La Palabra me dice
Durante todo este tiempo pascual seguimos meditando este gran secreto de Jesús: su amistad, la amistad que Él nos regala. Estas palabras las dijo durante la intimidad de la última cena, una cena de Pascua celebrada con amigos, no con servidores. Ser amigos de Dios es lo que aprendimos en el catecismo, como la definición de vivir en “gracia de Dios”.
Y no hay razón para ser elegidos por Jesús. Todos somos los “Chosen”, como el nombre de la famosa serie. En uno de sus capítulos los discípulos se preguntan: “¿Con unas vidas tan diferentes, incluso algunos con vidas tan extraviadas, por qué estamos aquí? La respuesta que el apóstol Santiago da es: ¡Porque hemos sido elegidos por Dios! ¡Hemos sido nombrados por Dios! Ellos se sienten indignos de haber sido llamados por Dios, por Jesucristo. ¿Y qué pide Jesús a cambio? Una amistad sincera, verdadera.
Con corazón salesiano
“Mis mejores amigos serán Jesús y María” escribió Domingo Savio, quien en la escuela de Don Bosco supo vivir en profunda amistad con Dios. Los que investigan su vida dicen que estas palabras las solían escribir como propósito de la Primera Comunión la mayoría de los chicos del Piamonte, la región donde vivió. Nada más que para muchos quedaron como simples palabras. Suenan lindo, pero comprometen si se las piensa bien. Y Domingo tomó en serio ese compromiso de hacerse verdadero amigo de Jesús y de su Madre. Así se entiende mejor su conocido lema: “morir antes que pecar”, lo cual significa que prefiero la muerte antes que traicionar a mis amigos.
A la Palabra, le digo
Señor Jesús, que nos llamaste amigos, gracias porque te nos diste por completo, absolutamente, totalmente en la Cruz, como señal de verdadera amistad. Gracias también por tu Resurrección porque prometiste que nunca dejarías solos a tus amigos.
Ayúdanos, con tu gracia, a saber responder a tu amistad como lo aprendemos en la escuela de los amigos de don Bosco y de la Auxiliadora.
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