Evangelio del Dia

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Jueves 08 de Agosto de 2024

La Palabra dice


Mt. 16, 13-23

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».

«Y ustedes, ¿quién dicen que soy?». Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».

Entonces, ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá». Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

La Palabra me dice


La confesión de Pedro nos revela la identidad de Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Esta verdad es el fundamento de nuestra fe y de la Iglesia. Sin embargo, la corrección de Jesús a Pedro nos recuerda que debemos alinear nuestros pensamientos y deseos con los de Dios, aceptando su voluntad, incluso cuando es difícil.


Con corazón salesiano


Don Bosco edificó su obra sobre la fe en Jesús, el Mesías, y enseñó a sus jóvenes a confiar en Él. La espiritualidad salesiana nos invita a reconocer a Jesús como el fundamento de nuestra vida y a aceptar su voluntad con humildad y confianza.


A la Palabra, le digo


Señor, que siempre reconozca en ti al Mesías, el Hijo de Dios vivo, y que mi vida esté cimentada en esta fe. Ayúdame a aceptar tu voluntad, incluso cuando es difícil, y a seguirte con humildad y confianza, como lo hizo Don Bosco.