Evangelio del Dia

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Domingo 02 de Julio de 2023

La Palabra dice


Mt 10, 37-42

«El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. 

Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa».

La Palabra me dice


Recibir... el amor, la cruz, el otro... la vida! Recibir las cosas, las personas, las situaciones como de quien vienen: de Dios. 

Abrirnos, abrazar su Voluntad que se manifiesta en el momento presente. Es una propuesta sencilla y a la vez difícil. 

Seguir a Jesús implica abrazar la vida que él nos va presentando así como viene, no como desearíamos en el ideal, sino así, tal como se presenta. Abrazar, es decir, aceptar, recibir, reconocer la presencia y lo que trae a nuestra vida. 

Seguir a Jesús nos transforma la vida, el cotidiano, todo es un gran encuentro con él y su amor. ¿Por qué oponernos o resistirnos a que Él nos transforme? 

Con corazón salesiano


Cuando ese papá viudo lleva a sus dos niñas al taller para que Main y Petronila las cuiden, las reciben así, como vienen, ellas y el papá necesitado. No piensan que al recibirlas algo se está abriendo... algo Dios está gestando… que es el inicio de su gran obra Salesiana para las chicas. 
Recibir a un profeta, a un justo, dar un vaso de agua, cargar la cruz... ejercicios de apertura al querer de Dios, presentes en los inicios congregacionales.

A la Palabra, le digo


Jesús, te quiero recibir en cada persona que se acerque, en cada situación que se me presente, en cada dolor, en cada mensaje. No siempre te reconozco, pero te recibo y abrazo… transformá mi vida siempre en parecerme cada vez más a vos... en amar cada vez más como vos, en vivir en, desde y para el Reino como vos.

Hoy domingo, quiero tener un rato de más charla con vos, estar en silencio y meditar este recibirte. ¿Cuándo? ¿Cómo venís? ¿Cómo te acercás? ¿Qué me pedís hoy que reciba y abrace?