Evangelio del Dia

Buscar por fechas

Martes 21 de Noviembre de 2023

La Palabra dice


Lc. 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más».

Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

La Palabra me dice


El Evangelio del día de hoy nos ayuda a comprender que no hay ningún límite que imposibilite ver a Jesús, encontrarse con él. Mateo por una cuestión física “era de baja estatura” no podía ver al Señor que pasaba; no obstante, decidido, buscó la manera para no desaprovechar esa oportunidad, subiéndose a un árbol.

Tampoco son impedimento los errores o pecados del pasado, o el qué dirán los demás. El encuentro con Jesús trasciende todo, perdona todo, transforma todo. Es un punto de inflexión que llena de sentido la existencia: nada volverá a ser como antes, todo lo que viene es misión, encuentro, envío.

Con corazón salesiano


Movido por el deseo de dignificar la vida de tantos jóvenes que se acercaban al Oratorio, Don Bosco fue totalmente libre al qué dirán los demás. La pasión que habitaba su corazón y lo impulsaba a la acción se nutría de aquellos momentos en que el Señor había pasado por su vida, ya desde la niñez.

A nosotros que queremos seguir sus huellas nos invita a reconocer los momentos en que Jesús pasó por nuestro camino, nos miró, y decidió quedarse con nosotros.

A la Palabra, le digo


En los momentos en que me cuesta reconocerte, mirarte, encontrarte; cuando mis límites personales, mis infidelidades o el qué dirán nublen mi mirada, dame la gracia de reconocer tu voz pidiendo un sitio en mi vida, queriendo habitar mi casa.