Evangelio del Dia

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Martes 20 de Febrero de 2024

La Palabra dice


Mt. 6, 7-15

«Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.

Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.»


La Palabra me dice


En versículos previos, Jesús enseña el deber y el modo de orar y continua con las indicaciones en el relato de hoy, haciendo énfasis en la sencillez en cuando al uso desmedido de palabras; tender la simplicidad y llegar, incluso al silencio para ser contemplado por Dios y contemplarlo a Él y luego con la voz del corazón exponer toda la vida. Ciertamente el Padre ya lo sabe todo, pero no es lo mismo que Dios lo sepa a que nosotros se lo contemos. Se trata pues, de experimentar su inmenso amor ya que, cuando se es amado, no se precisa de muchas palabras.

En cuanto a la expresión Padre, Jesús, rompe con nuestra concepción racional o religiosa de ser supremo que tenemos de Dios para hacerlo más cercano, tanto como un niño a su papá. Recordemos que la expresión hebrea abba, es algo así como ¡papito querido! Esto expresa la admiración del hijo ante la santidad y la grandeza de su papá y por lo tanto quiere que así lo reconozcan los demás y santifiquen su nombre.

La oración del Padre Nuestro se fija plenamente en Dios, Él es el centro, no nosotros, lo cual, a nuestro ego puede resultarle algo incómodo, sobre todo cuando al final, al pedir que nos perdone en la medida en que perdonamos, abre la dinámica relacional de dos (el Padre y yo) a tres (los que nos ofenden). Jesús quiere así, que los tengamos en cuenta, que los vinculemos a nuestra oración.


Con corazón salesiano


Don Bosco solía decir: “Si me quieren ver feliz, llámenme padre.” Ese fue el sabor de su proyecto pastoral: Ser un signo visible del amor del Padre para los jóvenes. Sólo aquel que ha sido amado puede amar. Sintámonos realmente amados por el Padre, su amor se desbordará en nuestras vidas y se verterá en el corazón de los jóvenes, así ellos querrán saber y acercarse a la fuente del Amor. Ese es nuestro cometido: Llevarlos a Dios.


A la Palabra, le digo


Qué mejor que orar nuevamente con la oración que hoy Jesús nos vuelve a presentar: Padre Nuestro…