La Palabra me dice
Los autores nos presentan en estos capítulos a Jesús preparando a sus amigo/as antes de la pasión, muerte y Resurrección. El mensaje es directo, que nada esencial quede sin ser dicho. Ya han vivido y compartido un largo tiempo “experiencial” sobre quién es Él, cual es su misión. Ahora lo hace explicito en el momento oportuno, celebra la Pascua, su propia Pascua. Comienza, a partir del arresto, la etapa de mayor incomprensión, de tremenda locura, sin sentido al entender simplemente humano: el miedo… Jesús los prepara. Hace la diferencia entre ellos, sus seguidores, los elegidos… y el resto, los que comprenden mucho menos aún. Ellos/as se abatirán por el miedo, se esconderán, entristecerán profundamente, silenciarán su voces, lo dejarán solo… Pero tienen la experiencia profunda de encuentro con la persona de Jesús, el resto no, no han podido llegar a dejar tocarse por el encuentro con Él. Jesús es quien los ha hecho sentir muy amados, y eso no se borra, no se puede volver atrás, ya vencerán el miedo. Es Jesús quien sale al encuentro de sus amigos/as, “Yo los elegí”, Él los amó primero, los buscó, los conquistó, y libremente los dejó optar. Tienen su mismo destino. Les dice claramente que serán odiados, así como Él lo es. Parece tan contradictorio cuando en el capitulo anterior les encomienda el amor, y ahora insiste en que serán odiados; pero no lo es, es simplemente así, el amor duele, y duele hasta la muerte en cruz. Me pregunto si soy consciente del tiempo que necesito para crecer en esta certeza: Él me ama, Él me busca, sale a mi encuentro y de tantos… Quisiera vivir en esta certeza cada minuto de mi existencia. No me imagino a Jesús poniéndose en “victima” ni generando espacios lastimeros entre sus seguidores, sino más bien es claro: ser sus seguidores implica correr la misma suerte que Él, ser incomprendido, ser odiado, no escuchado, atacado por querer cambiar los valores. Las personas valen en sí, no por el provecho que se les puede sacar, la dignificación de cada ser humano... Me gustaría aprender a ser fiel a Jesús, y no estar pendiente tanto de lo que dicen los demás, ser amable en la verdad, ser coherente en el amor libre.
Con corazón salesiano
Si algún valor no podemos dejar de admirar en nuestro padre Don Bosco, es la confianza. Palabra clave que él recibe como herencia de su padre moribundo, transmitida por su madre mamá Margarita. Palabra sobre la que fundamentará toda su teoría y praxis educativa. La confianza hace libres. La confianza espanta todos los miedos, no deja que gane la inseguridad, por el contrario fortalece en la tribulación y en las pruebas.
A la Palabra, le digo
Dame la gracia de crecer en pertenecía a Vos Jesús, por el amor que me habita. Que escuche tu Voz, aún en la soledad de la incomprensión, de los riesgos. Quisiera ser libre de las alienaciones, y vivir profundamente libre en el amor más verdadero. Dame la gracia de crecer en ello, de no atar a quienes me rodean, sino aprender y enseñar a ser fiel al Dios que habita en cada ser humano. Que no tenga miedo a ser rechazada, odiada, perseguida, por ser fiel a Vos que me habitás, sino por el contrario que me la juegue, aún y especialmente en los espacios de poder, incluido los religiosos que son tan contradictorios a tu mensaje de Amor, tantas veces… ¡Qué no sea víctima de ninguna circunstancia, sino íntegramente fiel a lo que Sos en mí! |