Con corazón salesiano
Nos imaginamos así el testimonio de Artémides Zatti ante el cuidado de los enfermos:
“Al hospital llegaban enfermos de todos lados, sobre todo los desesperados, sin recursos. Yo, que había estado muy enfermo, los comprendía muy bien y los recibía. Me guiaba lo que Don Bosco había escrito a los primeros misioneros que vinieron a Argentina: “Cuiden especialmente a los enfermos, los niños, los pobres y los ancianos”.
Algunos me decían “Zatti, a usted siempre le toca lo peor…”, cuando recibíamos enfermos que otros hospitales rechazaban. Sin embargo, para mí eran lo mejor… porque en ellos veía la presencia real de Jesús, teniendo presente esto de que “cada vez que lo hiciste con uno de estos pequeños, lo hiciste conmigo”.
Y algunos se quedaron mucho tiempo. Me acuerdo de un muchacho macrocéfalo, cuyo aspecto impresionaba, y una muda bastante inquieta, quienes, como todos los chicos, hacen sus travesuras, que a veces eran problemáticas. En algún momento me propusieron enviarlos a otro lugar, “para que sean mejor atendidos y dejen tranquilo al hospital”. Pero yo me opuse: “Estos dos”, les dije, “atraen las bendiciones de Dios sobre el hospital”. |