Evangelio del Dia

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Miércoles 11 de Octubre de 2023

La Palabra dice


Lc. 11, 1-4

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».

Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino; danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación».

La Palabra me dice


Discípulos que quieren aprender a rezar. Otros maestros que enseñan también. Y Jesús que despierta el deseo de rezar… y que enseña a hacerlo.

Es viendo a Jesús rezar como los discípulos quieren también aprender a orar. No lo dicen directamente pero bien podrían haberlo dicho: “queremos rezar como vos.” Hay muchas escuelas, muchas filosofías, también hoy. Muchos caminos se nos presentan, diversas opciones. En el mejor de los casos algunas beben en milenarias tradiciones o en corrientes de espiritualidad consolidadas, mientras que muchas otras solo son  producto de nuestra cultura actual del bienestar. Claro que no todo es oración para el cristiano.

Jesús nos deja en la oración del Padrenuestro un verdadero tesoro para nuestra oración. En el Padrenuestro nos dirigimos a Dios, lo llamamos de una forma cercana (“Abba” en el original), damos alabanza al Padre a la vez que hacemos nuestras peticiones. Pero tal vez la riqueza más grande sea otra: que de esta oración que hace Jesús a su Padre, todos nosotros participamos. Unirnos a la oración de Jesús es el camino más seguro para hacer una auténtica oración cristiana que nos relacione con Dios y que sea invitación a los demás para rezar también.

Con corazón salesiano


Dijo en una oportunidad Don Bosco refiriéndose a su Obra: “Di a esta casa el nombre de Oratorio para indicar claramente que la oración es la sola fuerza en la que podemos confiar”. A ningún creyente se le puede escapar que solo viviendo el cotidiano desde lo Alto, le fue posible a Don Bosco llevar adelante la inmensa obra que realizó en favor de los jóvenes. Y a ningún educador se le puede pasar por alto que solo gracias al testimonio de la intensa vida de oración de este santo, tantas generaciones aprendieron a rezar y a llamar a su Creador “Padre”.

A la Palabra, le digo


Señor Jesús, enséñanos a orar. Sin palabras de más, pero sin dejarnos nada para nosotros. Sin aparentar, pero dando testimonio. Sin racionalizar, pero rezando con toda la conciencia. Sin afectación, pero poniendo todo nuestro corazón. Sin esperar que se cumpla nuestro deseo, pero sabiendo que de Ti recibimos todo. Amén.