A la Palabra, le digo
Ven, Espíritu divino de Jesús, vida y aliento; ven, soplo eterno del Padre, que creas el hombre nuevo; ven, intimidad de Cristo, que das savia a los sarmientos. Ven, energía divina, tempestad de Dios y viento, que abres las puertas cerradas, que quitas todos los miedos, que liberas al esclavo, que rompes todos los cepos. Baja, hoguera trinitaria, bautízanos con tu fuego, somos carbón apagado, todo oscuridad e invierno, enciéndenos en amores, conviértenos en luceros. Ábrete, fuente dichosa, agua que mana del cielo, que limpia las impurezas, que riega todos los huertos, sacia nuestra sed profunda, haz nuestro amor sincero. Ven, consejero y amigo, ven, defensor y Maestro ven, tesoro inagotable, de todos los dones lleno, intimidad misteriosa, nuestro yo más verdadero. Amén
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