La Palabra me dice
En este día en que celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la liturgia nos ofrece un hermoso Evangelio para rezar y reflexionar. En muchos textos de los Evangelios, se nos presenta a Jesús rezando, buscando momentos de encuentro personal con el Padre, yendo al templo para las fiestas litúrgicas a rezar, e incluso enseñando a rezar cuando los discípulos se lo piden, en la bonita, concreta y sencilla oración del Padrenuestro. Pero el texto de este día nos muestra a Jesús rezando, a Jesús abriendo su corazón al Padre, y nosotros podemos asomarnos para descubrir que había dentro de ese corazón que tanto amó a la humanidad, al punto de entregar su vida por ella.
La oración de Jesús tiene un tono de alabanza a Dios por la maravilla de manifestar su Reino a los sencillos, a los pequeños. Este es el camino que Dios ha elegido para sembrar en la historia las semillas del Reino. Y luego Jesús convoca a los predilectos de Dios, a los afligidos y agobiados, para que vayan junto a Él para encontrar el alivio y el consuelo.
Descubriendo esta oración de Jesús, podemos pensar y meditar ¿cuando alabamos a Dios? y ¿cuales son las causas por las que lo hacemos? Qué lindo y que bueno profundizar nuestro discipulado, asumiendo el modo de Jesús. También es bueno preguntarnos a la luz de este Evangelio ¿dónde buscamos el consuelo a nuestras aficiones, sin en Jesús, que es quien en verdad puede ayudarnos y darnos su paz, o buscamos consuelo en cosas que colman el momento y después nos dejan vacíos y tristes de nuevo. |