Evangelio del Dia

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Miércoles 04 de Septiembre de 2024

La Palabra dice


Lc. 4, 38-44

Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.

Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. De muchos salían demonios, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.

Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado». Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.

La Palabra me dice


El apóstol Pedro expresa acerca de Jesús que “pasó haciendo el bien” (Hech 10,38). Él fue un testigo privilegiado de la actividad incansable de su Maestro para hacer presente el Reino por medio de la palabra y de las obras. Simón Pedro lo recibe en su casa, y allí presencia la sanación de su suegra. Más tarde, allí mismo Jesús recibe a enfermos y endemoniados que son sanados y liberados. Pedro contempla y es seguramente confrontado por este amor inmenso del maestro hacia los más desposeídos y frágiles de la sociedad.

Jesús quiere darse a cuántos más puede, y por eso la Buena Noticia del Reino debe ser anunciada en todas partes. Esta será su misión, la que Pedro presenciará, testimoniará e imitará fielmente.


Con corazón salesiano


Don Rúa testimonia acerca de Don Bosco: “No dio un paso, ni pronunció palabra, ni acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud. Lo único que realmente le interesó fueron las almas”. Nuestro padre también pasó haciendo el bien a lo largo de su vida, y los salesianos y salesianas a lo largo y a lo ancho del mundo queremos seguir imitándolo en su entrega denodada por el bien de los y las jóvenes, en especial los más pobres y abandonados.


A la Palabra, le digo


Señor Jesús, que no nos cansemos de hacer el bien. Que en cada jornada, desde el amanecer y hasta el anochecer, estemos con el corazón dispuesto a brindarnos con amor hacia los demás, y en especial a los más necesitados y frágiles.