La Palabra me dice
Hay un diálogo filial amoroso entre Jesús y el Padre, que nos incluye a todos en todo momento. Una gran preocupación de Jesús por mí, por nosotros. “No ruego sólo por ellos... Ruego por los que creerán en mí”: Jesús ruega por mí, me asombro, me entusiasmo. Jesús apasionado por la unidad como lo más importante. Desfilan por mi mente personas que son contribuyentes a la unidad. “Que el mundo crea”: La meta de Jesús es su Reino. Un Jesús que es inclusivo, que busca que todos crean, tengan Vida, que experimenten su Amor... En la mente y en el corazón Jesús se encuentra armónicamente con el Padre, con los discípulos, conmigo, con el mundo. Qué lindo poder orar así.
Con corazón salesiano
Me imagino así la oración de Don Bosco, con las mismas Palabras de Jesús... con un mismo corazón. Nuestro PADRE Don Bosco, un soñador, cuántas veces nos habrá soñado, cuántas veces tuvo en su corazón, mi rostro, el tuyo, el de tantos pibes de hoy. Hasta el de Luis Orione, que de niño estaba en el Oratorio de Valdocco cuando murió Don Bosco, y en una ocasión dijo: "caminaría sobre carbones ardiendo, para volver a verle una vez siquiera, y decirle: gracias".
A la Palabra, le digo
Señor, me descubro como un discípulo acompañado desde siempre y para siempre. Me invitás a la unidad entre mis hermanos, a buscar el bien. Regalame un corazón así de abierto, así de grande, capaz de amar a todos. Un corazón como el de Jesús, un corazón como el de Don Bosco
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