La Palabra me dice
Marcos escribe para las comunidades perseguidas de los años setenta, que se sienten como en un botecito perdido en el mar de la vida, sin mucha esperanza de poder llegar al puerto deseado de la paz. Jesús parece estar durmiendo en la barca de ellos, porque ningún poder divino aparece para salvarlos de la persecución. En vista de la desesperada situación, Marcos recoge varios episodios que revelan el poder con que Jesús está presente en las comunidades. ¡Es el Jesús vencedor! No tienen motivo de temer. Esta es la motivación de la narración de la tempestad calmada. “Pasemos a la otra orilla”: Había sido un día pesado, de mucho trabajo. Había en verdad tanta gente que Jesús, para no ser atropellado de la gente, tuvo que entrar en una barca para instruir con parábolas. Inmediatamente pasan a la barca. Jesús estaba tan cansado que se sentó y se quedó dormido. Este es el cuadro inicial que presenta Marcos. Un bello cuadro, muy humano. ¡Jesús también tenía sueño y se quedaba dormido! “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos”: Hay días en los que la vida se parece a una pequeña barca perdida entre las olas de un mar agitado. Todo es oscuro alrededor, hay tempestad, Dios no aparece. ¡Entran ganas de dejar que se pierda todo! En la barca, Jesús sigue durmiendo. Este sueño profundo no es sólo signo de su enorme cansancio. Es también la expresión de la tranquila confianza que tiene en Dios. El contraste entre la conducta de Jesús y los discípulos es grande. ¿En qué lugar de la barca me ubico: con los discípulos, que se sienten morir, y durmiendo junto a Jesús? "¿Quién es este?": ¡Jesús parece ser para ellos un extraño! A pesar del tiempo que han vivido juntos, no saben verdaderamente quién es. Con esta pregunta en la cabeza, las comunidades continuaban la lectura. Y hasta hoy, esta misma pregunta, nos empuja a continuar la lectura del evangelio. Es el deseo de conocer siempre más de Jesús.
Con corazón salesiano
Refiriéndose a las misiones decía Don Bosco en 1876: "Confiamos en el Señor. Hacemos en esta empresa lo mismo que en todas las demás. Ponemos toda nuestra confianza en Dios y de él lo esperamos todo, pero, al mismo tiempo, desplegamos toda nuestra actividad. No hay que descuidar medio alguno, no hay que escatimar trabajo, no hay que omitir santos ardides, no hay que reparar en gastos para lograr el éxito. Hay que hacer todo lo que sugiere la prudencia humana” (MBe XII 242s). Es en esta combinación del esfuerzo total propio y la confianza en Dios en que Don Bosco encuentra la clave para ir adelante.
A la Palabra, le digo
En este domingo, te invitamos a aquietar tu corazón, e identificar aquellas situaciones, personas o cosas que te quitan la paz. Y que puedas rezar, despacio y en soledad, la canción del P. Eduardo Meana “Hacia la calma”.
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