Evangelio del Dia

Buscar por fechas

Miércoles 24 de Abril de 2024

La Palabra dice


Jn. 12, 44-50

Jesús exclamó: «El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió. Y el que me ve, ve al que me envió. Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.

Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.

Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó».

La Palabra me dice


Jesús dice estas palabras a sus discípulos después de la expulsión de los mercaderes del templo y un poco antes de la última Cena. Estar delante de Él siempre implica una respuesta: de aceptación o de rechazo. Se trata de creer o no creer; dejarnos iluminar o quedarnos a oscuras.

Como sus discípulos de hoy, nos invita a tener una actitud de fe ante su persona y ante quien lo envió: su Padre. Nos dice que Él es Luz y no vino para juzgar al mundo, sino que su misión es iluminarnos. Nuestra respuesta es solo dejarnos iluminar con su palabra; aunque también tenemos la opción de rechazarlo.


Con corazón salesiano


En nuestras comunidades hoy damos inicio al Mes de María Auxiliadora.  Este año, siguiendo el aguinaldo del Rector Mayor, lo hacemos con el trasfondo del sueño de los nueve años. Don Bosco nos lo ha transmitido con un lenguaje lleno de imágenes. En él se les aparecen dos personas llenas de luz: Jesús y la Virgen, tan resplandecientes “que no podía fijar en ellos su mirada”.

Ella es la Señora que Jesús da a Juan Bosco como Maestra para una misión del cielo, una tarea que él considera muy grande, tanto que le parece una manda “imposible de cumplir”. 

Juan podría haber rechazado esa misión y su sentido sobrenatural. Basta recordar las reacciones de los miembros de su familia. Sus hermanos Antonio y José y hasta su misma abuela le restan importancia al sueño. Pero su madre Margarita le ayuda a tener una interpretación distinta, con fe sencilla; una forma de interpretar la vida que será una constante a lo largo de su existencia.

Para nosotros es un desafío permanente conservar una mirada sobrenatural en nuestra tarea cotidiana. Saber sobrenaturalizar las cosas del día a día y abrirnos a una renovada visión de fe, forma parte de nuestra herencia salesiana.


A la Palabra, le digo


Gracias, Padre bueno, por darnos a tu Hijo Jesús como nuestra Luz.

Gracias por hacernos vivir en la Familia Salesiana con una Madre y Maestra.

Danos también tu fuerza y la compañía necesaria para poder responder a tus llamadas sin rechazarlas ni postergarlas.

Que durante el mes de la Auxiliadora gocemos de su presencia materna.