La Palabra me dice
“No se puede servir a Dios y al Dinero”: Cuando Jesús habla de Dios sabemos a quién se refiere, pero cuando habla del Dinero, ¿a qué hace referencia precisamente? Hay varias cosas posibles, pero hago referencia a una: “nuestras seguridades”. Todos tenemos necesidades, poder satisfacerlas nos da seguridad y confianza en nosotros mismos… ahí está la clave: esta seguridad me hace creer que mis fuerzas humanas todo lo podrán, que no necesitaré a nadie y no permito que Dios sea Dios en mi vida. “¡Cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!”: Jesús pone a prueba nuestra fe… se trata de creer, pero no solo eso… también se trata de confiar. La fe es confianza. Jesús me interpela a poner mi confianza en Él, en su Providencia, en que Él se ocupará. El desafío: la entrega… poner en sus manos mi vida, mis anhelos, mis miedos, mis sueños. “Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura”: Jesús nos invita a “buscar” su Reino, ese debe ser nuestro centro, el mayor de nuestros anhelos: buscar activamente el Reino de Dios en mi vida… que Él “reine” en mi vida… y si me desvío del camino, está el sacramento de la Reconciliación.
Con corazón salesiano
San José Cafasso aprendió la fuerza del sacramento de la Reconciliación, entendido no tanto como el “tribunal de Dios”, sino la fuerza de ese Dios-Amor que nos reenvía, perdonados y reconciliados, a seguir intentando vivir el Evangelio en nuestra vida cotidiana.
A la Palabra, le digo
Muchas veces confío más en mis fuerzas y seguridades que en vos, Señor. Dame un corazón como el de María… confiado, entregado, que quiera buscarte siempre, cada día. Pongo en tus manos mis días, mi gente, hazte presente en sus vidas.
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