La Palabra me dice
Jesús nos narra dos parábolas que mantienen una cosa en común: el contraste entre algo que comienza siendo pequeño para terminar siendo algo grande. En efecto, la semilla de mostaza es de las más pequeñas y sin embargo en las orillas del lago de Genesaret sus arbustos alcanzan hasta los 3 metros. Lo mismo sucede con la levadura para elaborar el pan; basta mezclar una pequeña medida con harina para que esta fermente y la transforme desde dentro en uno de los principales alimentos de toda mesa. Jesús vino a anunciarnos que el Reino de Dos ya está presente en medio nuestro, y sus primeros pasos no son los de la grandeza y los fuegos artificiales, sino más bien los de la pequeñez y la humildad; y a eso estamos llamados los cristianos como mensajeros de este Reino. Vivimos tiempos en los cuales, si queremos que el Evangelio crezca, debemos empezar por lo bajo y simple. Muchas veces queremos que nuestras realidades cambien para mejor, pero no podemos lograrlo a base de imponer forzosamente cambios bruscos o esquemas violentos, tenemos que proponerlos con sencillez y firmeza empezando desde las bases; Dios se encargará de hacer de nuestras semillas frondosos árboles, y de que nuestra levadura dé forma a la masa.
Con corazón salesiano
Tomemos como ejemplo a Don Bosco, que no nació en la magnanimidad ni en la grandeza, sino en la pequeñez escondida de un I Becchi, y transmitió el mensaje del reino en formas que parecerían insignificantes: siendo un buen ejemplo para sus amigos de la infancia y adolescencia, siendo un sacerdote cercano y amable, defendiendo a un joven de un sacristán enojado y preguntándole si sabía silbar, o rezando con él un Ave María… bien sabemos que en su vejez nuestro padre reconoció que todas las gracias que había recibido la Congregación Salesiana fueron fruto de ese pequeño y tímido Ave María.
A la Palabra, le digo
Señor Jesús, esperamos gozosos la venida de tu reino. Pero muchas veces no sabemos ni buscarlo ni anunciarlo. Buscamos tu justicia en lugares tan complejos y lejanos, que nos olvidamos que el reino empieza en lo sencillo de cada día. El mundo está tan necesitado de tu palabra; dame tu fuerza para poder anunciarla mediante pequeños gestos de amor y atención a mis hermanos. Que busquemos siempre cambiar nuestros corazones para que en nuestras vidas reine tu Palabra. |