Evangelio del Dia

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Miércoles 31 de Mayo de 2023

La Palabra dice


Lc 1, 39-56

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor». 

María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre». 

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

La Palabra me dice


En esta hermosa fiesta mariana, con María nos ponemos a la escucha de la Palabra, junto a Ella pedimos al Espíritu que venga y nos llene de luz y disponga nuestro ser a la escucha de la voz del Señor. Esta canción puede ayudarte a ir a su encuentro: “En torno a María” interpretado por la Comunidad mercedaria del Refugiado. https://youtu.be/gUHVKtniKL8

María sale de su casa y emprende un viaje, metáfora de todos los viajes del alma y de la vida misma. Debemos imitar a María, alegrándonos con los que se alegran y manifestárselo. Para que ocurra esto, en nuestro corazón debe reinar la alegría, la alegría de ser seguidor de Jesús, la alegría de sentirse habitado por todo un Dios, la alegría de vivir con sentido y gozo la propia vocación… Un corazón habitado por la alegría se alegra de las alegrías de los demás. María se alegró de la alegría de Isabel. ¿Tenemos un corazón habitado por la alegría?

También hemos de imitar a María al reconocer las obras grandes que ha hecho en nosotros. Reconocer que todo en nuestra vida es un regalo de Dios, desde la vida hasta la vida eterna de la plenitud de felicidad, pasando por el regalo de su Hijo y todo lo que Él nos ha regalado y nos sigue regalando cada día.

Te comparto un precioso texto de Ariel Valdez publicado en la revista Digital Criterio que nos amplía en la comprensión de este texto y nos invita a actualizar la Palabra: 

“Derrumbar para mirar. La visitación no fue escrita para enseñarnos la humildad de María sino para mostrarnos cómo Juan se encontró con Jesús cuando aún era un feto, en una hazaña increíble que lo llevó a vencer tres obstáculos: el de la distancia (dos vientres de por medio), el del tiempo (no había nacido), y el de su incapacidad de hablar (lo hizo saltando). Por eso, cuando fue mayor, se dedicó a vencer los obstáculos, tanto sociales como religiosos, para buscar a la gente despreciada de su tiempo: los pecadores, las prostitutas, los cobradores de impuestos, los militares. Se convirtió así en el gran derribador de muros, preparándole los caminos a Jesús. Y si hay algo que Jesús aprendió de Juan fue a eliminar las barreras y divisiones para encontrarse con la gente. Tarea que sigue siendo imprescindible en el mundo moderno.

Cuentan que un caminante pasó cierto día frente a un monasterio, en medio del campo, y vio a los monjes trabajando en un edificio de piedra. Se acercó a uno y le preguntó: “¿Es usted el superior?”. “Así es, y los que están trabajando en la abadía son mis monjes”. “Es magnífico ver levantar un monasterio”, comentó el peregrino. “No lo estamos levantando, lo estamos derribando”, dijo el abad. “¿Derribándolo? ¿Por qué?”. “Porque no nos permite ver la salida del sol por la mañana”.

En la vida no siempre es cuestión de construir. A veces hay que destruir. Porque solemos levantar grandes muros, quizás muy bellos y sutiles, que nos impiden ver la realidad que nos rodea. Parapetados en nuestros rezos y estructuras, no percibimos a las mujeres marginadas, los homosexuales que son humillados, los extranjeros despreciados, los jóvenes sin oportunidades de trabajo, las familias en crisis económicas, los niños sometidos a la prostitución.

Se necesitan monjes que volteen los muros de nuestra comodidad, y nos hagan abrir los ojos. Profetas que derriben la rigidez de nuestra Iglesia. Líderes que demuelan los prejuicios religiosos. Predicadores que derrumben los diques alzados contra la novedad del Espíritu. Y no vale escudarse en que la empresa nos supera. Si Juan pudo hacerlo desde el vientre de su madre, no nos contentemos con el simple intento. Porque hay mucha diferencia entre «hacer lo posible» y «hacerlo posible».

Con corazón salesiano


Algunas visitas cambiaron la vida de Don Bosco para siempre, especialmente las visitas que realizó a las cárceles de Turín. Escribe él mismo en las Memorias del Oratorio: “Lo primero que hizo fue llevarme a las cárceles, en donde pude conocer qué enorme es la malicia y la miseria de los hombres. Me sentí horrorizado al ver esa cantidad de muchachos, de doce a dieciocho años, sanos, robustos, inteligentes, que estaban allí ociosos, roídos por los insectos y faltos en absoluto del alimento espiritual y material. Estaban personificados en estos infelices la vergüenza de la patria, el deshonor de la familia y su propio envilecimiento. Pero qué sorpresa y asombro constatar que muchos de ellos salían de ese antro con el propósito firme de cambiar su vida y, sin embargo, reincidían fatalmente en los mismos lugares de reclusión que pocos días antes habían abandonado! 158 Constaté, así mismo, en esas ocasiones, que las recaídas de muchos se debían a que estaban completamente abandonados. Fue cuando me pregunté: y si estos chicos allá afuera tuvieran un amigo que se interesara por su bien, los acompañara y los instruyera en la religión durante los días festivos, ¿no se reduciría al número de los que vuelven a la cárcel?”

Me pregunto si seguimos revisitando estos lugares para salir al encuentro de esas infancias y juventudes, las últimas, las más rotas, las más vulnerables, las más pobres; o si nos conformamos con las que ya tenemos en nuestras casas, en los colegios y en los grupos estables; ¿no será que tenemos que volver a salir a buscarlos como hizo Don Bosco, o como hizo María hizo con Isabel?

A la Palabra, le digo


Señor, ayúdame a hacer tu voluntad con alegría y sin temor. Quiero responder a tu llamada con un jubiloso "¡Sí!" seguro de saber que, a medida que me muevo hacia lo desconocido, mi viaje se hará radiante por tu Presencia transfiguradora.

En la fiesta de la visitación de María a Isabel, leo el Magníficat en oración, habitando esas palabras y frases que tocan mi corazón. Es un canto de alabanza de alguien que está profundamente agradecido de todo lo que ha recibido y por las iluminaciones sobre la forma que Dios actúa en nuestro mundo. Uno mis alabanzas a la alabanza agradecida de María de Nazareth.



Ahora podés escuchar el Evangelio del Día en Spotify como "Lectio salesiana": https://spoti.fi/3gRYQSP