Evangelio del Dia

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Martes 29 de Octubre de 2024

La Palabra dice


Lc 13, 18-21

Jesús dijo entonces: «¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas».

Dijo también: «¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa».

La Palabra me dice


Jesús nos narra dos parábolas que mantienen una cosa en común: el contraste entre algo que comienza siendo pequeño para terminar siendo algo grande. En efecto, la semilla de mostaza es de las más pequeñas y sin embargo en las orillas del lago de Genesaret sus arbustos alcanzan hasta los 3 metros. Lo mismo sucede con la levadura para elaborar el pan; basta mezclar una pequeña medida con harina para que esta fermente y la transforme desde dentro en uno de los principales alimentos de toda mesa. Jesús vino a anunciarnos que el Reino de Dos ya está presente en medio nuestro, y sus primeros pasos no son los de la grandeza y los fuegos artificiales, sino más bien los de la pequeñez y la humildad; y a eso estamos llamados los cristianos como mensajeros de este Reino. Vivimos tiempos en los cuales, si queremos que el Evangelio crezca, debemos empezar por lo bajo y simple. Muchas veces queremos que nuestras realidades cambien para mejor, pero no podemos lograrlo a base de imponer forzosamente cambios bruscos o esquemas violentos, tenemos que proponerlos con sencillez y firmeza empezando desde las bases; Dios se encargará de hacer de nuestras semillas frondosos árboles, y de que nuestra levadura dé forma a la masa.


Con corazón salesiano


Tomemos como ejemplo a Don Bosco, que no nació en la magnanimidad ni en la grandeza, sino en la pequeñez escondida de un I Becchi, y transmitió el mensaje del reino en formas que parecerían insignificantes: siendo un buen ejemplo para sus amigos de la infancia y adolescencia, siendo un sacerdote cercano y amable, defendiendo a un joven de un sacristán enojado y preguntándole si sabía silbar, o rezando con él un Ave María… bien sabemos que en su vejez nuestro padre reconoció que todas las gracias que había recibido la Congregación Salesiana fueron fruto de ese pequeño y tímido Ave María.


A la Palabra, le digo


Señor Jesús, esperamos gozosos la venida de tu reino. Pero muchas veces no sabemos ni buscarlo ni anunciarlo. Buscamos tu justicia en lugares tan complejos y lejanos, que nos olvidamos que el reino empieza en lo sencillo de cada día. El mundo está tan necesitado de tu palabra; dame tu fuerza para poder anunciarla mediante pequeños gestos de amor y atención a mis hermanos. Que busquemos siempre cambiar nuestros corazones para que en nuestras vidas reine tu Palabra.