La Palabra me dice
Una multitud empezó a seguir a Jesús, se sentían atraídos por Él, por su mensaje, por sus señales y milagros. Al ver a la gente, Jesús se preocupa por ellos y por darles de comer. Vemos que también Jesús abre la jugada a sus discípulos, y con una pregunta pone en movimiento a Felipe y a sus compañeros para que ellos también se sumen como protagonistas, como mediación en la terea de saciar el hambre del pueblo. El conmovedor milagro de la multiplicación de los panes tiene un origen humilde, los cinco panes y dos peses que aporta un simple muchacho del pueblo. A Jesús le basta nuestra pequeña vida y que, lo poco que tengamos, los ofrezcamos con generosidad, Él hará el resto. El Papa Francisco nos dice que la bendición de Jesús sobre los cinco panes y los dos peces anuncian de antemano la Eucaristía de la que el cristiano se alimenta y saca fuerzas para la vida. La Eucaristía nos va transformando en Cuerpo de Cristo y en alimento para nuestros hermanos y hermanas.
El evangelio nos invita a hacer nuestras estas actitudes cristianas: la mirada compasiva hacia las necesidades de los demás, la generosidad de quien ofrece lo poco que tiene y con la confianza en Jesús, el único que puede saciar lo más profundo de nuestro corazón.
Con corazón salesiano
Este evangelio es, a su vez, una metáfora del Reino la cual es como una mesa compartida donde todos tienen un lugar y donde todos pueden saciar su hambre, física pero también existencial. Y en la que cada uno de nosotros está llamado a ser protagonista. Es el sueño que don Ángel nos invita en el aguinaldo 2024: “Sueño con ver a cada uno de mis hermanos dando la vida con alegría en favor de los últimos, y ya es así en muchos casos. Sueño con que cada una de nuestras casas estén llenas de ese «olor a oveja» al que se refería el papa Francisco para cada apóstol de hoy. Y lo deseo también para toda nuestra Familia Salesiana. Nadie debería sentirse exento de esta llamada”.
A la Palabra, le digo
Señor Jesús, te damos gracias por tu mirada compasiva hacia cada uno de nosotros. Ofreciste tu vida con generosidad para que podemos saciar lo más profundo de nuestro corazón y para poder encontrar en Dios el sentido de nuestra vida. También nosotros queremos imitarte, y con nuestra mirada puesta en tu amor misericordioso, queremos ofrecernos como mediación de tu amor para colaborar con la terea de saciar el hambre, el sufrimiento, la pobreza y la soledad que viven muchos jóvenes en nuestra sociedad.
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