Evangelio del Dia

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Martes 23 de Julio de 2024

La Palabra dice


Mt. 12, 46-50

Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte».

Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».

La Palabra me dice


Estar “dentro” o “fuera” de la casa parece que nos está hablando de pertenecer o no a la nueva familia que va armando Jesús. 

¿Qué nos está queriendo transmitir Mateo con estas metáforas? No es casual que en lugar de poner a Jesús predicando en el templo o en la sinagoga, lo menciona en una casa, y que su familia de sangre lo llame desde fuera (no entran a ese nuevo modo). Nuevamente vemos a un Jesús que no encaja en los esquemas conocidos o establecidos. 

La nueva familia de Jesús, los discípulos, HOMBRES Y MUJERES QUE BUSCAN VIVIR LA VOLUNTAD DEL PADRE son los que están en la casa. Cada uno de nosotros somos libres de elegir ser de la familia de Jesús, tenemos la opción. Implica renunciar a lo que creíamos que “debía ser” de una manera, para abrirnos a la sorpresa de las invitaciones simples y sencillas de Jesús. Y ahí, en lo cotidiano de una casa, de un hogar, abrazar la Voluntad de Dios tal como se presenta. 

Jesús no está ni atado ni defendiendo tradiciones religiosas, ni culturales, ni institucionales… Quiere una Iglesia-Casa, una Iglesia de comunidad de discípulos que buscan constantemente vivir la voluntad de Dios en el momento presente. 


Con corazón salesiano


Una escena muy parecida (y un poco dolorosa para nosotros salesianos) es la de Don Bosco, que siendo cura, sus mismos hermanos lo quieren encerrar en un manicomio porque lo consideran que estaba perdiendo la cordura en el trabajo con los jóvenes. Nuestro fundador no encajaba para nada en los parámetros establecidos del “ser cura” y costó aceptarlo y costó entenderlo. Sobre todo creer que esa misión, y ese modo de misión vendría de Dios. 

Al contemplar estas escenas, tanto de Jesús como de Don Bosco, surge querer defenderlos, o al menos, ponernos de su parte. Sin embargo, en nuestras comunidades, muchas veces esta  actualización del carisma y del evangelio nos trae problemas entre nosotros. El carisma es el mismo y, sin embargo, hacerlo dialogar con el presente y la realidad, nos complica y nos empezamos a tildar o descalificar.  


A la Palabra, le digo


Jesús, gracias por invitarnos a ser de tu familia, a entrar en tu casa… queremos realmente ser tus hermanas, hermanos, madres y padres… Danos la Gracia de abrirnos a tu Voluntad, de entender cuál es tu voluntad hoy. Danos la valentía de buscar comunitariamente la Voluntad de nuestro buen Dios, de no apegarnos a nuestras creencias limitadas, a lo “de antes” y danos el coraje de animarnos a vivir la novedad en las formas, danos la gracia de ser audaces en la búsqueda y en la entrega.