La Palabra me dice
La fe no depende de una iniciativa humana, es ante todo una atracción que el Padre suscita. Esto quiere decir que la vida cristiana no es cuestión de voluntarismo o de esfuerzo personal: Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió. Es una llamada de Dios, y esta llamada no es una cosa mágica sino la iniciativa del Padre, que, a través de su Espíritu, nos pone en el camino mediaciones concretas y amorosas como la comunidad, alguna persona, acontecimientos especiales, o la simplicidad del silencio. Debemos estar atentos y con el corazón abierto para escuchar su voz. Jesús es el pan de Vida y desde esta perspectiva el Papa Francisco nos invita que vivamos la Eucaristía con espíritu de fe, de oración, de perdón, de penitencia, de alegría comunitaria, de preocupación por los necesitados, y por las necesidades de tantos hermanos y hermanas, en la certeza de que el Señor realizará aquello que nos ha prometido: la vida eterna.
Con corazón salesiano
“Nuestro hermano Zatti, consciente e inconscientemente, había descubierto este gran significado de la misa, y por eso no podía prescindir de ella (...) Sabía que en esa celebración aparecía lo que él iba a realizar a lo largo de la jornada. Horas, esfuerzos, sacrificios, para la vida y la resurrección de los demás. Zatti no llegaba a la celebración con el alma en blanco: traía las lágrimas, los lamentos, la impotencia del pueblo pobre, su pueblo. La comunión con el Cuerpo de Cristo, era la comunión con el Cuerpo del enfermo, del anciano, del tullido que llegaba al hospital. Zatti salía de la misa reconfortado, iluminado. Experimentaba las respuestas del Señor. Saboreaba el amor que brotaba del corazón de Dios" (Luis Klobertanz)
A la Palabra, le digo
Te damos gracias Padre bueno por tu amorosa iniciativa de llamarnos cada uno de nosotros para poder compartir la vida plena en tu hijo Jesús, en él encontramos el alimento que da sentido nuestra vida de nuestra vocación. Que tu Espíritu nos ayude a vivir con profundidad la eucaristía para que podamos, también nosotros, vivir eucarísticamente la vida cotidiana.
|