Evangelio del Dia

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Jueves 18 de Abril de 2024

La Palabra dice


Jn. 6, 44-51

«Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. 

Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo».

La Palabra me dice


La fe no depende de una iniciativa humana, es ante todo una atracción que el Padre suscita. Esto quiere decir que la vida cristiana no es cuestión de voluntarismo o de esfuerzo personal: Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió. Es una llamada de Dios, y esta llamada no es una cosa mágica sino la iniciativa del Padre, que, a través de su Espíritu, nos pone en el camino mediaciones concretas y amorosas como la comunidad, alguna persona, acontecimientos especiales, o la simplicidad del silencio. Debemos estar atentos y con el corazón abierto para escuchar su voz.

Jesús es el pan de Vida y desde esta perspectiva el Papa Francisco nos invita que vivamos la Eucaristía con espíritu de fe, de oración, de perdón, de penitencia, de alegría comunitaria, de preocupación por los necesitados, y por las necesidades de tantos hermanos y hermanas, en la certeza de que el Señor realizará aquello que nos ha prometido: la vida eterna.


Con corazón salesiano


“Nuestro hermano Zatti, consciente e inconscientemente, había descubierto este gran significado de la misa, y por eso no podía prescindir de ella (...) Sabía que en esa celebración aparecía lo que él iba a realizar a lo largo de la jornada. Horas, esfuerzos, sacrificios, para la vida y la resurrección de los demás. Zatti no llegaba a la celebración con el alma en blanco: traía las lágrimas, los lamentos, la impotencia del pueblo pobre, su pueblo. La comunión con el Cuerpo de Cristo, era la comunión con el Cuerpo del enfermo, del anciano, del tullido que llegaba al hospital. Zatti salía de la misa reconfortado, iluminado. Experimentaba las respuestas del Señor. Saboreaba el amor que brotaba del corazón de Dios" (Luis Klobertanz)


A la Palabra, le digo


Te damos gracias Padre bueno por tu amorosa iniciativa de llamarnos cada uno de nosotros para poder compartir la vida plena en tu hijo Jesús, en él encontramos el alimento que da sentido nuestra vida de nuestra vocación. Que tu Espíritu nos ayude a vivir con profundidad la eucaristía para que podamos, también nosotros, vivir eucarísticamente la vida cotidiana.