La Palabra me dice
“Dios- Discípulos-Apóstoles-Muchedumbre-Toda la gente…”: Cuántos que hay involucrados en el Anuncio. Cuántos que parten de Dios y vuelven a él a través de Jesucristo. Tenemos diferentes misiones, pero todos para lo mismo: “sanar a todos”. Qué misterio tan grande tú Iglesia, ya lo han descrito muy bien los padres y madres espirituales. Un mismo Amor y distintos servicios. Antes de la misión, de la vocación, del llamado, hay un tiempo de intimidad con Dios, de noche. Qué difícil que es cuando uno está en esos tiempos de noche, donde parece que la soledad nos encierra, donde no se ve nada claro, donde es necesario esperar y confiar en que Dios está aunque no lo veamos. Noches de silencio, de amarga calma, de espera aparentemente solitaria… “Al bajar con ellos se detuvo en una llanura”: Cuánta delicadeza, cuánta paciencia y humildad. Deja su camino, detiene la marcha, cambia los planes porque había personas que lo necesitaban. Esa flexibilidad pastoral no siempre la tenemos: si está planificado, debe llevarse adelante, cueste lo que cueste y caiga quien caiga ¿cueste lo que cueste y caiga quien caiga? "Sanaba a todos”: Este amor que no excluye, que no pregunta, que no condiciona. Un amor actuado sin esperar devolución, sin pedir nada a cambio. Cuántas veces amo a los jóvenes, les demuestro mi opción por ellos pero inconscientemente me quedo esperando que me agradezcan, o que se “conviertan”…
Con corazón salesiano
Don Bosco, no sin dificultades, entendió muy bien su misión de apóstol. Hizo de su vida un gran apostolado, sin desfallecer en el intento de llevar el Evangelio a todos, especialmente a los más pobres y abandonados. Fue consecuente hasta el extremo.
A la Palabra, le digo
“Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago,….” Y la lista continúa. Repaso esos nombres, trato de rearmarla con los apóstoles que hay en mi comunidad hoy. Te entrego, Señor a cada uno de ellos, que son tuyos porque vos los llamaste desde antes. Te pido por sus vidas, sus trabajos, sus fracasos, sus anhelos. Que siempre te busquen y te anuncien. Y que yo también, junto a ellos, pueda formar una verdadera comunidad-iglesia. Amén.
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