Evangelio del Dia

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Lunes 14 de Julio de 2025

Mt. 10, 34—11, 1

«No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.

Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa».

Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.

La Palabra me dice


Las palabras de Jesús nos invitan a estar en movimiento, despiertos, atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, en el ambiente natural y social que nos cobija. Esta serie de consejos prácticos nos orientan a la convivencia con los otros. Es una enseñanza, con un lenguaje directo. Si los leemos, los meditamos y los vivimos, vamos a experimentar las consecuencias del Evangelio en nuestra vida: ese estilo de vida nuevo que nos propone Jesús.


Con corazón salesiano


La «experiencia preventiva» de Don Bosco tiende a convertirse en “sistema” de asistencia, educación y socialización. Educar significa “prevenir”, en todas las acepciones posibles. Educar se expresa en “acoger”, “dar la palabra” y “comprender”. Educar quiere decir ayudar a cada uno a encontrarse a sí mismo, acompañar a los jóvenes con paciencia en un camino de recuperación de valores y de confianza en sí mismos; conlleva la reconstrucción de las razones para vivir, descubriendo una nueva visión de la vida más positiva. Educar significa no solo una renovada capacidad de diálogo, sino también de propuesta rica de intereses, fuertemente anclada en lo que es esencial para una vida mejor; conlleva comprometer a los jóvenes en experiencias que les ayuden a captar el sentido del esfuerzo diario; implica ofrecer instrumentos básicos para que se ganen la vida, haciéndolos capaces de actuar como sujetos responsables en toda circunstancia. Educar requiere el conocimiento de los problemas sociales juveniles de nuestro tiempo.


A la Palabra, le digo


Que sepamos leer el Evangelio con la suficiente lucidez para seguir a Jesús como verdaderos y fieles discípulos. Es este el camino que echamos a andar.