Evangelio del Dia

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Martes 16 de Enero de 2024

La Palabra dice


Mc 2, 23-28

Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: «¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».

Él les respondió: «¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?».

Y agregó: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado».

La Palabra me dice


Si en el Evangelio de ayer el problema era que los discípulos de Jesús no ayunan, ahora el problema es que comen cuando no deben. Todo lo que pueda ser problema para Jesús, los fariseos se encargan de hacerlo visible y vociferarlo. Esta vez, el tema era más  vidrioso: estaban arrancando espigas en día sábado, lo cual estaba estrictamente prohibido por la ley.

Jesús aprovechará nuevamente para auto-revelarse. Antes revela el profundo sentido de la ley y la libera de sobrecargas sofocantes, puestas por los hombres, no por Dios. Jesús reconduce la ley al proyecto original de Dios en favor del hombre. La ley no es yugo opresivo, sino liberador.

Y entonces sí, Jesús se da a conocer, se identifica y revela su identidad: el Hijo del hombre es también señor del sábado y de la ley, como de la enfermedad y del pecado. Su poder sobre el mal y sobre los hombres es indiscutible y será evidente, sobre todo para los discípulos, y también para nosotros, los creyentes. Ante tantas posibilidades de distraernos incluso con las normas o los sobrepesos que cargamos en nuestra vida, será bueno recordar hoy que Jesús nos libera para amar. Así el mero cumplir lo que debemos, será en realidad, hacer y vivir lo que amamos. Porque eso que amamos, la Vida nueva en Dios, nos transforma para siempre.

Con corazón salesiano


De la Carta Apostólica del Papa Francisco, “Totum Amoris Est” (“Todo pertenece al amor”) con motivo del IV centenario de la muerte de San Francisco de Sales.

Las preguntas de un cambio de época

En la memoria del cuarto centenario de la muerte de san Francisco de Sales, me he preguntado sobre su legado para nuestra época, y he encontrado iluminadoras su flexibilidad y su capacidad de visión. Un poco por don de Dios, un poco por índole personal, y también por la profundización constante de sus vivencias, había tenido la nítida percepción del cambio de los tiempos. Ni él mismo hubiera llegado a imaginar que en esto reconocería una gran oportunidad para el anuncio del Evangelio. La Palabra que había amado desde su juventud era capaz de hacerse camino abriendo horizontes nuevos e impredecibles en un mundo en rápida transición.

Es lo que también nos espera como tarea esencial para este cambio de época: una Iglesia no autorreferencial, libre de toda mundanidad pero capaz de habitar el mundo, de compartir la vida de la gente, de caminar juntos, de escuchar y de acoger. Es lo que realizó Francisco de Sales leyendo su época con ayuda de la gracia. Por eso, él nos invita a salir de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por las estructuras, por la imagen social, y a preguntarnos más bien cuáles son las necesidades concretas y las esperanzas espirituales de nuestro pueblo. Por tanto, releer algunas de sus decisiones cruciales es importante también hoy, para vivir el cambio con sabiduría evangélica.

A la Palabra, le digo


Jesús, Señor y Hermano: Tú dijiste que el Padre nos enviaría en tu nombre el Espíritu Santo y que Él nos recordaría  lo que nos enseñaste y nos los explicaría todo. Tú conoces la pobreza y la aridez de nuestro corazón.  Te pedimos que tu Espíritu nos lo refresque, nos lo ilumine, nos haga entender tu Evangelio. Nos lleve sobre todo a fiarnos de Ti y de tu Padre, a seguirte con una fe confiada y amorosa, y a poner nuestro grano de arena para construir la paz. Amén.