La Palabra me dice
"¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre?": Las respuestas que los discípulos dan a las preguntas de Jesús son correctas, pero cada una tiene implicaciones distintas. El común de la gente considera al Hijo del Hombre como un profeta. Y esto significa que esas personas, en consecuencia, se deben preparar para atender el llamado a la justicia, la verdad y la reconciliación que todo profeta hace al pueblo de Dios. No basta con decir que Jesús o alguien más es un profeta. Es necesario atenerse a las consecuencias de ese reconocimiento. ¿Qué dicen en mi grupo, en mi comunidad, acerca de Jesús? ¿Comparto esas respuestas? ¿Me sorprenden? "Y ustedes, ¿quién dicen que soy?": Una pregunta directa, al centro de la vida de quienes han compartido tiempos de intimidad con Jesús. Sin miedos, preguntas que no admiten respuestas "políticamente correctas". ¿Cuál es, hoy, mi respuesta? ¿Ha sido siempre así, o la he ido profundizando a lo largo de mis días?
"Tú eres el Mesías": Si confesamos como Pedro que Jesús es el Mesías, el ungido de Dios, esas palabras tienen grandes implicaciones. La primera, comprender y asumir el significado que Jesús da a su propia misión que lo presenta como un siervo sufriente y no como un guerrero triunfante. La segunda, abrazar nuestra propia cruz y asumir la voluntad de Dios como criterio último y definitivo de nuestra propia existencia. ¿Cómo se traduce hoy en mi vida el confesar a Jesús como Señor y Ungido?
"Feliz de ti, Simón": Pedro es uno de los pequeños a los que el Padre se revela. La percepción de la presencia de Dios en Jesús no "viene de la carne ni de la sangre", o sea, no es fruto de estudio, ni es mérito de ningún esfuerzo humano, sino que es un don que Dios concede a quien quiere. Aprovecho para pedir a Dios este regalo, de poder reconocerlo presente en mi vida, en el mundo, en la historia de los demás, aún en las situaciones aparentemente más negativas.
"Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia": En este diálogo, Jesús llama a Pedro dos veces como "piedra": una vez piedra de fundamento (Mt 16,18) y otra vez piedra de escándalo (Mt 16,23). Las dos afirmaciones se complementan mutuamente. Durante la lectura del texto sería bueno poner atención al modo de conducirse de Pedro y a las solemnes palabras, que Jesús le dirige en dos ocasiones, para no hacer una lectura desviada de esta relación entre Pedro y Jesús. Y, además, aprovecho para tranquilizarme un poco por las veces en que he sido piedra de escándalo. No para contentarme, sí para no sentirme "yo, el peor de todos".
"Te daré las llaves del Reino": Pedro recibe las llaves del Reino para atar y desatar, o sea, para reconciliar entre ellos y con Dios. El mismo poder de atar y desatar se les ha sido dado a las comunidades (Mt 18,8) y a los discípulos (Jn 20,23). Mateo insiste sobre la reconciliación. La reconciliación era y sigue siendo uno de los más importantes deberes de quienes tienen responsabilidad en las comunidades. Imitando a Pedro, deben atar y desatar, esto es, trabajar para que haya reconciliación, aceptación mutua, construcción de la verdadera fraternidad. ¿Es así mi acción? ¿Soy motivo de construcción de comunidad en los espacios donde estoy?
Con corazón salesiano
De nuestro amor a Cristo nace inseparable el amor a su Iglesia, Pueblo de Dios, centro de unidad y comunión de todas las fuerzas que trabajan por el Reino. Nos sentimos parte viva de ella, y cultivamos personal y comunitariamente una renovada conciencia de Iglesia. La demostramos con nuestra filial fidelidad al sucesor de Pedro y a su magisterio, y con la voluntad de vivir en comunión y colaboración con los obispos, el clero, los religiosos y los seglares. Educamos a los jóvenes cristianos en un auténtico sentido de Iglesia, y trabajamos asiduamente para que crezca. Don Bosco nos dice: Todo esfuerzo es poco, cuando se trata de la Iglesia y del Papa"Todo esfuerzo es poco, cuando se trata de la Iglesia y del Papa" (MB V, 577) (Constituciones Salesianas, 13).
A la Palabra, le digo
Gracias Señor, porque lo que soy, lo soy por Tu Gracia... lo que avancé en el camino de la fe, es un don que Vos me diste. Amén.
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