La Palabra me dice
“Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan”: ¿Cuál era la razón por la que los discípulos actúan así? Podríamos suponer dos hipótesis: la primera, que los discípulos se empeñan en alejar a todos aquellos que no tienen importancia en aquella sociedad. La segunda, conforme las leyes de la época, tanto las madres como sus pequeños vivían constantemente en impureza legal, quien los tocase quedaría impuro. Repaso las veces en que, por cualquiera de estas hipótesis, mis acciones han alejado a personas de Jesús. “Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”: La respuesta de Jesús es contundente. ¿Qué significa esto? Los niños viven del amor gratuito dado por sus padres y a su vez estos ven a sus hijos como un don de Dios, por eso los cuidan con esmero y cariño. Así es el Reino de Dios. Un Reino que se hace visible a través de la sencillez, la ternura, la humildad, la alegría, la creatividad y hasta la desobediencia, en algunos casos, del niño que cada uno lleva dentro y vive nuestra vida.
Con corazón salesiano
Don Bosco cree profundamente en la semilla de bien que anida en el corazón de cada joven. Lo dirá cuando se encuentre con Miguel Magone, que se le presenta como “un jefe de la banda”: “Me daba cuenta de que si aquel brío y aquel carácter emprendedor eran acompañados por una buena educación, podían dar mucho fruto”.
A la Palabra, le digo
María Auxiliadora, quiero ser como un niño a los ojos de Dios, enséñame a amar con sencillez y sin reserva. Amén.
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