La Palabra me dice
Jesús no da una respuesta directa a la pregunta que se le hace, porque va a una cuestión mucho más esencial y profunda que la cantidad de personas que se han de salvar. Jesús no se interesa por el número, sino por estimular el compromiso por el reino e impulsar el empleo de nuestras energías por su causa. Jesús nos recuerda que no son los títulos y honores los que nos habrán de llevar a la salvación, sino nuestra conversión al mensaje y al amor de Dios. Es un buen momento para preguntarnos ¿cómo está nuestra relación con Dios? ¿Qué tan hondo ha calado en nuestras vidas el mensaje de salvación de Jesucristo? ¿Qué tan comprometido estamos con su causa? Y de estarlo… ¿en qué cosas Dios me llama a dar un pasito más para profundizar mi relación de hijo de Dios? Con mucha frecuencia en nuestros ámbitos cristianos se critica la incoherencia de las personas que van mucho a misa y ocupan los primeros bancos, pero que fuera de la iglesia dejan mucho que desear. Recordemos que pocas cosas molestaban tanto a Jesús como la hipocresía de los fariseos, y recordemos con cuanta radicalidad alabó a Natanaél por ser “un verdadero israelita, un hombre sin doblez”.
Con corazón salesiano
Creo que Don Bosco tenía esto muy claro al formar a sus jóvenes. Ser un buen cristiano nunca se desentendió de ser un honrado ciudadano. Don Bosco no se limitó a enseñarles a sus chicos preceptos y normas litúrgicas (que son muy importantes) sino que también buscó brindarles herramientas para que se desenvuelvan de manera cristiana en todo momento; así mismo en todo ámbito de nuestras vidas debemos hacer patente nuestro compromiso con el reino de Dios. Nunca se puso en duda que lo que sostuvo a Don Bosco para realizar tantas obras fue su centralidad en Jesucristo y su ardiente anhelo por la salvación de los jóvenes y de tantas personas. Recordemos que muchas personas están necesitando de nuestros testimonios para acercarse a los brazos del padre.
A la Palabra, le digo
Señor Jesús, queremos vivir la alegría eterna del amor del Padre, aquí en el tiempo, y mañana en la eternidad. Sabemos que sos vos el gran protagonista de nuestras historias de salvación. Nunca dejes de enviarnos tu gracia para que podamos hacer opciones por tu Reino, y ayudanos a dejarla obrar libremente en nuestras vidas. No permitas que nos olvidemos del inmenso amor que el Padre nos tiene y que, movidos por ese amor, amemos nosotros a los demás en obras y palabras.
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