Evangelio del Dia

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Lunes 01 de Julio de 2024

La Palabra dice


Mt. 8, 18-22

Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas».

Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».

Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre».

Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».

La Palabra me dice


Jesús está recorriendo las distintas localidades de la Galilea (región del norte de la Palestina) donde desarrolla gran parte de su ministerio y el lago muchas veces le sirve como marco para sus enseñanzas y sus obras.

El evangelista Mateo ha montado un escenario propio para la decisión del ‘seguimiento’: una gran multitud que se apretuja alrededor del Maestro, la orden a los discípulos a ir hacia el extremo del lago y dos que se acercan para caminar junto al Nazareno. En esta escena no hay nada estático: todo está en movimiento.

Primero se acerca un escriba. El oficio del escriba está lejos de ser el de un maestro itinerante, es más, por su profesión es alguien que está establecido, tiene su propio escritorio, sus propios alumnos y además si posee una situación económica holgada puede emplear varios amanuenses. Una persona con esta situación, ¿Está en condiciones de seguir a uno que no sabe dónde va a pernoctar cada día? Si bien el texto no lo dice pero lo podemos suponer: ¿Tiene un lugar dónde comer y atender otras necesidades de la vida diaria? El texto no dice qué decisión tomará este escriba ante este gran desafío. Si el texto calla, es muy probable que le escriba no haya respondido.

Luego se acerca “otro”, el evangelista aclara que no era uno de sus discípulos. Probablemente este sea uno que busca algo nuevo, tal vez en nuestro lenguaje un “aventurero”. Pero antes de ponerse en marcha le pide que le permita ir a enterrar a su padre. Esta petición no es para nada descabellada, sin embargo, no está en total consonancia con uno que quiere estar dispuesto a ir nuevos descubrimientos. El muerto ya no tiene nada que hacer, aunque sea el propio padre. Los muertos se entierran solos, no necesitan la ayuda de nadie. La muerte se entierra a sí misma. No se gana nada haciendo un trabajo inútil. El que quiere seguir a Jesús tiene que estar dispuesto a dejar que la muerte sea su propio entierro, aunque se trate del ser más querido. Una vez más Jesús muestra su primacía. Como en el primer caso el texto no dice que decisión tomará este ‘aventurero’ ante el imperativo “sígueme”; el final es abierto.


Con corazón salesiano


“¡Nos han engañado!”, dirá el primer grupo de personas que se habían animado a caminar con Don Bosco en el sueño que éste hace mostrando "un camino en una pérgola de rosas". Otros que los siguen luego que éste primer grupo lo ha abandonado, le dice "Estamos contigo. Iremos contigo". Tal vez son más conscientes de lo que requiere dedicarse a los jóvenes en la forma de Don Bosco.

La Virgen, en el sueño, le dice a Don Bosco: "Las espinas significan los obstáculos, los sufrimientos, las penas que se te presentarán. Pero no pierdas el entusiasmo. Con la caridad y la mortificación, superarás las dificultades y llegarás a marchar sobre rosas sin espinas".


A la Palabra, le digo


Señor, hoy también a mí me decís: “Sígueme”. Quiero seguirte Señor y Dios mío, envíame una vez más tu Espíritu Santo. Amén.