La Palabra me dice
"No es que yo dependa del testimonio de un hombre": Juan Bautista también dio testimonio respecto de Jesús y lo presentó a la multitud como enviado de Dios que debía venir a este mundo (cf. Jn 1,29.33-34; 3,28-34). Por esto, por muy importante que sea el testimonio de Juan, Jesús no depende de él. Él tiene un testimonio a su favor que es mayor que el testimonio de Juan, a saber, las obras que el Padre realiza por medio de él. ¿Mis obras hablan de mi vida? ¿Lo que hago, cómo lo hago, con quiénes me reúno, a quiénes busco, pueden dar cuenta de mi seguimiento de Jesús? ¿O más bien busco quedarme "entre las 99 ovejas"?
"El Padre que me envió ha dado testimonio de mí": es el Padre mismo quien da testimonio de Jesús. Es decir, que el actuar de Jesús está plenamente autenticado y legitimado por el Padre. Por tanto, todo lo que dice y hace Jesús está plenamente "autorizado" por el Padre, de tal manera que Jesús es la plena transparencia del Padre. Los judíos que acusan a Jesús no tienen la mente abierta para Dios. Por ello, no consiguen percibir el testimonio del Padre que les llega a través de Jesús. ¿Mi Dios es como el Dios transparentado por Jesús? ¿O me he quedado todavía en la imagen del dios barbudo controlador?
"Ustedes examinan las Escrituras": Aquí vale repetir lo que Juan Cassiano dijo respecto del descubrimiento del sentido pleno y profundo de los salmos: "Repitámoslo: no es la lectura (estudio) lo que nos hace penetrar en el sentido de las palabras, sino la propia experiencia adquirida anteriormente en la vida de cada día" (Collationes X,11). La vida ilumina el texto, el texto ilumina la vida. Si, a veces, el texto no nos dice nada, no es por falta de estudio ni por falta de oración, sino sencillamente por falta de profundidad en nuestra vida. ¿Ilumina la Escritura mi vida? ¿o sólo son palabras dichas sin profundidad? |