Evangelio del Dia

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Miércoles 01 de Mayo de 2024

La Palabra dice


Jn. 15, 1-8

«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.

Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.

La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.

La Palabra me dice


Esta alegoría de la vid aparece en el evangelio de san Juan en el marco de la última cena. Jesús no se compara con el tronco, porque Él es toda la planta de la vid, y nosotros somos sus ramas; le pertenecemos, formamos un todo con Él. Y como consecuencia de estar unidos a Jesús debemos dar fruto abundante para la gloria del Padre. Por eso, mediante esta unión firme, si pedimos algo con fe, lo conseguiremos. ”Pidan lo que quieran y lo obtendrán”.


Con corazón salesiano


Lo que más caracterizó a Don Bosco fue su unión con Dios. De su unión íntima con su Jesús amado y con su Madre vinieron todas sus obras. Si solo nos quedamos mirando los milagros que Dios hizo por su intermedio nos equivocamos.

Hay una anécdota de Don Bosco con respecto a esta unión especial con la Auxiliadora.

En una ocasión va a Francia para recurrir a benefactores. Al llegar a la ciudad de Marsella, encuentra un ambiente de poca acogida y frialdad; nadie se presta a ayudarle. Entonces le dice a la Virgen: “Vamos, comencemos”.  Y a partir de ese momento hubo una sucesión de milagros. El primero fue el del hijo de 8 años de una señora italiana que había oído hablar de Don Bosco. El chico  apenas conseguía caminar con muletas. El santo le habla con afecto y le da su bendición. Luego le ordena: ¡Arroja las muletas! El niño se incorpora de inmediato, deja las muletas, da algún paso y con un grito abre la puerta y sale rápidamente. Su madre, como enloquecida, va a perseguir a su hijo. 

Al decirle a la Virgen: “Vamos, comencemos” Don Bosco nos dejó ver su trato de familiaridad con la Madre de Dios. En eso consiste la unión con Dios de los santos, la unión de intimidad a la que también estamos invitados.


A la Palabra, le digo


Gracias, Jesús, por tu Palabra de Vida que hace crecer nuestra fe y nuestra esperanza.

Que podamos hoy tener un trato de mayor familiaridad  e intimidad con tu Madre.

Y en este día de los trabajadores haz que todos ellos sientan que su tarea los dignifica como personas, y a los que están con dificultades laborales que puedan encontrar solución a sus necesidades.