenos Aires. El patio en el medio, rodeado por una galería que da acceso a las aulas, el templo a un costado del edificio. Grandes construcciones que no sólo reflejan una forma de educar y de evangelizar, sino también que, en varios casos, fueron diseñadas por la misma persona: el salesiano
Ernesto Vespignani, genial arquitecto que le dio forma e identidad a la obra de Don Bosco en Argentina.
Juan Antonio Lázara es investigador y docente universitario con un doctorado en artes en la Universidad de Buenos Aires sobre arquitectura religiosa. A raíz de la investigación para la realización de su tesis donde conoció la figura de Vespignani y de otros salesianos dedicados a las artes y la arquitectura,
“de los que nadie nunca habló nada, pero son los que más iglesias hicieron en Argentina”.
¿Qué le entusiasmó de la figura de Vespignani?
Vespignani hizo muchas iglesias destacadas y monumentales, pero no hay ningún estudio monográfico sobre él: me pareció un desafío decir un poco más. De hecho tengo una biografía que va a sacar
Ediciones Don Bosco Argentina donde presento algunos datos de su vida. Por ejemplo, él no estudió Arquitectura. Estudió dibujo en Italia. Aquí hizo revalidar sus estudios y le dieron el título de arquitecto, pero muy tardíamente.
Es muy interesante su vida. Eran once hermanos, de los cuáles siete se hicieron religiosos, en una Italia donde predominaban las luchas por la unidad nacional y en contra de la Iglesia católica.
¿Por qué es importante para la arquitectura argentina?
A Vespignani lo manda a llamar el hermano para que haga las construcciones de una obra que crecía de forma exponencial. Es una Congregación que llega “tardíamente” a la Argentina, a fines del siglo XIX, comparada con las otras que ya estaban instaladas alrededor de las plazas principales de las ciudades.
“Vespignani intenta hacer una ‘identidad salesiana’ a partir de la arquitectura”
Entonces intenta hacer una “identidad salesiana”, de iglesia y colegio, a partir de la arquitectura. Vespignani tiene iglesias enormes: Colonia Vignaud, Rodeo del Medio, Córdoba, la Basílica de María Auxiliadora de Almagro, entre otras. Hoy existe la publicidad, los medios audiovisuales, pero en aquella época
la arquitectura era un medio de comunicación importante. El edificio ya comunicaba. Desde Don Bosco, los salesianos fueron grandes propagandistas, utilizando la prensa. Con la arquitectura intentarán lo mismo.
¿En qué consiste esa identidad?
Por nombrar algunas características, podemos decir que la iglesia está a un flanco del colegio. El estilo que prefirió siempre es un neorrománico que llamo “ecléctico”, con muchos elementos bizantinos, barrocos. Y al lado el edificio del colegio, que generalmente usa una estética renacentista. Es el típico
palazzo florentino, con los pabellones alrededor y el patio en el medio, con remate aterrazado, ladrillo a la vista, arcos gemelos en las ventanas…
El mensaje es claro. El colegio y la iglesia, en una Congregación dedicada a la educación que surge con el desarrollo de la revolución industrial, forman parte del conjunto educativo salesiano. Y siempre se van a ir a los bordes de la ciudad, no a los suburbios, al borde del centro, en zonas periféricas o limítrofes.
¿Cuál es el aporte de Vespignani para la sociedad, más allá de lo religioso?
Sus edificios tenían tal magnitud que generaron tejido urbano. Donde se asentaron los edificios de Vespignani, se jerarquizaba la zona. Y después el gran aporte es la construcción de colegios que sirvieron para que generaciones de argentinos se formen. Dejó una huella porque jerarquizó las ciudades, sobre todo de las provincias, generó trama urbana, construyó colegios, fue formador de otros.
“La arquitectura era un medio de comunicación importante. Ya el edificio salesiano comunicaba”
Y además sin
AutoCad, sin computadora y sin plata, sin buscar un rédito económico, ya sea con los edificios que eran para la Congregación como los que eran para otros. Vespignani tiene textos, que están en el archivo salesiano, donde pide plata a los contribuyentes y les ofrece a cambio poner una “plaquita”.Es una estética de lo “incompleto”, porque muchas veces no alcanzaba el presupuesto, la obra quedaba sin terminar, y aparecía otro peor formado que lo terminaba como podía y como sabía. •
Vespignani llega a la Argentina en 1900 para la construcción de la Basílica de María Auxiliadora del barrio porteño de Almagro. Aquí da vida a la Oficina Técnica Central de Arquitectura Salesiana, una verdadera maravilla de la Congregación en Argentina. Más de cien iglesias serán construidas con las instrucciones de Vespignani. Tras su muerte en 1924, a los 64 años, otro salesiano, Florencio Martínez —“del que tampoco se escribió mucho”, dice Lázara—, continuará con la oficina hasta 1962, cuando se cierra el estudio, con más de cuatrocientas obras realizadas sólo por Martínez.
La Oficina Técnica Central de Arquitectura Salesiana, única en su tipo en América, funcionó en la obra salesiana de Almagro hasta el año 1962.
“Hubo otros arquitectos salesianos, pero ninguno a la altura de Vespignani en cantidad, tamaño e inversión en los edificios”, comenta Lázara. Incluso participó en la construcción de templos muy significativos para la Iglesia argentina, como la Basílica de Luján y la Catedral de La Plata, junto a otros tantos templos más pequeños por fuera de la Congregación. “También diseñó colegios para Brasil, Bolivia, Estados Unidos, Paraguay, Perú y Uruguay”, agrega Lázara.
Por
Ezequiel Herrero y
Santiago Valdemoros
BOLETIN SALESIANO - JULIO 2018