La Palabra me dice
Para Lucas, el dinero no es algo neutral, sino que es injusto, es inicuo. En el Antiguo Testamento, la palabra más antigua para indicar al pobre (ani) significa empobrecido. Viene del verbo ana, oprimir, rebajar. Esta afirmación, evoca la parábola del administrador deshonesto, cuya riqueza era inicua, injusta. Aquí se hace patente el contexto de las comunidades del tiempo de Lucas, esto es, de los años 80 después de Cristo. Inicialmente, las comunidades cristianas surgieron entre los pobres, y poco tiempo después fueron entrando personas más ricas. La entrada de los ricos trajo consigo problemas sobre el uso de los bienes, y las frases de Jesús que Lucas conserva son una ayuda para aclarar y resolver este problema. Hay personas que dicen palabras muy lindas sobre el compromiso, el respeto, la participación, pero que en casa oprimen a la pareja y a los hijos, no dejan hablar a nadie, les es difícil dialogar para encontrar verdad. Son infieles en las cosas pequeñas. La vida cristiana en lo macro empieza en lo micro, en el pequeño mundo de la familia, de la relación diaria entre las personas. Jesús es muy claro en su afirmación:"No se puede servir a Dios y al Dinero" Cada uno, cada una tendrá que optar. Tendrá que preguntarse: "¿A quién, qué pongo en el primer lugar en mi vida?" En lugar de la palabra dinero cada cual puede colocar otra palabra: auto, empleo, prestigio, bienes, casa, imagen, puesto en la comunidad, llaves en el llavero, firmas que me piden... De esta opción dependerá la comprensión de los consejos que siguen sobre la Providencia Divina (Mt 6,25-34). No se trata de una opción hecha sólo con la cabeza, sino de una opción bien concreta de la vida que abarca también actitudes.
Con corazón salesiano
Don Bosco propone como camino de santidad el cumplimiento a fondo y con amor de la actividad de cada día. Nada de cosas extrañas, o momentos especialísimos e irrepetibles, sino la posibilidad de encontrar el sendero de la propia felicidad y santificación en el exacto desempeño de las propias tareas. Lo dirá Domingo Savio: "Aquí, hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer, como Jesús lo quiere".
A la Palabra, le digo
Señor, queremos ser tus seguidores y tener en el centro de nuestras vidas tu proyecto el evangelio de la justicia, la fraternidad y la solidaridad; y somos seguidores de carne y hueso, no somos “espíritus puros”, necesitamos subsistir, cubrir diariamente necesidades personales y familiares, en fin, tenemos que dedicar gran parte de nuestro tiempo a la búsqueda de medios económicos para poder vivir de manera medianamente digna. Ayudanos, Señor, a que no vivamos esta dimensión de nuestras vidas en contraposición al Evangelio, y que “trabajemos para vivir”, y no “vivamos para trabajar”.
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