Evangelio del Dia

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Sábado 02 de Diciembre de 2023

La Palabra dice


Lc. 21, 34-36

«Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.

Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre».

La Palabra me dice


Con un estilo marcadamente escatológico, Jesús preventivamente nos invita a prepararnos de buena manera para el ocaso de este tiempo, para el encuentro final donde se realizará el juicio de Dios que consiste en su misericordia que sana, libera y purifica hacia lo esencial de la vida, que es el amor.

La advertencia de la Palabra motiva al reconocimiento de las dificultades de este mundo como secundarias y pasajeras, en función del descubrimiento profundo de nuestra vida como don: regalo para nosotros, entrega para los demás, pertenencia total a Dios. 

Mis preocupaciones no son solo mías, ya que también Jesús se hace cargo ocupándose con su gracia que sostiene, alienta, fortalece y guía en el buen camino. Él nos enseña a no dejarnos aturdir por ellas, sino a confiar y reconocer, al transitarlas, aquello que es verdaderamente esencial y prioritario a vivir en la vida: el amor de Dios en el que "vivimos, nos movemos y existimos". 

La prevención de la que nos habla Jesús es una invitación a estar preparados a la llegada de Dios, ya que nadie sabe el día ni la hora en que el Padre nos llamará al gozo de su encuentro. Quien vive en gracia de Dios, sin remordimientos y con paz en su corazón, puede gozar de la vida y disfrutar de cada día como si fuese el primero, el único, y el último... por estar siempre dejándose amar y corresponder diariamente con el mismo amor.

Con corazón salesiano


Don Bosco proponía a los jóvenes en Valdocco el llamado “ejercicio de la buena muerte”  con el que invitaba a disponer el corazón para el encuentro definitivo con el Padre. Hoy puede hacernos bien mirar hacia nuestro interior y preguntarnos ¿Siento la necesidad de ser perdonado y sanado por Dios? ¿hace cuánto que no celebro el sacramento de la reconciliación? ¿Me quedó algún pendiente con alguien para pedir perdón o perdonar?

A la Palabra, le digo


En el amor no hay temor. Ayudáme Señor a gozar en tu amor, recordando la necesidad de hacer las cosas por amor, y no por fuerza o miedo. Que no busque tanto un premio para la vida futura, sino que viva en el amor libre y gratuito cada día. Que no caiga en la trampa de vivir la fe por temor al juicio que vendrá, sino que me deje amar y perdonar desde ahora. Reconociéndome en tu perdón, no deseo más que vivir correspondiendo humildemente a tu amor que transforma y rehace mi vida.