16 de marzo, 2019
De a dos la pena se cae
Voy con vos
Mi vida me pesa y voy
al fondo sino me abrazo a vos.
Seguir yendo solo no da,
la vida se da en un encuentro.
Dame un mate y te doy
lo que guardo en el pecho,
porque de a dos la pena se cae.
Va, lento y se va, se va el dolor, si voy con vos.
Se va, lento y se va, se va el dolor, si voy con vos.
Otro día igual al de ayer,
y mi corazón que quiere latir fuerte.
Muchas veces me encuentro que estoy,
perdido y sin voz para cantarle al viento.
Y voy buscándome sin ser quien soy,
y sin saber qué hacer para hallarme.
Voy a intentarlo otra vez,
a descalzar mis pies para andarle (…)
Artista: Juan Mouriño y Juan José Lara
Una vida “solitaria” parece un fácil: manejarnos con nuestros parámetros sin discusiones, no preocuparnos por los demás y disponer libremente de nuestro tiempo. No es necesario acordarse de aniversarios, visitar amigos, preparar fiestas sorpresa o abrazar a un familiar lejano. Parece una propuesta atractiva y cómoda. Pero, afortunadamente, a algunos no nos basta:
queremos una vida que nos llene el corazón.
Muchos sentimos que
la vida, profunda y tomada en serio, se da en los encuentros con otros y otras. Y si bien a veces reconocemos vínculos que no son sanos para nosotros,
vale la pena animarse a compartirnos como somos, a dejarnos mirar, a abrir el corazón hacia los demás.
A todos nos toca pasar por situaciones complejas y dolorosas. La vida a veces pesa y nos vamos para abajo
. Caemos, giramos en círculos, vamos y venimos sin ser quien somos
. En esos momentos toma fuerza la necesidad de
“descalzarnos” frente a los otros, mostrarnos como somos, para encontrarnos nuevamente.
La canción nos propone pensar en aquellas personas que nos acompañan en dolores y en sonrisas, nos abrazan con ternura, nos miran y nos conocen. Reconocemos su amor aun estando lejos, sentimos que
el dolor se va cuando compartimos la vida con ellas.
Estamos invitados a dar ese paso al frente, a confiar en lo que tienen para ofrecernos y en lo que podemos construir juntos. A través de esta unión se hace evidente la ternura de Dios en medio nuestro, y no nos cabe duda que, de a dos,
la pena es la que se cae.
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Para seguir reflexionando:
- ¿Quiénes son esos “otros” que me salvan, que me acompañan?
- ¿Cuánto cuido —o descuido— los vínculos que tengo?
- ¿Qué vínculos tengo que revisar para sanar? ¿A cuáles quiero acompañar para hacerlos crecer y a cuáles necesito cortar para estar mejor?
- ¿Ante qué situaciones tengo que “descalzarme” para encontrarme cuando me siento perdido?
Por
Juan Francisco Cousido
BOLETÍN SALESIANO - MARZO 2019