La Palabra me dice
“Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes”: Jesús nos enseña una medida alta para su mandamiento del amor: su Padre y Él, es decir un amor dispuesto a la entrega total. Durante todo este tiempo el evangelio nos ha ido mostrando la fuerte unidad del amor trinitario como molde de todas nuestras acciones. Podríamos preguntarnos ¿cuál es el metro de nuestro amor, tanto a nivel personal como comunitario? ¿Cómo hacemos visible que son el amor del Padre y del Hijo (que es justamente su Espíritu) el que nos guía y no nuestros amores mezquinos? “Permanezcan en mi amor”: Permanecer es un verbo muy fuerte que Juan usa en este capítulo que luego hará más explícito en su comparación de la vid y los sarmientos. Permanecer es estar conectados directamente con la savia de su amor. Por eso podemos permanecer…sino se poda, dirá más adelante. Pero la permanencia es activa: se muestra dando fruto. Quizá este pueda ser un difícil criterio de significatividad para aplicar a nuestras obras: no son los centenarios que se cumplen lo que las seguirán validando… “Soy yo el que los he elegido”: Celebrar la elección del apóstol Matías un día antes de Pentecostés nos puede hace rezar la dimensión vacacional de nuestra misión salesiana. Todos hemos sido elegidos por el Señor para algo, también nuestros chicos y chicas. Quizá este aspecto de nuestra pastoral merezca un compromiso mayor de parte de todos los agentes. ¿Nuestros pibes descubren mientras están con nosotros el plan que Dios tiene para ellos?¿Alguna vez les insinuamos esta búsqueda?
Con corazón salesiano
Don Bosco entendió que su obra continuaría a través del tiempo sólo si sumaba en esta tarea a los mismos chicos que estuvieron con él desde los orígenes del Oratorio: Miguel Rúa, Juan Cagliero… A ellos les propuso “quedarse con él” para un proyecto mayor. Ellos, que habían hecho la experiencia del amor preventivo de Dios a través de Don Bosco, eran quienes podían hacer lo mismo por otros pibes.
A la Palabra, le digo
Hoy es una buena ocasión para rezar el llamado personal a unirnos a la misión salesiana. Demos gracias al Señor recordando nuestra historia y las mediaciones que nos ayudaron a concretarla.
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